Prólogo

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El rugido de los motores llenaba el aire mientras Jeon Jungkook y su esposa Jisoo se aferraban a la esperanza en medio del caos de la carretera. Los autos de la mafia contraria los habían acorralado, acechando como depredadores listos para el ataque. Jungkook, con los ojos fijos en el espejo retrovisor, vio la muerte acechando en cada parpadeo de las luces de los vehículos enemigos.

Pero el conductor hábilmente esquivaba los embates, maniobrando con destreza mientras la adrenalina inundaba la cabina del automóvil. Jisoo, con lágrimas deslizándose por sus mejillas, se aferraba a Jungkook en busca de consuelo, mientras él, con el corazón palpitando furiosamente en su pecho, luchaba por mantener la calma en medio del vendaval de emociones.

La tensión alcanzaba su punto máximo cuando, finalmente, la mafia enemiga logró su objetivo: sacarlos del camino con una maniobra despiadada. El auto de Jungkook y Jisoo se precipitó por un barranco, girando fuera de control en una danza caótica con el destino. El impacto resonó en sus huesos, y un silencio abrumador llenó el aire mientras el mundo giraba en cámara lenta a su alrededor.

Cuando finalmente la calma volvió, Jungkook emergió del aturdimiento para encontrarse con la devastación. El dolor lacerante lo atravesó cuando vio a Jisoo, inmóvil y sin vida en sus brazos, su rostro pálido y sereno en contraste con el caos circundante. La desesperación lo envolvió, pero antes de que pudiera procesar plenamente la pérdida, la realidad lo golpeó con fuerza.

El silencio pesado envolvía la escena mientras los guardaespaldas de Jungkook llegaban al lugar del accidente, rostros imperturbables ocultando las emociones que los carcomían por dentro. Con movimientos precisos y coordinados, comenzaron su tarea de limpieza, borrando cualquier rastro del trágico evento que había tenido lugar.

Jungkook, con los ojos nublados por las lágrimas y el corazón hecho pedazos, sostenía el cuerpo inerte de Jisoo entre sus brazos, sintiendo cada centímetro de su piel fría como el hielo. El dolor punzante en su pecho amenazaba con aplastarlo, mientras el peso abrumador de la culpa se asentaba sobre sus hombros.

Si tan solo hubiera escuchado su instinto, si tan solo no hubiera insistido en salir solos en su aniversario. El remordimiento lo consumía, cada recuerdo de su tiempo juntos se convertía en un puñal en su corazón. Se aferró desesperadamente al cuerpo de Jisoo, como si pudiera revivirla con el calor de su abrazo, pero sabía en lo más profundo de su ser que era demasiado tarde.

A pesar del dolor que amenazaba con desgarrarlo, Jungkook se mantuvo firme, su rostro endurecido por la determinación mientras juraba en silencio que nunca volvería a permitirse amar de esa manera. La fragilidad de su corazón había sido expuesta y destrozada, y en ese momento de desesperación, decidió cerrar las puertas a cualquier posibilidad de volver a sentir.

Con la mirada perdida en el horizonte, Jungkook se levantó con la fuerza de un hombre que había perdido todo, pero que aún se aferraba a la promesa de seguir adelante. Con Jisoo en sus brazos por última vez, enfrentó a sus guardaespaldas con la determinación de un líder que se negaba a mostrar debilidad ante los demás, aunque su alma llorara en silencio.

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