Capítulo 11 | Vínculo

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Apenas escuché ese llamado no pude evitar salir corriendo de inmediato para ir en busca del dragón que pedía auxilio

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Apenas escuché ese llamado no pude evitar salir corriendo de inmediato para ir en busca del dragón que pedía auxilio. Reed me persigue, pedía que esperara un poco y que no fuera tan rápido, pero no pude, hice lo contrario y corrí con más velocidad, acercándome cada vez más al llanto. Hasta que finalmente había llegado y la escena que presencié fue tan dolorosa que no pude contenerme ni un segundo, cubrí mi boca con ambas manos y las lagrimas solo rodaron por mis mejillas.

-¡Eliette! -Reed me alcanza y al ver lo mismo que yo, parece sorprendido-. ¿Pero qué...?

Antes de dejarlo terminar su frase, hundí mi rostro en su pecho, se vio sorprendido y dudoso al comienzo, pero al sentir como mi cuerpo temblaba y al escucharme sollozar, apoyó sus manos en mis brazos con delicadeza, intentaba consolarme, aunque no supiera bien cómo hacerlo.

-Que crueldad... realmente es horrible -murmuré aferrándome a su ropa. Reed no responde, levanté la mirada para verlo, notando que estaba mirando la escena con el ceño fruncido, parecía disgustado con lo que tuvimos que presenciar.

-Sí, lo es -responde concordando conmigo.

No quería voltear, y Reed tampoco quería dejar que viera más eso, pero no podía solamente tapar el sol con un dedo e ignorar lo que pasaba. Suspiré profundo para darme fortaleza en el estómago y separarme de Reed quien me mira con lástima y preguntándome con una mirada si estaba segura de querer mirar. Cerré los ojos un segundo más antes de girarme y ver como aquel dragón seguía soltando alaridos de dolor y tormento mientras se aferraba a la cabeza de su madre, puesto que era la única parte de ella que conservaba ahora.

La sangre aún brotaba, la carne desgarrada y los huesos de su cuello rotos y notorios, igualmente cubiertos de sangre que goteaba hasta el gran charco en el suelo. Sentía nauseas de solo verlo y el olor de la sangre inundaba todo nuestro alrededor, consiguiendo empeorar esos mareos. Volví a cubrir mi boca con una mano, queriendo evitar las arcadas, tomé la mano de Reed con la mía que estaba libre y con la que buscaba apoyo y consuelo, pero él estaba concentrado en el dragón frente a nosotros, manteniendo una mirada confusa.

-¿Reed? -pregunté intentando llamar su atención, pero antes de que pudiera mirarnos, el dragón finalmente posa su mirada en ambos.

Gruñe de inmediato y se aferra a su madre, pero al mirar fijamente a Reed, este deja de gruñir instantáneamente. Ambos se miran entre ellos hasta que Reed abre los ojos de par en par y retrocede un paso mientras se lleva la mano a la cabeza, como si algo le doliera y no precisamente aquella zona.

-¿Qué... es esto? -se cuestiona manteniendo la mirada perdida hacia el piso.

-¿Qué has visto? -pregunté.

-No estoy seguro, pero... -él levanta la mirada hacia el dragón quien baja la cabeza-. Creo que eran los recuerdos de lo que les pasó... y este dolor, no es mío. ¿Es posible que estos recuerdos y el dolor sean de ese dragón? -asentí en respuesta-. ¿Tú también lo viste?

LA DAMA DE LOS DRAGONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora