CAPITULO 13 ¿Jugamos?

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Me desperté solo en la cama de Tom con una sonrisa que nunca antes había tenido en mi cara. Me sentía completamente feliz por primera vez.

Oí ruidos de cubiertos y platos en la cocina. Seguro era Tom. Me estiré en la cama y salí de su habitación. Bajé las escaleras y me asomé a la cocina. Ahí estaba él de espaldas a mí. Me quedé observándole sin que él se diera cuenta de mi presencia. Le vi con otros ojos. No era mi hermano, era Tom, era mi amor. Fui hacia él despacio para que no me descubriera.

– Buenos días. – le dije rodeándolo con mis brazos por su cintura, apoyando mi cabeza sobre su hombro, mirándole.

– ¡Oh! Vaya, que buen despertar. – dijo mirando mis ojos todavía adormilados. – Buenos días. – me contestó con un beso. Y yo respiré profundamente tras él. Que bien me hacía sentir.

– ¿Qué estás haciendo? – le pregunté sin soltarle.

– Pues... café y tortitas. La luz ha vuelto esta mañana.

– ¿Has ido a comprar? ¿Por qué no me has despertado?

– Porque estabas tan... dulce durmiendo que no quería quitar esa sonrisa de tu cara. – sonreí. – La misma que tienes ahora.

– Qué tonto eres. – le di un beso en el cuello y él se retorció. Al darme cuenta de su reacción le di otro. – Pues que sepas que esta sonrisa es por ti.

– Pues que sepas... que ya lo sabía. – se burló. Yo hice un gesto de enfado burlándome de su respuesta y terminé por darle otro beso.

– ¿Sabes? – le dije sentándome en la mesa cerca de él. – Anoche olvidé por completo la tormenta.

– Me alegro. Porque fue de las peores. Cuando he salido a comprar estaban los contenedores volcados por medio de la calle, e incluso tiró árboles.

– ¿En serio? – dije sin poder creerlo.

– Sí. Todo el mundo hablaba del miedo que habían pasado. – dicho esto sonrió.

– Y... ¿Qué es lo que te hace gracia? – no entendí el porqué de su sonrisa.

– Pues que tu y yo... apenas nos dimos cuenta de lo que pasaba fuera.

– ¡Y menos mal! Si fue tan fuerte no hubiera pegado ojo en toda la noche.

– Bueno, a desayunar, bebe. – cogió los cafés y las tortitas y las puso en la mesa.

– Tom... no me ... No me digas bebe. Por favor.

– Perdón. Lo siento. Supongo que es... la costumbre. – así me decía siendo Nick.

– No pasa nada. Solo es...

– Lo sé. Lo dije sin pensar. – dijo serio. Metió la pata.

– Llámame de otra manera. – le dije acercando mi silla a la suya poniendo una de mis piernas encima de la suya dejándola caer. Crucé mis brazos sobre su hombro y apoyé la cabeza sobre ellos quedando a centímetros de su cuello.

– ¿Y cómo quieres que te llame, a ver? ¿Pequeño, ojitos, ratón, amor, cariño...?

– Vaya... vaya cursiladas estás soltando. Ja, ja, ja.

– Tú me estás volviendo cursi, y estúpido, y romántico, tierno... – me dijo acariciando mi mejilla.

– Gay. Te estoy volviendo gay. – se quedó serio, parecía molesto, pero nada de eso. Solo fue un segundo después los dos reímos a carcajadas. – Me encantan como se cierran tus ojos cuando te ríes.

– Exactamente igual que los tuyos, pero con la diferencia que los tuyos son mucho más bonitos.

– No es cierto. Mis ojos no brillan como lo hacen los tuyos.

– Yo creo que sí. Brillan mucho. Brillan más que nunca desde ayer.

Dios, parecíamos dos tontos enamorados. Y es que lo éramos.

Terminamos de desayunar y ambos recogimos la mesa. Tom ya había fregado lo de la noche cuando se levantó, así que le pedí que me dejara fregar a mí el desayuno. Después de un rato accedió. Antes ni siquiera hubiera hecho falta que se lo pidiera, simplemente hubiera dejado que lo hiciera, aunque hubieran pasado días con los trastos en el fregadero. Tom estaba cambiando y era por mí al parecer.

Salí de la cocina justo cuando su móvil sonó. Tom estaba tirado en el sofá. Yo me quedé esperando a ver quién era.

– ¿Sí? ... Javi, ¿Qué pasa tío? – era Javi. Me quedé mirándolo, estaba tumbado boca arriba. Metió su mano bajo la camiseta y se acariciaba la tripa. Supongo que por el pedazo de desayuno que nos habíamos zampado.

Mentiras en la red 1 - TWC-RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora