CAPITULO 44 Volver a sentir.

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Narrado por Bill.

Me había quedado dormido, hasta que una enfermera me despertó al darle sin querer una patada a la rueda de la camilla. La mataba, menudo susto me dio.

– Perdona. No quería despertarte. Qué torpe soy. Lo siento. – dijo totalmente avergonzada.

– Tranquila. No pasa nada.

– Vengo a traerte las medicinas para el dolor y a quitarte los goteros. – le miré extrañado, el doctor no había pasado como me dijo. ¿Por qué me los quitaba? – El doctor pasó mientras dormías y te revisó. Estás bien, así que ya te quito todo esto. Y mañana por la mañana te darán el alta. – en mi cara se dibujó una gran sonrisa.

– Bien. No me gustan los hospitales.

– Pero tendrás que hacer reposo al menos una semana en casa. Ya sabes, por el golpe en la cabeza.

– Está bien, pero mejor en casa que aquí, ¿no? – le sonreí y me devolvió la sonrisa.

– ¿Sabes? Hay un chico muy guapo allí afuera. – le miré con cara de "¿y a mí qué me importa?" y siguió quitándome las vías.– Le puedo decir que pase si quieres, y que se quede a hacerte compañía en el cuarto. El pobre está dormido en los bancos.

– Perdona, pero... no entiendo nada. No hay nadie conmigo aquí. Me refiero que, nadie se quedó en el hospital.

– Pues creo que no es así. Ese chico está aquí desde que viniste. Y todavía no se ha ido. Lo que no entiendo es por qué está afuera. – fruncí el ceño, no podía imaginarme quién era, tal vez era Dereck. Pero hubiera entrado al sofá de aquí, al menos. Ahora sí que estaba perdido. Seguro era Dereck y no entró para no molestarme. Será tonto.

– Puedo... ¿Puedo asomarme? ¿Levantarme de la cama? Quiero reírme de él un poco, creo que sé quién es.

– Qué cruel. –rió. – Está bien, pero levantate despacio, no te marees.

Primero me incorporé en la cama, esperé un poco, pues sí que me estaba mareando. Cuando me sentí mejor, bajé las piernas al suelo y me puse de pie. La enfermera me tendió la mano para apoyarme en ella. Me acompañó hasta la puerta de la habitación y entonces lo vi. Se me revolvió el estómago y los ojos se me pusieron llorosos, pero no quería llorar, no quería, pero no pude aguantar.

– ¿Estás bien? – me preguntó la enfermera.

– Sí, sí... no pasa nada. – dije pasándome la mano por las mejillas para quitar esas lágrimas. Ella se acercó hasta él.

– Chico... oye... – se agachó un poco hasta Tom y le movió para despertarle. – Hola. Bill sabe que estás aquí. – vi como se ponía blanco y despertaba de golpe. – Te espera, puedes quedarte dentro con él.

– Gracias. – dijo Tom y al escuchar su voz un escalofrío recorrió mi cuerpo. Hacía tanto que no sentía eso en mi. La enfermera se fue y entonces miró hacia mi habitación encontrándose con mi mirada. Se quedó parado, supongo que no sabía como reaccionaría y por eso apenas se movió.

Le hice un gesto con la mano para que viniera. Se levantó sin apartar la mirada de mí y caminó hasta la puerta de la habitación, donde yo estaba apoyado.

– H–hola. – me dijo.

– Pasa. – pasó por mi lado a la habitación y yo cerré la puerta de esta quedándome de espaldas a él. Sonreí sin darme cuenta y entonces hice lo que más ganas tenía de hacer desde que le vi.

Me giré sobre mí mismo y le miré a los ojos. Sus ojos me decían lo que siempre me habían dicho. Y no dudé. Me acerqué a él y le abracé por el cuello con todas mis fuerzas, llorando, desahogándome. Es lo único que quería hacer, abrazarle y sentirle cerca de mí, conmigo, a mi lado. Sentir su calor y su protección.

Mentiras en la red 1 - TWC-RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora