Capítulo 30

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Atravieso el paseo y llego a la arena, avanzo por ella a trompicones y me dejo caer

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Atravieso el paseo y llego a la arena, avanzo por ella a trompicones y me dejo caer. Antes de que mis rodillas toquen el suelo, alguien me sostiene en un prieto abrazo y no me hace falta girarme para saber que es Alec. No dice nada, solo me envuelve entre sus brazos mientras yo me tapo la boca para ahogar el grito de rabia que se empeña en salir de lo más profundo de mí. ¿Qué he hecho? ¿Por qué me he comportado así? Solo era una maldita foto, nada más que eso. Sentí pavor al pensar que iba a verme expuesta, cuando la realidad dista mucho de eso.

No puedo coger aire. Boqueo desesperada, pero el oxígeno apenas llega a mis pulmones. Me siento desfallecer. Alec lo nota y me baja con cuidado, hasta que mis rodillas tocan la arena. Sin soltarme del todo se gira hasta quedar ante mí. Junta su frente con la mía y dice en un susurro:

—Sigue mi respiración.

Toma mi mano y la pone sobre su pecho para que me sea más fácil seguir el ritmo.

—No... puedo...

—No pienses en nada, solo esto. —Hace una inspiración—. Olvídate del resto del mundo. No existen. Solo tú y yo...

Intento concentrarme en el movimiento de su pecho y respirar. Algo tan básico y tan complicado a veces. Sin embargo, en cuanto consigo controlar el ritmo, la realidad me golpea de nuevo y comienzo a llorar. No puedo controlarlo, simplemente sale de lo más profundo de mí.

Lo que ocurrió con Lili me dañó mucho más de lo que quiero reconocer y hoy se ha confirmado. Mis miedos me atacarán cuando menos lo espere y sacarán lo peor de mí. ¿Qué pensarán todos de mi comportamiento? ¿Cómo les voy a mirar de nuevo a la cara? Durante unas horas he llegado a creer que podría tener unos amigos con los que salir y divertirme como una adolescente más. Pero después de mi reacción, no querrán tratar con alguien como yo. ¿Por qué iban a aguantar a una persona que se comporta como una loca?

Alec me acuna lentamente, sabe que lo único que necesito de él ahora mismo es que esté a mi lado. Sin embargo, no puedo evitar sentirme también mal por él. Ni siquiera sé cómo ha llegado hasta mí. ¿Estaba en el restaurante? ¿Ha dejado su turno para venir tras de mí?

—Lo siento... —balbuceo—. Siento que tengas que cargar conmigo.

Se separa lo justo para mirarme y veo extrañeza en sus ojos.

—No te disculpes. Ojalá pudiera borrar tu sufrimiento de alguna manera. Verte llorar me mata...

—No puedo evitarlo...

Alec deposita un beso en mi frente.

—Ni debes hacerlo. Llorar es una forma más de sacar lo que nos está consumiendo por dentro. Es solo que tu dolor también me duele.

Sujeta mi rostro con ambas manos y con los pulgares limpia las lágrimas que se deslizan veloces. Sus palabras me hacen sentir importante y eso, de algún modo, me lleva a llorar más, porque me gustaría que me quisiera de otra manera y sé que no va a ocurrir.

Noto sus labios en mi mejilla y por inercia, cierro los ojos.

—Estaré a tu lado mientras me necesites. —Un nuevo beso—. No me alejaré, estoy contigo, ¿vale?

Siento sus labios contra los míos y por un instante creo que la mente me ha jugado una mala pasada, sin embargo vuelvo a notarlos, aunque apenas unos segundos. Después un nuevo beso en la mejilla y me abraza con fuerza, como si me quisiera retener para siempre.

De pronto mi mente deja todo a un lado, excepto lo que acaba de ocurrir. Mi parte racional, dice que solo me está consolando y que no ha sido más que un gesto de cariño hacia mí. Al fin y al cabo, muchos amigos se besan en los labios sin que haya nada entre ellos. En cambio, mi parte emocional grita que no puede tratarse solo de eso.

Guardo esos pensamientos en un rincón y permanezco acurrucada entre sus brazos hasta que ya no me quedan más lágrimas y mi cuerpo deja de temblar. No quiero soltarle y parece que él tampoco tiene muchas intenciones de hacerlo, pero no nos podemos quedar toda la noche así.

Cuando me aparto, él examina mi rostro, como si quisiera asegurarse que realmente estoy bien y su ceño fruncido muestra verdadera preocupación.

—Estoy bien —sentencio mientras me froto los ojos y aparto los últimos restos de lágrimas.

Me pongo de pie y noto las piernas dormidas, después de tanto rato en la misma postura. Las muevo un poco para que la sangre circule de nuevo, con la vista clavada en el suelo. Por algún motivo, después de todo lo que ha pasado estoy un poco incómoda. Me envuelvo con la chaqueta y cruzo los brazos sin saber qué hacer.

—Tu hermano lleva un rato ahí esperándote.

Levanto la vista y veo a Leo en el muro del paseo. Suelto un suspiro y echamos a andar hacia él.

—¿Estabas trabajando? —le pregunto sin mirarle.

—Sí. Cuando ocurrió todo el jaleo, tu hermano dijo que me cubría para que pudiera salir tras de ti.

—Genial, qué vergüenza.

Alec me coge de la mano y una corriente eléctrica me sube por la piel hasta la nuca.

—No pienses así. Leo se preocupa por tí. Eso nunca será algo malo.

Llegamos a su lado y por su expresión creo que va a soltar alguna barbaridad pero esta vez, estoy equivocada.

—Ven aquí, enana. —Me envuelve en su abrazo de oso y yo me dejo llevar por esa muestra de cariño que tanto necesito ahora mismo—. Gracias Alec.

Hace unos días hubiera jurado que nunca le escucharía decir algo así.

—No es nada.

—¿Nos vamos a casa? —me pregunta Leo sin soltarme del todo—. Ya he acabado mi turno.

—Vale.

Soy incapaz de mirar a Alec, así que echamos a andar y escucho un escueto "adiós" a nuestras espaldas. Sin embargo, cuando llevamos varios pasos, no puedo evitar mirar hacia atrás y él sigue en el mismo lugar, con la vista fija en nosotros. Daría lo que fuera por saber lo que está pensando en este momento y me pregunto si estará igual de confuso que yo.

Leo me aprieta un poco el hombro para que deje de mirar y al girarme dice:

—Haré la vista gorda dadas las circunstancias, pero no creas que no he visto que te ha besado.

—Haré la vista gorda dadas las circunstancias, pero no creas que no he visto que te ha besado

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Ay, me parece tan bonito este capítulo... eso sí ¿qué pensáis? ¿Se puede considerar que ha habido beso o no? Si queréis le preguntamos a Leo, jajaja. Entre tanto drama ahí está él para soltar esa frase final...

¿Y ahora? Se les está yendo todo de las manos. ¿Qué van a hacer?

Para que no sufráis, el resto de capítulos (cinco y el epílogo) se publicarán mañana en un maratón. ¿Tenéis ganas del final?

Besitossss

Una historia sin títuloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora