Apenas escuché ese llamado no pude evitar salir corriendo de inmediato para ir en busca del dragón que pedía auxilio. Reed me persigue, pedía que esperara un poco y que no fuera tan rápido, pero no pude, hice lo contrario y corrí con más velocidad, acercándome cada vez más al llanto. Hasta que finalmente había llegado y la escena que presencié fue tan dolorosa que no pude contenerme ni un segundo, cubrí mi boca con ambas manos y las lagrimas solo rodaron por mis mejillas.
-¡Eliette! -Reed me alcanza y al ver lo mismo que yo, parece sorprendido-. ¿Pero qué...?
Antes de dejarlo terminar su frase, hundí mi rostro en su pecho, se vio sorprendido y dudoso al comienzo, pero al sentir como mi cuerpo temblaba y al escucharme sollozar, apoyó sus manos en mis brazos con delicadeza, intentaba consolarme, aunque no supiera bien cómo hacerlo.
-Que crueldad... realmente es horrible -murmuré aferrándome a su ropa. Reed no responde, levanté la mirada para verlo, notando que estaba mirando la escena con el ceño fruncido, parecía disgustado con lo que tuvimos que presenciar.
-Sí, lo es -responde concordando conmigo.
No quería voltear, y Reed tampoco quería dejar que viera más eso, pero no podía solamente tapar el sol con un dedo e ignorar lo que pasaba. Suspiré profundo para darme fortaleza en el estómago y separarme de Reed quien me mira con lástima y preguntándome con una mirada si estaba segura de querer mirar. Cerré los ojos un segundo más antes de girarme y ver como aquel dragón seguía soltando alaridos de dolor y tormento mientras se aferraba a la cabeza de su madre, puesto que era la única parte de ella que conservaba ahora.
La sangre aún brotaba, la carne desgarrada y los huesos de su cuello rotos y notorios, igualmente cubiertos de sangre que goteaba hasta el gran charco en el suelo. Sentía nauseas de solo verlo y el olor de la sangre inundaba todo nuestro alrededor, consiguiendo empeorar esos mareos. Volví a cubrir mi boca con una mano, queriendo evitar las arcadas, tomé la mano de Reed con la mía que estaba libre y con la que buscaba apoyo y consuelo, pero él estaba concentrado en el dragón frente a nosotros, manteniendo una mirada confusa.
-¿Reed? -pregunté intentando llamar su atención, pero antes de que pudiera mirarnos, el dragón finalmente posa su mirada en ambos.
Gruñe de inmediato y se aferra a su madre, pero al mirar fijamente a Reed, este deja de gruñir instantáneamente. Ambos se miran entre ellos hasta que Reed abre los ojos de par en par y retrocede un paso mientras se lleva la mano a la cabeza, como si algo le doliera y no precisamente aquella zona.
-¿Qué... es esto? -se cuestiona manteniendo la mirada perdida hacia el piso.
-¿Qué has visto? -pregunté.
-No estoy seguro, pero... -él levanta la mirada hacia el dragón quien baja la cabeza-. Creo que eran los recuerdos de lo que les pasó... y este dolor, no es mío. ¿Es posible que estos recuerdos y el dolor sean de ese dragón? -asentí en respuesta-. ¿Tú también lo viste?
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LA DAMA DE LOS DRAGONES
FantasyCualquiera diría que vivir tras una barrera de niebla protectora, rodeada de solamente dragones en tu propio reino, es la mejor vida que pudieras desear, pero está en la naturaleza del humano querer conocer más, querer más. Eliette es el claro ejemp...