Capítulo 27

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No consigo dormir

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No consigo dormir. Llevo horas dando vueltas y he mirado tantas veces el móvil que casi he agotado la batería. No sé por qué, después de lo ocurrido, esperaba que al menos me enviara un mensaje de disculpa o algo, pero nada. Y este silencio suyo me está haciendo sentir aún peor.

Después de lo que ocurrió el sábado, hoy me he comportado como si nada por el bien de los dos, dejando de lado lo que sentí en ese momento y obviando su absurdo comportamiento. Lo que no esperaba era descubrir que me había ocultado algo tan simple como su relación con esta casa. Ahora no puedo evitar pensar si me habrá mentido en algo más. ¿Acaso no me merecía que fuera sincero conmigo?

Un ruido seco en la terraza, me hace mirar hacia allí y aunque solo distingo el contorno de una figura, sé de sobra de quién se trata. No digo nada, ni falta que hace y espero hasta que él se acerca a mi cama. Siento que duda durante un breve instante, pero al final se tumba a mi lado y dice:

—Esta era mi habitación.

Hay tanta tristeza en su voz que por un momento me olvido de mi enfado, o al menos lo que siento, duele menos.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Nunca me ha sido fácil hablar de ello, mi madre adoraba esta casa y abandonarla fue algo que le rompió el corazón. Todos los recuerdos de una vida están entre estas paredes...

—Si amaba tanto esta casa, ¿por qué ese cambio?

—La carretera y el acceso, suponían un problema. Cada vez que tenía que acudir una ambulancia, todo se complicaba y se demoraba en exceso. Por eso mi padre tomó la decisión en contra de lo que mi madre y yo queríamos. Al menos no tuvo la oposición de Alba ya que ella no era ni consciente de lo que estaba pasando en aquel momento. Así que nos fuimos a la casa que era de mi abuelo. No hay mucho más que contar...

Sin embargo, yo tengo más preguntas.

—¿Por qué no regresásteis después?

—A mi padre nunca le importó esta casa ni lo que significaba. ¿Para qué regresar entonces?

—No sé, ¿Por vosotros? ¿Por ti? —respondo indignada. Empiezo a entender los motivos por los que Alec no se lleva bien con él.

—Nosotros tampoco le importamos lo suficiente, Tali.

Estiro la mano hasta posarla sobre su mejilla, deseando al menos darle un poco de consuelo.

—Siento mucho que tuvieras que dejar esta casa. Y siento que hayamos ocupado tu lugar seguro como si nada...

Siento sus dedos sobre mi boca, frenando mis palabras.

—No, no digas eso. No tienes culpa de nada. Además, prefiero que seas tú la que vivas aquí que cualquier otro...

En eso tiene razón. ¿Qué hubiera ocurrido si otros fueran los dueños?

—Claro, al menos así, puedes seguir disfrutando de las vistas —susurro. Entonces me doy cuenta de algo—. ¿Tú padre no te dijo que había vendido la casa?

Escucho un resoplido y noto cómo se mueve molesto.

—Sabía que la había puesto a la venta pero nada más. Cuando nos lo contó tuvimos una bronca monumental. Una cosa es que no quisiera volver a ella y otra que ni se planteara esperar unos años. Yo estaba dispuesto a comprarla si hacía falta. El día que nos conocimos, vine como siempre a pasar el rato en el salón y te puedes imaginar mi sorpresa al encontrarme un montón de cajas en este cuarto. Y a ti, claro. Me enfadé muchísimo con él. Creo que nunca me he sentido tan traicionado.

Aunque sé que mi familia no tiene la culpa, me siento fatal. Entiendo perfectamente que quisiera quedarse con esta casa y es como si se la hubiéramos arrebatado. Pero si no hubiéramos sido nosotros, otros la habrían comprado. De eso no hay duda.

—Lo siento. Siento no habértelo contado. Empezamos de una forma tan extraña y cuando fueron pasando los días, ya no supe cómo decirlo y no quedar como un idiota.

—No pienso que seas un idiota por no habérmelo contado, me duele que no hayas tenido la confianza para hacerlo.

Se acerca más a mí y cuando me coge de la mano, ese simple gesto, me descoloca por completo.

—No fue eso, es solo que... contártelo era hacerlo todo un poco más real. Una vez más la mala relación con mi padre, recordar todo lo que he vivido en esta casa... No estaba preparado para hablar de ello.

—¿Y ahora sí?

—Cuando vi tus lágrimas esta tarde, me sentí la peor persona del mundo. No quiero que vuelvas a llorar por mi culpa, Tali. Me importas demasiado.

La última frase queda flotando en el aire y aunque no nos vemos las caras, sé que nos estamos mirando. La tensión en el ambiente crece y quiero más. Quiero más de su cercanía, de sus palabras, de él. Reprimo el impulso de besarle aunque esa necesidad me está volviendo loca y me acurruco contra su pecho. Siento cómo su cuerpo está en tensión y durante un instante creo que va a rechazarme, así que cuando noto cómo sus brazos me envuelven, suspiro aliviada.

Tengo el corazón a mil y un intenso cosquilleo me recorre la piel, sin embargo sé que no vamos a ir más allá. Ni hoy, ni ningún otro día. Da igual lo que yo sienta, y da igual que su corazón también lata desbocado. Le conozco lo suficiente como para saber que luchará contra esto que siente, solo para no decepcionar a Elia, ni a Isabel, ni a sí mismo.

No soy tan tonta como para no ver que el sábado estaba celoso. Y podría sacar el tema y ponerle entre la espada y la pared. El problema es que a mí, él también me importa demasiado y sé que debo esperar a que decida a qué debe hacer caso, a lo que dice su cabeza o a lo que siente su corazón.

 El problema es que a mí, él también me importa demasiado y sé que debo esperar a que decida a qué debe hacer caso, a lo que dice su cabeza o a lo que siente su corazón

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¡Ay! ¡Vaya capítulo! 

Bueno, antes de que alguien pregunte si Jorge el primo de Tali no sabía que Alec vivía en esa casa (recordad que cuando coinciden en La brasa, él le explica que se han mudado allí), pues no, no lo sabe. Porque Jorge conoció a Alec en el instituto y él ya no vivía allí sino en la casa actual. Por eso el secreto no se descubre hasta que su padre lo cuenta...

Sé que esperabais beso al final y seguro que a alguien le habrán entrado ganas de matarme, pero todo a su debido tiempo. 

Entramos en los últimos capítulos, publicaré uno por día y a final de semana haré un pequeño maratón. Así que espero que me acompañéis hasta el final.

Dejadme comentarios, por fi. Besitossss.

Una historia sin títuloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora