XXIX. Fotografías

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El ambiente en la mansión Jeon estaba cargado de tensión a pesar de la ocasión festiva que se avecinaba. Mientras se preparaban para la celebración del pequeño JungHyung, cada miembro de la familia mostraba una seriedad palpable en sus rostros, como si estuvieran ocultando sus emociones bajo una máscara de neutralidad.

Jungkook, aunque radiante por la llegada de su hijo y la oportunidad de celebrar su vida, no podía evitar sentir el peso de las responsabilidades que recaían sobre él como líder de la familia y el temor constante por la seguridad de los suyos.

Jin, por su parte, se esforzaba por mantenerse firme y optimista, pero la preocupación por su salud y la incertidumbre sobre el futuro aún se reflejaban en su mirada. A pesar de ello, estaba decidido a disfrutar del momento y celebrar la vida de su hijo recién nacido.

Taehyung, aunque emocionado por la llegada del nuevo integrante a la familia, también compartía la misma cautela que los demás. Conocedor de los peligros que acechaban en su mundo, se mantenía alerta y vigilante, listo para proteger a los suyos en cualquier momento.

Jimin, siempre atento a las necesidades de los demás, aunque su actitud parecía distante su preocupación por la seguridad de la familia también estaba presente en cada gesto y mirada.

–Es tan tierno–, dijo el rubio mientras cargaba a su sobrino por los aires.– Namjoon, ven a ver al pequeño JungHyung–, alentó a su hermano que se encontraba inmerso en su libro.

–Cuando termine este libro hyung–, el castaño claro rodó los ojos al ver la actitud infantil de su hermano mayor.

Namjoon como heredero de los Kim, sabía que a él a diferencia de sus hermanos no podía demostrar aquellos comportamientos infantiles, en cambio debía demostrar fortaleza y sabiduría.

–¡Namjoon!–, grito su padre cuando vio a su hijo dejar el libro que traía entre sus manos. –Ven a saludar a unos viejos amigos de la familia.

El rubio vio a su hermano menor avanzar con tristeza hacia su padre que festejaba el iq tan alto de su hijo menor.

–TaeTae, ¿Qué ocurre?–, pregunto Jin al verlo tan serio cuando esté siempre tenía una sonrisa en la boca.

–Namjoon, me preocupa–, señaló al castaño hacer repitas reverencias mientras escuchaba a su padre hablar.

– Él estará bien, es Namjoon–, dijo Jin sabiendo que su hermano era más que capaz de ocupar el lugar de su hermano. –Ahora pásame al bebé para alimentarlo–, Taehyung se lo paso con delicadeza y se marchó a tomar un poco de agua intentando olvidar su preocupación.

–Disculpa ¿Hay un baño por aquí cerca?–, pregunto un joven de lentes el cual no había visto en ninguna otra parte. – Perdoneme, soy Jackson, el asistente de Namjoon hyung–, Tae alzo la ceja al verlo hablar tan confiadamente de su hermano.

–Al entrar doble a la izquierda habrá un pasillo, de ahí todo derecho.

–Gracias, muchas gracias–, reverencia avanzando hacia atrás chocando con algunos meseros y una que otra mesa. Lo que le hizo preguntarse ¿Cómo Namjoon termino con un asistente así?

Con el apetito despierto, Taehyung se acercó al bufete y tomó una variada selección de platillos, ansioso por probar un poco de cada uno. Mientras se deleitaba con los sabores, Jimin se acercó a él con una expresión fría y despiadada, sus palabras cortantes como dagas.

–¿No crees que ya has comido lo suficiente, Taehyung?– dijo Jimin con tono mordaz, observando con desaprobación la cantidad de comida en el plato de Taehyung. –Deberías considerar tu peso. No es saludable comer tanto, especialmente con tu figura.

Las palabras de Jimin golpearon a Taehyung como un puñetazo en el estómago, su humor cambiando instantáneamente de hambre a incomodidad. Aunque trató de mantener la compostura, el comentario hiriente de Jimin lo dejó sintiéndose avergonzado y vulnerable frente a los demás. Incluso dudo si llevar consigo el plato que solo tenía tres porciones de carne acompañadas de su complemento.

La cara de angustia se reflejo en Taehyung quien aún decidía si llevar consigo el plato o no. Jimin no desistió de su discurso, palabras afiladas que cortaban más profundo que el filo de un cuchillo.

–Si vas a hacer mi esposo al menos trata de aparentar serlo–, dijo Jimin con frialdad, sin mostrar ni una pizca de compasión.

– Yo también fui obligado a casarme contigo–, dijo con un nudo en la garganta dejando el plato de lado. –Si de mi dependiera no me casaría con alguien tan cruel como tú. Porque nunca amaría a alguien que hace sentir mal a otras personas sin motivo aparente.

–Al igual que yo nunca seré capaz de amar a un hombre gordo como tú.

–Sere gordo, pero tengo gente que me ama por como soy.

–La gente no te ama Taehyung, solo fingen hacerlo. La apariencia importa, y la tuya deja mucho que desear.

Las palabras de Jimin resonaron una vez más en Taehyung como un golpe directo al corazón, dejándolo aturdido y herido. A pesar de sus intentos de mantener la compostura, se sintió abrumado por la vergüenza y la humillación. La crueldad de Jimin lo dejó sin palabras, y se quedó allí, sintiéndose completamente vulnerable ante el juicio despiadado de su futuro esposo.

[…]

En el jardín de la majestuosa mansión Jeon, los rayos del sol doraban suavemente el paisaje, creando un ambiente cálido y acogedor para la reunión familiar. Jin y Jungkook se encontraban de pie frente a un exuberante jardín floral, rodeados por la belleza de la naturaleza y la serenidad del entorno.

Los cinco hijos de Jungkook, cada uno con su propia personalidad y carisma, se alinearon junto a sus padres, formando una imagen de armonía y felicidad. A pesar de no ser hijos biológicos de Jin, este los había acogido con amor y dedicación, tratándolos como si fueran suyos propios.

Jungkook, con el rostro serio, aunque  transmitiendo una sensación de protección y seguridad. Jin, a su lado, irradiaba una calidez similar, su mirada llena de afecto mientras observaba a los niños con orgullo.

Los niños, conscientes del momento especial, posaban con entusiasmo para la foto familiar, mostrando sus mejores sonrisas y gestos traviesos. Cada uno de ellos representaba una parte importante de la vida de Jin y Jungkook, un recordatorio constante del amor y la conexión que compartían como familia.

A medida que la cámara capturaba el momento, Jin y Jungkook se sentían agradecidos por tener la oportunidad de formar parte de esta hermosa imagen, sabiendo que, independientemente de los desafíos que enfrentaran en el futuro, siempre tendrían el amor y el apoyo de su familia para superarlos juntos.

–Quien diría que esto acabaría así–, dijo Jin al ver a Rose cargar a Jung mientras se tomaba selfies junto a sus hermanos.

Antes que Jungkook pudiera responder su asistente le pasó una llamada que atendió en ruso y que lo hizo ir a su despacho.  El pelimorado con una sensación de preocupación detuvo la sesión fotográfica, aunque no entendió lo que sea que hablo Jungkook sabía que no era bueno.

Después de un rato Jungkook salió con el celo fruncido y un aura más intimidante ordenando meter a todos a la casa y despedir a lo invitados.

–Jungkook, ¿Qué ocurre?–, interroga Jin viendo como el jardín se llenaba de gente con armas.

–Jisoo, escapó.




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