PARTE VEINTIUNO

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Iliana

Me quedé dormida sin notarlo en brazos de mis machos. Abrí los ojos adormilada, viendo el techo de la hermosa habitación. Me levanté con cuidado y busqué a Rhys y a Khaos, pero no estaban por la habitación. Me puse el camisón largo de seda verde que se hallaba en la cama y caminé a pasos perezosos hacia la puerta de madera café. Al abrirla, oí unas voces en la parte baja de la casa. Parecían voces de machos. Al caminar fuera de la habitación, escuché con claridad a uno de ellos diciendo que algo estaba dañando la barrera del planeta. De pronto, la voz de Rhys se escuchó. Era algo extraño; eso no había sucedido en décadas.
-Tal vez es poco probable, pero lo estamos viendo ahora.
Contesto una voz.

Continué avanzando hacia la fuente de las voces, con la preocupación burbujeando en mi interior. Al llegar al lugar donde se congregaban, encontré a los machos en una discusión animada. Sus rostros mostraban una mezcla de confusión y preocupación, lo cual no era común en ellos.

-¿Qué está pasando? -pregunté, tratando de ocultar mi propia inquietud.
Rhys giró hacia mí, sus ojos reflejaban una mezcla de emociones difíciles de descifrar. Khaos permanecía en silencio, pero su mirada intensa hablaba por él.
-Es una situación inusual, solecito -respondió Rhys con voz grave-. Parece que algo está mal , la barrera a detectado invaciones extrañas y nos han comunicado la desaparición de varias hembras de diferentes planteas, entre ellos la princesa del planeta Arians " Nicasia" y una hembra de Sirian llamada " Auren" .
Me acerqué más, buscando entender la magnitud de lo que estaba sucediendo. La tensión en el aire era palpable, como si el equilibrio de nuestro mundo estuviera siendo desafiado por fuerzas desconocidas.
-¿Qué quieres decir con eso? -pregunté, sintiendo cómo la ansiedad se apoderaba de mí.
Rhys exhaló profundamente, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para explicar lo inexplicable.
-Las hembras están siendo secuestradas por seres de un planeta desconocido. -dijo, con una gravedad que me heló el corazón-. Y no sabemos qué consecuencias podría tener esto para nuestra especie.
Un escalofrío recorrió mi espalda mientras asimilaba sus palabras. Nuestro mundo, cuidadosamente construido sobre la estabilidad de nuestras relaciones y la armonía entre nuestras especies, estaba siendo desafiado por algo que no entendíamos completamente.
Mientras avanzábamos por los pasillos de nuestra morada, la tensión seguía aumentando, como una sombra que se cernía sobre nosotros.
Rhys y Khaos intercambiaban miradas cargadas de preocupación, mientras los dos machos azules nos seguían en silencio, sus expresiones reflejaban una mezcla de curiosidad y aprensión.
-¿Creen que esta nueva amenaza llegue a Solaris? -pregunté, buscando desesperadamente alguna respuesta reconfortante.
Rhys frunció el ceño, sus ojos dorados brillaban con determinación.
-No lo sabemos aún, pero es evidente que algo está alterando la dinámica de nuestro mundo y con ello poniendo en riesgo a las hembras de Solaris -respondió con voz grave-. Necesitamos investigar más a fondo para entender la magnitud de esta situación. No pienso arriesgar me a perderte.
Khaos asintió en silencio, su mandíbula apretada mostraba su determinación.
-Estoy de acuerdo. Debemos descubrir quien esta detrás de estas desapariciones y cómo podemos proteger a nuestro pueblo -añadió, su voz resonando con firmeza.
Continuamos nuestro camino en un silencio tenso, cada paso resonando en los pasillos vacíos.

