III. Primera cita

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El restaurante estaba impregnado de una elegancia discreta, con mesas adornadas con manteles blancos y sillas de madera oscura que contrastaban con las luces suaves que colgaban del techo. Un suave murmullo de conversaciones llenaba el aire, creando un ambiente de intimidad y calma.

Jin y Jungkook se encontraron en una mesa en un rincón apartado del restaurante, cada uno sumido en sus propios pensamientos mientras esperaban que llegara la comida. A pesar del aire de tensión que flotaba entre ellos, ninguno de los dos se atrevió a romper el silencio incómodo que los envolvía.

Jin observó a Jungkook de reojo, notando cómo su presencia dominaba la habitación, a pesar de su aparente juventud. Los treinta años de Jungkook no lo hacían ver como un hombre mayor, sino más bien como un seductor enigma con su mirada fría y su camisa negra que delineaba sus músculos definidos. Aunque Jin intentó ignorar el atractivo físico de Jungkook, no pudo evitar sentir una punzada de fascinación ante su presencia magnética.

Por otro lado, Jungkook observó a Jin con una mezcla de sorpresa y curiosidad, sintiéndose intrigado por la aparente juventud del hombre frente a él. A pesar de saber que Jin tenía casi 26 años, su apariencia juvenil y su aura de inocencia lo hacían parecer mucho más joven, lo que lo dejó preguntándose sobre la verdadera naturaleza de su futuro esposo.

A medida que la comida llegaba y ambos comenzaban a comer en silencio, el aire tenso entre ellos parecía espesarse, pero ninguno de los dos se atrevió a abordar los temas pendientes que colgaban en el aire. En lugar de eso, se sumergieron en sus propios pensamientos, dejando que el sonido de los cubiertos chocando contra los platos llenara el espacio entre ellos.

Aunque la conversación era escasa, la atracción palpable entre Jin y Jungkook era innegable, creando una corriente eléctrica de tensión y anticipación que flotaba en el aire entre ellos. A medida que la noche avanzaba y el restaurante se llenaba de la bulliciosa actividad de los comensales, ambos hombres se encontraron cautivados por la presencia del otro, dejando que el misterio y la incertidumbre de lo que el futuro les deparaba los envolviera en su abrazo silencioso.

Después de un rato, Jin decidió romper el incómodo silencio con un intento de conversación, tratando de encontrar algún punto en común que pudiera conectarlos. Sin embargo, sus palabras parecían caer en oídos sordos, ya que Jungkook apenas respondía con monosílabos y asentimientos, manteniendo su mirada fija en su plato.

Antes de que la situación pudiera mejorar, una llamada repentina interrumpió la cena, rompiendo la frágil ilusión de normalidad que habían tratado de mantener. Jungkook se levantó de la mesa abruptamente, disculpándose vagamente con Jin antes de salir del restaurante sin decir una palabra más.

La indignación inundó a Jin mientras veía a Jungkook alejarse sin una explicación, dejándolo solo en el restaurante con la sensación de haber sido dejado de lado y menospreciado. Se preguntaba qué había hecho mal, qué había dicho para merecer ese desprecio silencioso por parte de su futuro esposo.

Con el corazón lleno de amargura y resentimiento, Jin dejó el restaurante, su mente girando con preguntas sin respuesta y dudas que parecían crecer con cada paso que daba. Aunque sabía que su unión con Jungkook era inevitable, no pudo evitar sentirse herido y humillado por el trato frío y despectivo que había recibido esa noche.

Mientras caminaba por las calles oscuras y silenciosas, el eco de sus pasos resonando en la noche, Jin se prometió a sí mismo que no dejaría que Jungkook lo tratara con indiferencia y desdén. Si iban a estar juntos, sería en términos de igualdad y respeto, no en un desequilibrio de poder y desprecio. Con esa determinación ardiente ardiendo en su pecho, Jin se marchó hacia el futuro incierto que les esperaba, listo para enfrentar lo que fuera necesario en su búsqueda de amor y dignidad.

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