Tali lleva un rato contándome su última sesión con Elia pero soy incapaz de concentrarme en sus palabras. Estamos en mi casa, tumbados en el sofá, uno frente a otro. Ella tiene los pies subidos al respaldo y los mueve de forma rítmica mientras habla. No es consciente de lo que hace, sin embargo me tiene hipnotizado. Deslizo la vista por sus piernas desnudas hasta llegar al pantalón corto, que se le ha recogido un poco al estar en esa postura, y hago un enorme esfuerzo para subir la vista hasta sus ojos. Trago saliva con dificultad e intento apartar de mí esta estúpida necesidad de besarla.
Bastante que, después de que el sábado me comportara como un idiota, ella ha hecho como si nada y ni siquiera ha sacado el tema relucir.
—De verdad que no sé qué hacer. No avanzo, sigo estancada. Quiere que comience a escribir, sobre mí... y sobre Lili. Que me vendrá bien, pero no estoy tan segura.
—No hay una fórmula matemática que diga cómo te has de sentir o hasta cuando. Yo creí que lo tenía superado y cuando habían pasado tres años tuve un bajón impresionante.
Tali se sienta y cruza las piernas, dejando claro que quiere saber más.
—¿Tres años después?
Asiento sin mirarla. No me gusta recordar esos momentos, pero no quiero engañarla diciendo que todo irá mejor. Puede que sea así, o puede que no.
—Sí, es como que durante los primeros meses, no eres del todo consciente de que no está, además su presencia aún está fresca. No sé decirte qué me pasó, ni siquiera tengo claro el momento, solo recuerdo que de pronto pensé: "Ya no va a estar nunca". Y ese nunca se hizo enorme. Eso, sumado a que cada vez me era más difícil acordarme de las pequeñas cosas con ella... En ese momento, todo se me vino encima. La eché de menos mucho más que el primer día de su ausencia. Fue una temporada jodida, pero poco a poco me fui reponiendo y encontrando la forma de que estuviera presente sin que eso me hundiera en la mierda.
—No sé cómo hacer eso con Lili.
—Tienes que darle espacio a su recuerdo, sin que marque tu día a día. Estarás un paso más cerca de conseguirlo cuando hables de ella, recordando los buenos momentos. Ahí te darás cuenta de que has avanzado.
—¿Cómo se llamaba tu madre?
—Nadine. Un nombre bonito ¿verdad?
Tali se ríe. ¿Acaso no le gusta?
—¡Mucho mejor que el mío! —exclama.
—¿Qué tiene de malo el tuyo? A mí Tali me gusta.
Se mueve un poco para acercarse más a mí y habla en voz baja, como si corriera el riesgo de que alguien más la escuchara, aunque estamos los dos solos.
—Ese no es mi nombre completo, solo una parte.
Sé que acabo de poner cara de sorpresa, pero es que en ningún momento lo había pensado.
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Una historia sin título
Romance¿Serías capaz de soportar la pérdida de tu hermana? ¿Podrías empezar de cero con su recuerdo aún asaltando tus sueños? Tali quiere una nueva vida. Lo que ocurrió con Lili fue un punto de inflexión que le hizo replantearse todo lo que había hecho ha...