PARTE DOCE

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Iliana

Me encontraba en un lugar celestial, mire bajo mis pies y todo el piso era agua que daba el reflejo de las inmensas nubes blanca en el cielo.

Un aroma especial toco mis sentidos, me lastimo el corazón arrancándome lagrimas al reconocer ese dulce aroma tan familiar.

Flores y frutos rojos.

-cuanto has madurado pequeña...- se dirigió a mi una mujer de cabello castaño ondulado, largo y suelto. Vistiendo un vestido desgastado pero hermoso que le daba un toque aquella dama de sonrisa maternal y gran parecido a mi. – Eres toda una mujer ahora.

Extendió sus brazos y corrí hacia ella y me aferré no queriendo dejarla ir.

-¡¡ Mamá!! .- Llore desconsolada al verla.

Me la habían arrebatado injustamente siendo solo una adolescente. Y no pude despedirme.

Al separarla de mi cuando yo solo tenía once años no podía dejar que los reptilianos me miraran si no me sacrificarían. Después de ver como era esposada y llevada a la nave debía asumir mi vida de adulto y me obligue a sostenerme sola.

Aunque eso no funciono de mucho.

A las pocas semanas los reptilianos se habían enterado de mi y fui llevada a la área de crianza y maduración.

-Cuanto tiempo ha pasado desde mi partida. Aun puedo ver a esa hermosa chiquilla feliz y tenaz que le encantaban mis caricias.- Conto son añoranza la dulce mujer mientras acunaba mi rostro. – No sabes cuanto luche por volver contigo cariño...

- Mamá...

- No es necesario que hables mi amor. Solo disfruta del momento y permíteme decirte cuan orgullosa estoy de ti... has sido una niña muy fuerte cariño. -Me sonrió feliz, el nudo en mi garganta no me dejaba hablar.- Las decisiones que vienen ahora te condujeron a este hermoso mundo. Y en cuanto aquellos chicos, te aseguro que esos sentimientos son muy puros.

-Lo son, Mamá.

-Este mundo te traerá muchas enseñanzas y se que esos tres jóvenes te harán muy feliz...

-¿Cómo... tres jóvenes?... Mamá si solo son dos creo que estas confundida.

- Ya debes volver mi niña. - Me rodeo para colocarse enfrente de mi. - Disfruta de este nuevo comienzo Iliana y por favor se feliz. Siempre estaré a tu lado y créeme que serás una madre estupenda, de eso no tengo dudas. - Afirmo convencida provocando mas llanto en mi.

Sabía que se estaba despidiendo de mí.

Cerré los ojos no quería verla partir de nuevo. Solo susurre la última frase que quería que escuchara ese día.

-Te amo...

-Yo también te amo Pequeña.

Susurre en un eco que me trasportaba de aquel estado de inconciencia a uno mas real.


...


Unos ligeros pestañeos me devolvieron a la realidad.

Enfocaba mi vista a aquella habitación blanca. Tome una respiración profunda para calmarme, hice el intento de levantar mi mano izquierda y frotarme la cara, pero me sorprendí al ver una cabellera negra reposar sobre la camilla mientras se aferraba a mi mano.

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