Capítulo 13

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"¿Quién quiero ser?" pregunto al espejo a sabiendas de que la imagen que en él se refleja no me va a contestar

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"¿Quién quiero ser?" pregunto al espejo a sabiendas de que la imagen que en él se refleja no me va a contestar. Me giro hacia un lado y hacia el otro, sopesando si he elegido la ropa correcta. Llevo unos shorts vaqueros y un top de crochet de colores que en otras circunstancias no hubiera conjuntado, sin embargo, creo que la ocasión lo merece ya que por primera vez en mi vida voy a ir a una fiesta en la playa.

Cuando Miriam me lo propuso tuve el impulso de decir que no. Al ver que no estaba muy por la labor, me rogó que la acompañara ya que no se creía capaz de ir ella sola. Vamos, que básicamente se encontraba en la misma situación que yo. Quería acudir, sin embargo no se sentía preparada del todo.

Así que aquí estoy, revolviendo el armario en la infructuosa búsqueda de algo decente con lo que salir de fiesta.

—Estás muy guapa —alaba mi madre desde el umbral de la puerta. No sé cuánto tiempo lleva ahí plantada—. Aunque tampoco estarías mal si fueras un poco más tapada...

—¿Lo dices en serio? He visto tus fotos de joven y vestías casi igual —protesto. No me apetece seguir revolviendo entre mis cuatro prendas.

—Ya, claro. ¡Con dieciocho! ¿Y cuál es el plan?

Llegó la hora del interrogatorio.

—Habrá un dj, hogueras, puestos de comida...

—Y alcohol.

Estoy ante la Santa Inquisición.

—No lo sé, mamá. Nunca he ido, no puedo saber lo que habrá y lo que no.

Se acerca y posa las manos sobre mis hombros.

—Escúchame bien. Si bebes, no te pases. Tómate un par de cervezas como mucho, nada más fuerte, ¿me has entendido? Y vuelve a una hora prudencial. No hagas que me arrepienta de tener turno de noche. Confío en ti.

"Confío en ti". Ahí está lo que no hay que decir nunca a los hijos. Es como una señal, si lo dicen, algo saldrá mal. Seguro.

—Tranquila, ¿vale? Miriam está en la misma situación que yo, quizás ni siquiera seamos capaces de aguantar allí y terminemos en la cafetería tomando un batido.

Mi madre esboza una sonrisa enorme.

—No está mal como plan b, pero lo cierto es que quiero que te diviertas. —Me da un beso en la frente y antes de salir de la habitación, añade—: Me voy ya, mañana me cuentas.

Giro de nuevo hacia el espejo y se me escapa un suspiro de resignación. No voy a cambiarme. Miro la hora y encuentro un mensaje de Miriam: "Nos vemos en 20 min.". Me lo ha enviado hace cinco. Corro al baño y suelto mi pelo, sujeto en un moño alto. Por suerte, el recogido me ha dejado el pelo ondulado, así que es suficiente con cepillarlo un poco. No tengo tiempo de maquillarme y tampoco mucha idea de cómo hacerlo, por lo que descarto ponerme a realizar experimentos. Regreso a la habitación, me calzo, cojo el bolso y salgo pitando de casa. No me gusta hacer esperar y tengo el tiempo justo para llegar al paseo.

Miriam pasea de un lado a otro nerviosa, sin embargo, en cuanto me ve su expresión se relaja. ¿Acaso pensaba que no iba a aparecer?

—Lo siento, llego tarde —me excuso—. Mi madre me quería hacer el tercer grado antes de salir.

—¡No te preocupes! Acabo de llegar. —Sus manos tiemblan y se cruza de brazos para que no sea tan evidente—. Estoy nerviosa.

Al menos lo reconoce.

—Yo también.

—De acuerdo —dice más para sí misma que para mí. Sacude los brazos como para liberar tensión y después me coge de la mano y tira de mí—. Vamos. Disfrutemos de la noche.

La playa es un hervidero de gente joven dispuesta a pasárselo bien. Quienes prefieren bailar tiene la zona del dj, junto al paseo están las food trucks y se han encendido pequeñas hogueras a lo largo de la playa para sentarse en torno a ellas.

—¿Por dónde empezamos? ¿Comemos algo? —propongo.

—Sí, claro.

Hacemos cola en uno de los puestos y no tardamos en conseguir un par de perritos calientes. Nos sentamos en el muro con los pies colgando, observando el ir y venir de gente mientras cenamos.

—Toda la vida he querido ir a una fiesta así —le explico—. En las pelis, las series, los libros... las fiestas en la playa son lo más. Y ahora estoy en una.

Miriam se ríe.

—No quiero echar por tierra tus expectativas, pero no deja de ser igual que cualquier otra fiesta. Y a veces, la arena no es más que un estorbo.

Claro, pero yo hasta ahora no he ido a ninguna, así que no puedo comparar.

—Bueno, en realidad es la primera vez que salgo, así que...

Miriam se tapa la boca para ahogar un grito de sorpresa y no sé por qué de repente parece entusiasmada.

—Eso cambia las cosas. Entonces tendremos que hacer que esta noche sea memorable.

Salta a la arena y me hace un gesto con la mano para que la siga.

—¿A dónde vamos?

—A bailar.

Nos mezclamos con la gente y me dejo llevar por el ritmo de la música. Miriam parece contenta y a mí se me contagia su buen humor. Ahora entiendo lo que me estaba perdiendo...

 Ahora entiendo lo que me estaba perdiendo

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¡Hola gente maravillosa!

Hoy solo tengo una pregunta para vosotros y vosotras. ¿Cómo creéis que irá la fiesta? ¿Bien, mal, fatal? ¡Se aceptan apuestas!

La respuesta... en el próximo capítulo. 

¡Os adoro! Besitosssss

Una historia sin títuloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora