II. Aceptación

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En lo más profundo de la mansión de Jungkook, un cuarto oscuro se convirtió en el escenario de una escena tensa y sombría. Las paredes estaban revestidas de un tapiz oscuro que absorbía la luz, envolviendo la habitación en una penumbra misteriosa y opresiva. En el centro de la habitación, una sola lámpara colgante arrojaba destellos de luz intermitente sobre un hombre atado a una silla, su rostro en sombras mientras era interrogado por Jungkook.

Jungkook, con la mandíbula tensa y los ojos centelleantes con un peligro latente, se mantenía erguido frente al prisionero, su presencia imponente llenando la habitación con una energía palpable. Cada palabra que salía de sus labios era un eco de autoridad y determinación, mientras presionaba al hombre por respuestas sobre el intento de asesinato que había amenazado su vida.

El prisionero, sudoroso y tembloroso bajo la mirada implacable de Jungkook, balbuceaba excusas débiles y negaciones desesperadas, pero cada palabra era un eco hueco en el vasto vacío de la habitación. Jungkook no toleraba la mentira ni la debilidad, y su paciencia se agotaba rápidamente mientras buscaba la verdad detrás del intento de su vida.

Justo cuando la tensión alcanzaba su punto máximo y Jungkook se preparaba para intensificar sus tácticas de interrogatorio, un sirviente de la madre de Jungkook irrumpió en la habitación, interrumpiendo el interrogatorio con urgencia.

- Señor Jungkook, la señora le manda llamar de inmediato - anunció el sirviente, su voz temblorosa por el miedo y la ansiedad.

Jungkook frunció el ceño con frustración ante la interrupción, pero sabía que no podía ignorar la llamada de su madre. Con un gesto de su mano, indicó al sirviente que se retirara y se dirigió hacia la puerta, dejando al prisionero temblando en la oscuridad de la habitación.

A pesar de la interrupción, el fuego de la determinación seguía ardiendo en los ojos de Jungkook mientras salía del cuarto oscuro, su mente ya trabajando en las sombras para descubrir la verdad detrás del intento de su vida. La mansión resonaba con la promesa de secretos oscuros y venganzas pendientes, y Jungkook estaba decidido a desentrañar cada hilo de intriga y traición que amenazaba con consumirlo.

La madre de Jungkook lo esperaba en su estudio privado, rodeada de opulencia y elegancia, pero su semblante estaba marcado por la gravedad y la preocupación. Cuando Jungkook entró, ella lo recibió con una mirada que hablaba de años de sabiduría y determinación, pero también de fragilidad y necesidad.

- Jungkook, hijo mío - comenzó la madre de Jungkook, su voz resonando con autoridad y afecto. - Necesito hablar contigo sobre el trato que he hecho con el señor Kim. Se que me has dicho que estás bien así, pero se que dentro de unos años te arrepentirás. Así que cuando vi que Kim buscaba un pretendiente para su hijo, acepte por tí.

- Madre...

-Es tan hermoso que te enamoraras en cuanto lo veas.- dijo con ilusión.

Jungkook se tensó al escuchar esas palabras, su instinto de independencia y orgullo luchando contra la idea de ser atado por las decisiones de su madre. Sabía que cualquier trato con el señor Kim era peligroso y lleno de consecuencias impredecibles, y no estaba dispuesto a comprometer su posición de poder y autonomía.

- Madre, no puedo permitir que nuestra familia sea manipulada por los deseos del señor Kim - respondió Jungkook con firmeza, su mandíbula apretada con determinación.

Pero la madre de Jungkook lo miró con ojos suplicantes, su rostro marcado por la fatiga y la debilidad física.

- Por favor, hijo, hazlo por mí - dijo ella, su voz apenas un susurro cargado de emoción y súplica. - Mi salud es débil y no sé cuánto tiempo me queda. Necesito que hagas esto por mí, por nuestra familia.

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