Los dos machos azules nos seguían de cerca, su presencia reconfortante en medio de la incertidumbre.
Finalmente, llegamos a la biblioteca, un santuario de conocimiento que había sido testigo de innumerables discusiones y descubrimientos a lo largo de los años.
-Aquí encontraremos respuestas -murmuró Rhys, empujando las grandes puertas de madera con determinación.
Nos sumergimos en la vasta colección de libros y pergaminos, buscando pistas que nos ayudaran a comprender la situación que enfrentábamos. Los machos azules se dispersaron, examinando cada estantería con atención meticulosa.
-Creo que he encontrado algo -anunció uno de ellos, levantando un antiguo pergamino con manos temblorosas.
Nos reunimos a su alrededor, ansiosos por cualquier pista que pudiera arrojar luz sobre nuestra situación.
-Esto describe que aquí en Solaris está el Oceano de la tribu Sirian donde habitan los nativos acuaticos-explicó, su voz temblorosa por la emoción-. Parece que cada cierto tiempo el líder de ellos sale del agua creando un escudo mas fuerte alrededor del limite del océano y la tierra.
Rhys frunció el ceño, su mente trabajando a toda velocidad.
-Entonces, ¿debemos hallar al líder de Sirian? -pregunte.
Rhysand asintió solemnemente.
-Sí, pero nunca hemos visto a ningún ser acuatico. Parece que estamos frente a una situación sin precedentes.
Nos quedamos en silencio por un momento, asimilando la gravedad de nuestras circunstancias.
Pero estábamos determinados a enfrentar este desafío juntos, sin importar cuán oscuro pareciera el horizonte.
Decidimos dividirnos para investigar más a fondo. Los dos machos azules se adentraron en los registros más antiguos de la biblioteca, buscando cualquier indicio de eventos similares en el pasado, mientras que Rhysand, Khaos y yo nos dirigimos a la periferia de nuestro territorio, donde las energías de la Tierra eran más fuertes.
Mientras caminábamos por los bosques frondosos, la atmósfera se volvió más densa, como si el aire mismo estuviera cargado de electricidad. Mis machos intercambiaban miradas nerviosas, conscientes de la importancia de nuestra misión.
-¿Creen que encontraremos respuestas aquí? -pregunté, sintiendo una punzada de ansiedad en mi pecho.
Khaos asintió con determinación entrelazando su enorme mano roja con la mia.
-Si hay algo que pueda explicar lo que está sucediendo, será aquí -dijo, su voz firme.
Continuamos avanzando, dejando que nuestros instintos nos guiaran hacia cualquier pista que pudiera arrojar luz sobre nuestra situación. Finalmente, llegamos a un claro en el bosque, donde una antigua ruina se alzaba en silencio contra el cielo.
-Este lugar tiene una antigua historia -murmuró el otro macho azul, su voz llena de reverencia-. Se dice que es el punto de encuentro entre nuestro mundo y las energías de la Tierra.
Nos adentramos en las ruinas con cautela, nuestros sentidos alerta ante cualquier indicio de peligro. Pero en lugar de peligro, encontramos una sensación de calma, como si estuviéramos siendo abrazados por las energías mismas que nos rodeaban.
-Esto es extraordinario -susurré, maravillada por la serenidad del lugar.
Mis machos asintieron en acuerdo, sus ojos brillando con emoción contenida. Juntos, exploramos cada rincón de las ruinas, buscando cualquier indicio de lo que podría estar causando la caída de las barreras.
Finalmente, encontramos un antiguo altar, cubierto de inscripciones en un idioma antiguo que apenas podíamos comprender. Pero algo en esas inscripciones resonó en lo más profundo de nuestros seres, como si estuviéramos tocando una verdad ancestral.
-Esto es un registro de la última vez que nuestras especies se vieron afectadas por una invasion-murmuró uno de los machos azules, su voz temblorosa de emoción-. Parece que estamos repitiendo la historia una vez más.
Nos quedamos en silencio por un momento, asimilando la magnitud de lo que habíamos descubierto. Pero en lugar de desesperación, sentimos una chispa de esperanza arder en nuestros corazones. Porque si pudimos superar este desafío en el pasado, también podríamos hacerlo ahora.
Mientras explorábamos el oscuro bosque, nos dimos cuenta de que nos estábamos acercando peligrosamente al océano de Solaris, donde se rumoreaba que habitaban seres misteriosos y poderosos. Rhys y Khaos, con su aguda percepción, comenzaron a sentir una fuerte aura que nos rodeaba, una presencia que parecía acecharnos en la oscuridad del bosque sin que pudiéramos verla.
Los dos me abrazaron por la cintura protegiéndome y cubriéndome con sus cuerpos.
-Hay algo aquí, algo que no podemos ver pero que nos está observando -murmuró Khaos, su voz tensa con anticipación.
Rhys asintió, su instinto alerta ante la amenaza invisible que los rodeaba.
-Debemos proceder con cautela -advirtió, su mirada escudriñando las sombras en busca de cualquier indicio de peligro.
Nos adentramos más en el bosque, con el corazón latiendo con fuerza en nuestros pechos mientras nos enfrentábamos a lo desconocido. De repente, una brisa fría sopló a través de los árboles, llevando consigo un susurro inquietante que parecía susurrar en la oscuridad.

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