CAPITULO 35 Felicidad.

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Narrado por Tom.

Me desperté en mi cama, en mi suave cama, y con el ser humano más bonito a mi lado. Miré a través de la ventana. Está amaneciendo, o eso creo. Miré el móvil y eran las cinco de la mañana. No me extraña que cayéramos muertos después del rato que pasamos. Sonrío al recordar el juego con la llamada de Kristen, fracaso total. No volveremos a probar algo así. Pobre Kris, ¿así que no se atreve a entregar su culito? Dios, ¿qué hago pensando en eso? Fue gracioso la verdad. Pero pobre ella, si supiera que ambos escuchábamos y lo que pretendíamos hacer...


Bill está más que dormido. Supongo que ambos necesitábamos descansar. Yo no he pegado ojo apenas estos días y el desgaste de darle vueltas todo el día a la cabeza te deja realmente jodido físicamente. Y él... supongo que habrá pasado peores días que yo, y añadiendo el viaje.

Le observó mientras duerme, apoyado sobre mi codo para observarle mejor, es tan perfecto que a veces me da miedo tocarle y hacerle daño, pero sé que es más fuerte que yo, no para de demostrarlo. Y esa parte me encanta de él. Es tan dulce, sensible y la vez decidido y... que mala leche tiene cuando quiere. Me encanta.

Duerme tan plácidamente. Sus ojitos cerrados y esos labios entreabiertos que dejan escapar suspiros de vez en cuanto. Me lo comía enterito ahora mismo. Pasaría horas solo observándolo, porque con cada respiración, con cada suspiro, me hace sentir esas mariposas en mi estómago como la primera vez que le besé en el sofá de mi piso cuando se quedó sobre mí y me pidió que le besara. Sonrió de medio lado al recordarlo. No puedo evitarlo.

– Mmm...– se está despertando. No, solo se ha movido. Se ha girado y ahora me da la espalda.

Joder. Con el movimiento, la sabana ahora me deja ver el final de su espalda y... Me encantan sus lunares. Me acerco a él y decido dejar dulces besos en cada uno de ellos... hasta donde me lleven. Empiezo sobre sus hombros, un par de besos sobre dos de ellos que me hacen seguir un camino imaginario bajando por su espalda.

– Mm... – sonrío al ver como reacciona a mis besos, pero sigue sin moverse, solo se ha abrazado a la almohada.

Sigo con esos lunares, bajando ahora por su costado, pero me para al coger mi mano y hace que le abrace por la espalda, dejando mi mano sobre su abdomen. Me acerco a su pelo hasta que hundo mi nariz en él, me encanta hacerlo todas las mañanas.

– Buenos días. – le susurro en el oído y él se encoge como si un escalofrío hubiera recorrido su cuerpo.

– Buenos días, amor. – me dice en un suave tono de voz. Todavía no abre los ojos. – Quiero dormir un poco más. – dice abrazando de nuevo la almohada, pero a mí se me apetece otra cosa.

Me entretengo en su cuello con mis labios, dándole besitos donde más sé que le gustan. Pon su oreja, mordiéndole suave, mientras con la mano que tengo en su abdomen le acaricio la cintura, bajando un poco más... sigo dándole besos por su hombro... y sigo bajando la mano. Coge aire, veo como se le hincha el pecho y vuelvo a sonreír al verlo.

– Ham... – veo como se muerde el labio y se abraza más a la almohada al tacto con mi mano.

Sigo con el suave movimiento de mi mano sobre su miembro. Su respiración se va agitando y su cara me regala muecas de placer más que excitantes.

– Dios... – suspira – Amor... – suelta entre un gemido.

Gira su carita y me da un beso. Me mira a los ojos y se muerde el labio. Sé lo que me pide.

Mueve su pierna para hacérmelo más fácil. Voy tanteando su entrada con mis dedos, jugando un poquito, haciéndole sufrir un poco más. Quiero ver sus expresiones, quiero ver como se retuerce en las sabanas por mis caricias. Quiero hacerle mío una vez más.

Mentiras en la red 1 - TWC-RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora