Capítulo 35. Alec

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"Te has deshecho de mí y ni siquiera has tenido la valentía de hablar conmigo

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"Te has deshecho de mí y ni siquiera has tenido la valentía de hablar conmigo. Creo que al menos merecía que me dijeras a la cara que dejabas de ser mi acompañante. Si querías alejarte, has encontrado la forma perfecta de hacerlo".

Leo varias veces el mensaje sin poder creer lo que pone. Joder. Lo ha malentendido todo. Seguro que Elia la ha llamado, sin darme tiempo a hablar primero con ella. Miro la hora, sopesando si tengo margen suficiente para ir a hablar con Tali antes de que empiece mi turno de tarde. Al menos tendrá que darme la oportunidad de explicarme.

"¿Estás en casa?", tecleo mientras salgo de la mía, dispuesto a solucionar la confusión.

"Ni se te ocurra venir. No pienso abrirte la puerta".

"Entonces entraré por la terraza".

"No creo que a Leo le haga mucha gracia".

Me río de su respuesta. No sabe que cuento con ventaja.

"No mientas. Me apuesto algo a que Leo no está. Tiene turno de tarde igual que yo".

Corro por la carretera, agradecido de que viva a unos pocos minutos de casa. A mitad de camino, me adentro en la vegetación, avanzando por un terreno que me conozco al dedillo. Sabiendo que está sola quizás debería ir por la puerta principal pero algo me dice que ella me espera en su cuarto. Recorto los metros que quedan y me encaramo a las ramas de árbol que llegan hasta el tejado. Si consigo que hoy no me mande a la mierda, quizás más adelante le enseñe un secreto de esta casa que aún no conoce.

Desciendo con cuidado y doy un salto para aterrizar en la terraza. Miro hacia el interior y tal y como esperaba, ella está sentada en el borde de su cama, con la mirada fija en mí. En cuanto empujo las puertas, se pone de pie y se cruza de brazos. Mal empezamos.

—Te he dicho que no vinieras. Ya te he puesto en ese mensaje todo lo que quería y tú has perdido tu oportunidad.

—Vale, espera. Déjame hablar. No pensé que Elia te llamaría tan rápido, creí que podría...

Da dos pasos hacia mí y hay tal enfado en sus ojos que estoy a punto de recular.

—¿Podrías qué? ¡Hablaste con ella antes que conmigo! ¿Por qué no me lo dijiste? Si no querías seguir a mi lado, solo tenías que decirlo...

"Si no querías seguir a mi lado". Joder ¿cómo no se ha dado cuenta de que no se trata de eso?

—Tali, no es lo...

—He sido una tonta. Los últimos días has llegado a acaparar mis pensamientos hasta tal punto que ya ni siquiera pienso en Lili. No sé cómo se me ha ido de las manos. Pero ya te lo dije, se me pasará.

Si me dejara hablar, podría decirle que yo también pienso en ella a cada momento del día, pero no parece dispuesta a escuchar mis explicaciones, así que hago lo único que se me ocurre. Acorto la distancia que nos separa, tomo su rostro entre mis manos y la beso. Noto cómo se pone rígida durante un segundo sin embargo, en cuanto mis labios actúan, ella responde. Siento el calor de sus mejillas bajo las palmas y la beso una y otra vez, intentando convencerla sin palabras de lo que significa para mí.

Una historia sin títuloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora