Capítulo 32

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Lucy gray estaba sentada llorando en el baño, mientras que Coriolanus se limpiaba las lágrimas en el pasillo, reprimiendo las ganas de golpear todo a su paso.

Cuando Coriolanus se hubo calmado un poco, regresó a la sala.
Justo estaban para llamar a Heavensbee, cuando Lucy gray llegó y se sentó junto a la señora Heavensbee.
Y cuando Hilarius fue llamado a la plataforma, toda su familia e incluso Lucy gray se pararon y aplaudieron más fuerte.
Mientras que Tigris y Sejanus le lanzaron una mirada con tristeza.

Ella ya era parte de los Heavensbee.

Cuando Hilarius bajó, corrió hacia su familia, y tomó a Lucy gray para abrazarla fuertemente, mientras la muchacha le susurraba algo al oído.
Coriolanus quería morir para no sentir tanto dolor.

Después lo llamaron a él, y Tigris, la abuelatriz (que apenas habían llegado) y todos sus compañeros gritaron fuertemente.
Pero Coriolanus solo miraba a Lucy gray, que desviaba su atención charlando con Hilarius.

Estaba decidido a que la única cura para su corazón malherido era un beso de Lucy gray, pero un beso de verdad, no los roces que se daba con Hilarius.
Entonces se preguntaba si algún día sanaría.
Coriolanus se fue a su casa con Tigris y la abuelatriz antes que nadie, no tenía ganas de socializar con Lucy gray tomada de la mano de Hilarius.
Y al día siguiente en el baile fue lo mismo, tan solo hizo acto de presencia.

Llegó con Tigris tomada de su brazo, y lo primero que vio, fue a Hilarius con Lucy gray.
Clemencia estaba hablando con Lucy gray, mientras que Hilarius tomaba su mano.
Ahora llevaba puesto un vestido rosa.

Mientras que Hilarius llevaba un traje azul con una flor rosa a juego con el vestido de Lucy gray

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Mientras que Hilarius llevaba un traje azul con una flor rosa a juego con el vestido de Lucy gray.
Al parecer la pareja nunca vio a Coriolanus, ya que bailaron toda la noche y comían postres y bebían.
Hilarius tomaba un poco de whisky, mientras que Lucy Gray tomaba algo de mango, sin alcohol, ya que Coriolanus lo probó para asegurarse.

Y mientras él la observaba, ella si se daba cuenta de su presencia.
Su perfume a rosas y colonia fina y elegante, eran algo que quedarían grabados en su memoria y en su corazón.
Y no podía evitar que le saltara el corazón cada vez que olía qué él estaba ahí.

Y cuando Hilarius la llevó a su casa no podía estar más que feliz.
Hilarius le abrió la puerta para bajar, y le dio la mano.
Al parecer iba a llover, pero aún no.
-Gracias por acompañarme, Lucy gray... Te veías preciosa, bueno tu siempre pero hoy... - dijo Hilarius haciéndola reír.
-Gracias cariño... ¿Quieres pasar? - pregunto Lucy gray.
-No, no te quiero incomodar, pero te llamaré mañana, ¿si? - pregunto el muchacho besando su mejilla.
-Claro. - dijo Lucy gray sonriéndole.
Hilarius sostuvo sus manos, mientras ambos se acercaban y compartían su tercer beso.
A diferencia de los dos primeros, Hilarius se dejó llevar más besándola ahora en la boca mientras sostenía su rostro entre sus manos.
Lucy Gray se sentía bien, pero le era extraño que ya no fuera Coriolanus.

Hilarius la soltó rápidamente, no sin antes besar su mano y sonreírle.
Lucy Gray entró a su casa cuando su camioneta estuvo fuera de su campo visual.

La muchacha entró a su casa, y les contó absolutamente todo a la bandada, desde su llegada, hasta la despedida.
Obviamente omitió la parte del beso, pero después se lo contó a Barb azure.
-Te diré algo Lucy gray... A mi también me gusta mucho Hilarius, es tierno y tranquilo, y te trata genial, pero creo que tu necesitas un amor que te consuma, que te apasione y cada día sea un día lleno de emociones a flor de piel... Y eso te lo daba... - soltó Barb azure.
-¿Te parece? - pregunto Lucy gray con lagrimas en los ojos.
-Si.- dijo la muchacha decidida.

-No se, tal vez deberían hablar sobre eso. - dijo su prima.
Pero Lucy gray solamente guardaba silencio.

Lucy gray sabía que si prima tenía razón, pero le aterraba volver a salir lastimada.
Aunque por la mañana y la tarde estaba bien, pero cuando oscurecia, el terrible dolor cegador que sentía al pensar en Coriolanus, la anegaba, a tal grado de impedirle dormir.
Y esa noche no fue la excepción. Después de haber ido al baile con Hilarius, se preparó para dormir con Maude Ivory, ya que después de lo que había vivido con Coriolanus en su habitación, no volvió a dormir sola... No había abierto esa habitación en cuatro años.

Maude Ivory ya estaba dormida a su lado, pero ella no podía pegar el ojo, se giraba y se giraba tratando de conciliar el sueño sin lograr absolutamente nada.
Habían sido demasiadas emociones en un solo día.

-¿Sigues despierta?- pregunto la niña después de oírla batallar por un buen rato.
-Estás pensando en él, ¿no es cierto?- dijo la niña molesta.

-¿Tan obvio es? -respondió Lucy Gray con un hilo de voz.

-Vamos Lucy Gray, ese idiota no se merece ni siquiera uno de tus pensamientos. Ya han pasado cuatro años, y ahora eres una mujer exitosa, bella y acabas de encontrar a un chico maravilloso. ¡Vamos! ¡Ya deja de pensar en ese tonto! No vale la pena.- decía la niña.

-Tienes razón, lo siento por despertarte, tan solo iré por un vaso de leche, vuelve a dormir, si cariño? - dijo Lucy gray levantándose de la cama dándole un beso en la frente a su prima.
Y aunque sabía que Maude Ivory la quiso ayudar, más la afecto.
-Bien, no tardes. - dijo la niña volviendo a su sueño.

Lucy Gray bajó y calentó un vaso de leche, tratando de calmar sus pensamientos, pero sin éxito.
Tan solo había una persona con la que le gustaría hablar, y esa era el mismo hombre que la había lastimado hace cuatro años.
Y desesperada de no poder dormir, tomó una chaqueta de el lugar donde colgaban sus abrigos, y salió en dirección a su lugar favorito... El lago.
Camino despacio hacia la cabaña, cubriendo su cuerpo con el camisón que llevaba, y la chaqueta que había tomado de ahí.

Caminó hasta el lago sola, y en cuanto llegó a la puerta de la cabaña, oyó una rama romperse.
Muerta de miedo, decidió acercarse a la orilla de la cabaña para ver que era lo que se había oído.
Y cuando se asomó a verlo, no podía creer lo que veían sus ojos.
Ahí estaba él, Coriolanus Snow.






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