Mentiras en la red 1 - TWC-R

CAPITULO 38 Separados.

Narrado por Bill.

Desperté sin poder creer todavía lo ocurrido anoche. Estiro mi brazo al lado de mí, sobre mi cama, y está tan frío, que me da escalofríos. No mantiene el calor del cuerpo de Tom. Ni Tom está tampoco y tal vez... no vuelva.

No sé cómo ha ocurrido. Ni cuándo. Ni cómo. Solo sé que estoy solo, que me ha dejado y... joder, le echo de menos. Esto no puede ser real. Seguro que estoy en un jodido sueño. Sí. Será eso. Cierro mis ojos y vuelvo a dormir con la esperanza de que, al despertar de nuevo, Tom esté ahí.

De nuevo, más tarde, suena el despertador indicándome que es hora de levantarme, desayunar, vestirme e ir a trabajar. Y Tom no está. Y la casa está tan vacía que me da miedo. Está en total silencio.

Desayuno, me visto y me arreglo y sí, estoy esperando que Tom aparezca de la nada y entre por esa puerta y me diga que no va a ningún lado. Pero sé que no será así. Algo me dice que no pasará.

Camino hacia la tienda. Mirando mis pies caminando por las calles, observando a la gente y todo parece que vaya a cámara lenta. El aire acaricia mi cara y mis ojos empiezan a quemar. Es ahora cuando empiezo a asimilar que no le tengo junto a mí y que... me ha dejado. Lloro... lloro y consigo entrar a la tienda. Abro la puerta y la cierro tras de mí y lo único que puedo hacer es recostarme en ella y romper en llanto. No puede ser. Le quiero conmigo, le quiero a mi lado.

– ¿Bill? – no sé quién llama detrás de la puerta, ni tampoco me importa porque no es él. – ¡¡Bill!! – los golpes en el cristal traspasan a mi espalda y me doy cuenta de que es Kate. Me aparto para que pase sin alejarme mucho de la puerta. Necesito a alguien ahora mismo.

– Lo siento. – le digo por no apartarme de la puerta antes. Ella entra y cierra tras de sí.

– Oye... Bill... que... ¿Estás llorando? Ey, ven aquí. – me abraza sin más y es tan reconfortante.

– Yo... lo siento. – digo entre sollozos. – Lo siento, no puedo está aquí así.

– ¿Pero qué ha pasado? Dime, por dios, nunca te había visto así. Mírate... espera. – vuelve a la puerta y echa la llave. Me coge del brazo llevándome a la oficina de mi jefe, ahora mía. Me hace sentarme en el sofá y ella no sé dónde va. A los pocos segundos viene con toallitas pequeñas en la mano. – Mira como estás. – me limpia los ojos. Mi maquillaje, claro. – Ya mismo me vas a contar por qué estás así.

Le conté todo, lo que llevó un rato, ya que no paraba de llorar. Recordar sus palabras el día de antes, su borrachera, sus reproches... todo estaba en mi cabeza golpeándome una y otra vez y al hablarlo cada vez me dolía más el corazón. Sentía morir. Sentía asfixia.

– ¿Y de verdad piensas que te ha dejado por el mismo o... piensas que esa tía le obliga?

– Sinceramente... ya no lo sé. Me dijo... le pedí que si era él me dijera unas palabras... estas... – le enseñé los anillos y el colgante de Tom.

– Entiendo. Si fuera la tía esa no sabría de esto, ¿no? – asentí – Entonces... ¿No te las dijo?

– Sí, Kate, me las dijo. – y volví a romper en lloros.

– Oh... dios, entonces... piensas que si de verdad, o sea, que hablaste con él directamente. ¿No?– asentí de nuevo – Mira, Bill, yo no te puedo dar muchos consejos, pero... espera unos días, a ver si vuelves a saber de él o... no sé. Tal vez alguna señal para saber si de verdad te ha dejado por ella o es ella quien le obliga.

– Sí, supongo que es lo que debo hacer. Kate, yo... lo siento, pero no puedo...

– Tranquilo. Vete a casa. Yo me ocupo de la tienda y de responder las llamadas. Te dejaré todo bien apuntado.

– Gracias. – le dije poniéndonos ambos de pie y dándonos un abrazo.

Salí de la tienda rumbo a casa, pero algo me frenó. No podía ir allí, ¿para qué? ¿Para recordar todo de nuevo y hundirme más? No.

" Kris. ¿Podrás venir a buscarme a la tienda? Quiero ir a casa de mamá. Las cosas no están bien. No le digas nada a ella, por favor. Ven a por mí."

" ¿Qué pasa, moreno? Claro que voy a por ti. Ahora mismo salgo para allí"

Mientras esperaba a Kristen, decidí pasar al bar de enfrente a pedirme un café para llevar, necesitaba algo para estos nervios que traía encima. Y esperando a que me sirvieran, giré mi vista a la calle y le vi pasar con el coche. ¿Dónde iría? No importa, Bill. Ya no importa...

Y ahora me doy cuenta de que no solo he perdido al amor de mi vida, sino también a mi hermano, a mi gemelo...