CAPÍTULO 1 Enamorado.

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¡Venga, venga, venga... jodido autobús! Hoy, que más ganas tengo de llegar a casa, más tardas. Puto cabrón. ¡Vamos, acelera! ¡Me estaba cabreando y mucho!

Hoy era mi último día de clases, por fin. Por fin tendría todas las horas del día, de la semana, del mes, del verano... para hablar con él. ¡Qué ganas tengo de llegar a casa y leer sus mensajes! Vamos, Nick, que ya llegó.

– ¡Hola... y adiós! – saludé a mi hermano Tom, mi gemelo concretamente, tirado en el sofá de casa junto a la guarra de su novia.

– ¡Eh! ¡Eh! ¿Dónde cojones vas con tanta prisa? – me gritó mientras subía las escaleras de dos en dos.

– ¡Calla, no te importa! ¡Fóllate a tu novia y olvídame! – le grité.

No la aguantaba. Era la tía más asquerosa que había visto nunca. Siempre, casi todas las putas noches, los oía follar en el cuarto de Tom. ¡Qué asco, joder! Solo de recordarlo se me ponen los pelos de punta.

Tom no es que la quisiera mucho, solo estaba con ella porque hacía todo lo que él le pedía y ella, como no le va la marcha ni poco, accedía siempre encantada. Aun sabiendo que solo estaba con ella por sexo. Pero Tom no era de estar con varias, ni de tirarse a la primera que pillaba ni mucho menos, por eso estaba con ella, aunque amor... poco.

Entré en mi cuarto, tiré la mochila y directamente encendí mi ordenador. Me conecté al chat. No estaba conectado... Mmm, joder. Le dije que a esta hora estaría en casa. ¿Dónde estaría él? Sí, él. Me molan los tíos. Y precisamente por eso no tengo amigos. No tengo a nadie a mi lado. Los tuve, hasta que cansado de que me llamaran nenaza, maricona y cosas por ese estilo, grité a los cuatro vientos que me molaban los tíos sin importarme la reacción de nadie. Estaba hasta las mismísimas pelotas de esos comentarios, de que en las fiestas las tías apostaran para ver quién se liaba conmigo, diciendo que, al ser maricón, ninguna podría ni siquiera rozar mi boca. Y nunca ninguna lo consiguió. Ni ninguno... Donde vivo es una especie de tabú. Si te van los tíos y tú eres tío, más te vale callar si no quieres cavar tu propia tumba. Justo lo que yo hice. Cavar mi propio agujero.

Mi hermano se fue a vivir solo justo unos mesesdespués de que aquello sucediera. 

Estaba cansado de que mamá lo controlara y de no poder llevar a su chica a casa. Así que un día se piró.

Cuando yo tuve la genial idea de gritar mi condición sexual, mamá me vio decaído, tanto que me quiso llevar a un psicólogo, a lo que yo, obviamente, me negué. Tenía a todo el mundo en contra. Insultos por todos los lados. Mis amigos me dieron de lado. Tom se fue de casa. Solo. Estaba completamente solo. Pero para nada estaba loco como para acceder a ir al sitio ese.

Pasé tres meses entre las cuatro paredes de mi habitación. Normalmente solía salir con Tom y sus amigos muchas veces, pero desde que se fue Tom, apenas hablaba con él. Mamá un día me contó que decidió hablar con Tom para que yo me fuera a vivir con él, al menos una temporada.

– Bill, tengo que hablar contigo.

– Dime, mamá.

– He hablado con Tom y los dos hemos llegado a un acuerdo.

– ¿Con Tom? Ni que fuera mi padre... – refunfuñé.

– Bill, no estas bien. No sales de casa. Solo lo haces para ir a clase. He hablado con Tom y te iras a vivir con él una temporada. Hijo, estamos preocupados por ti. – dijo mi madre con expresión de pena.

– Mamá, estoy mejor que nunca. Me he liberado de... ya sabes. No tengo ningún problema. El problema lo tiene la gente. Estoy bien, de verdad. – le engañé, claro que no estaba bien.

Mentiras en la red 1 - TWC-RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora