Su mirada grisácea y su respiración acelerada me hicieron darme cuenta de la preocupación que había sentido hasta el momento de verme. El consuelo que le provocaba el solo ver que seguía respirando y con los ojos abiertos parecía ganarle a cualquier otra emoción o pensamiento.
-Mi reina, al fin la encuentro -dice con alivio en su voz mientras se acerca y con su espada destroza las cadenas en mi cuerpo.
Acaricié mis muñecas adoloridas notando las marcas que tenía. Pero el sonido del metal golpeando el suelo llama mi atención, Reed había dejado caer su espada para arrodillarse en una pierna y bajar la cabeza.
-Lo lamento, tenía pensado que luego de saber la verdad fueras a Dracovia y no volvieras a confiar en los humanos que iban a acercarse a ti para cumplir con la misión que no pude terminar. Lo sabía y por eso lo hice, pero no sabía que ya nos habían seguido. No pude protegerte y has sufrido demasiado, lo lamento. Luego de asegurarme de que estés a salvo en tu reino, aceptaré cualquier castigo que merezca.
Lo veía atenta al hablar, parecía ni siquiera querer tocarme como antes por no creerse digno de hacerlo, incluso al romper mis cadenas, fue cuidadoso de que sus manos no rozaran mi piel ni en lo más mínimo. Pero podía ver lo honesto que era su cuerpo, quería abrazarme.
-Entonces... lo que dijiste en ese entonces... ¿todo fue verdad? -pregunté con apenas un hilo de voz.
-Fue verdad que me acerqué a ti por una misión, es verdad que fui el primer general del rey de Valoria y fue verdad el hecho de solo querer capturarte por ser la reina de los dragones. Todo eso ha sido la verdad, no mentiré más.
-¿Incluso cuando dijiste que lamentabas no haber hecho "eso" conmigo? -finalmente me mira al rostro con algo de sorpresa por la pregunta, pero niega con la cabeza al instante.
-No me importaba. Tuve la oportunidad, pero no quería hacerte sentir usada antes de que supieras la verdad, te hubieras sentido peor y no quería eso.
-¿A dónde fuiste esa vez que me llevaste a tu casa? te habías tardado más de lo que prometiste.
-Me presenté ante el rey para abandonar el trabajo y mi puesto como primer general. Solo serviría a una única reina, la única que tiene mi total lealtad.
Esa palabra me ha hecho desviar la mirada hacia su brazo, lo cubría su ropa, pero sabía que tenía la marca de mi reino allí. Entonces es verdad, realmente él tiene su lealtad en mi reino y en mí, todo lo que ha dicho hasta ahora es la verdad y solo lo ha hecho para protegerme de cierto modo... ¿Qué hubiera pasado si esos caballeros no me hubieran atrapado? ¿Habría ido al reino?
Miré mis manos dañadas al igual que mi cuerpo entero, cerré los ojos y apreté mis dientes con fuerza mientras pensaba y trataba de evitar las lágrimas y sollozos, pero me fue imposible. Cubrí mi rostro con ambas manos, Reed no pudo contenerse y se acercó a mí para estrecharme entre sus brazos para consolarme.
-Tenía miedo... -me sinceré-. Fueron tan crueles que eso me daba miedo. Quería que llegaras a salvarme, Reed. Yo sola no podía...
-Lo siento -repitió con sinceridad-. Ahora estarás mejor, te sacaré de aquí y volverás a tu reino, vivirás más tranquila, lo prometo.
Me aferré a él mientras escondía mi rostro en su pecho, Reed me cargó en brazos y me sacó del calabozo, sin olvidarse de su espada antes de subir por las escaleras en las que había docenas de caballeros muertos en los escalones. Mientras más subíamos, más fuertes eran los gritos y las movidas de todos allá arriba. Reed finalmente salió de las escaleras hasta el salón del trono, el cuál estaba destrozado.
-Encontraremos a Ayris y te sacará de aquí -comenta él.
-No, espera... hay dragones trabajando en unas cuevas. Tienen que sacarlos de allí, Ayris puede derretir sus cadenas.
Reed me mira un segundo antes de asentir, después de todo, él sabía de qué estaba hablando. Suspiré más tranquila al saber que esos dragones estarían mejor, pero entonces Reed me deja en el suelo, me cubre con su cuerpo y suelta quejidos de dolor.
-¡Reed...! -al concentrarme en lo que había pasado, noté tantas flechas clavadas en su espalda.
La sangre escapa por sus labios, me sentí tan preocupada por él. Inmediatamente fuimos rodeados por caballeros que nos tomaron a ambos y nos separamos a pesar de mis esfuerzos por no soltar a Reed. Nos llevaron hasta afuera, donde intentaban mantener a los dragones bajo control.
-¡Ayris! -grité al verla con un bozal que impedía que pudiera abrir su boca e incendiar a todos los caballeros.
-"Eliette."
Ella, al verme, intenta con más fuerzas liberarse, consiguió romper un par de cadenas, pero al instante la volvieron a atrapar y sujetar. Una espada cruza frente a mí, amenazando mi cuello para mantener el orden entre los dragones.
-¡Quietos todos! -no hubo más opción-. Vaya, vaya. El gran primer general de Valoria, hora es solo un mísero traidor que está a punto de morir.
-Lester, te lo advierto. Suelta a mi reina, o no te daré el gusto a una muerte rápida y sin dolor -amenaza Reed, pero recibe un golpe en la mejilla con tanta fuerza que me sobresalté al verlo.
-¿Cómo se supone que harás eso? Si te mueves, le cortaré el cuello.
Todos tenían su atención fija en Lester amenazando mi cuello que nadie se ha dado cuenta de la nueva amenaza que se acercaba. Cuando se escucharon rugidos lejanos todos voltearon a ver como Jadiel se acercaba con más dragones para apoyarlo, eran los que mantuvieron cautivos en esas cuevas, los había liberado gracias a los dragones de sombra del reino. Habían venido.
Usé esa distracción para golpear con mi cabeza el rostro de Lester, agarré su muñeca con la espada y con una patada a sus piernas lo desequilibré para lanzarlo por encima de mi hombro hacia el frente y doblar su muñeca para que soltara la espada, la tomé en mis manos y la lancé hacia el caballero que sostenía a Reed. Él sonríe de lado y rompe las cuerdas que usaron para amarrar sus muñecas, se levanta tomando su espada y apartando a los caballeros que se acercaban a nosotros. Los dragones llegaron y rápidamente incendiaron las cadenas de todos los cautivos, corrí hasta Ayris en medio del fuego y el caos, aunque me golpearan de vez en cuando.
-Ayris, lo siento tanto -hablé mientras le sacaba el bozal. Ella quema sus cadenas y se libera finalmente.
-"Eliette... que bueno que estés bien" -ella me abraza rodeando mi cuerpo con el suyo.
Escuchamos a los caballeros acercarse para atacarnos, pero Ayris los incinera más rápido de lo que su corazón dejó de latir. Me subí a su lomo y ella se elevó por los cielos, miré el desastre que se había armado, pero aún quedaban muchos caballeros. Mandé a Ayris a quemarlo todo, no dejaría nada de quienes se atrevieron a esclavizar a los dragones y usarme en su contra. Las heridas en mi cuerpo son ahora un recordatorio de lo que me han hecho y que gracias a eso es que han firmado una sentencia para ir a la otra vida.
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LA DAMA DE LOS DRAGONES
FantasyCualquiera diría que vivir tras una barrera de niebla protectora, rodeada de solamente dragones en tu propio reino, es la mejor vida que pudieras desear, pero está en la naturaleza del humano querer conocer más, querer más. Eliette es el claro ejemp...