Capítulo 6 | Juegos mentales

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Observaba a los recién nacidos desde el lomo de un centinela, sonreí al verlos jugando y descubriendo sus poderes y todo lo que pueden hacer en sus respectivos sectores

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Observaba a los recién nacidos desde el lomo de un centinela, sonreí al verlos jugando y descubriendo sus poderes y todo lo que pueden hacer en sus respectivos sectores. Pero a pesar de divertirme con ellos, mi mente estaba intranquila, observaba hacia el muro de niebla cada segundo, pensando en que el cazador podría estar por matar a algún animal en cualquier momento. También eh pensado en la posibilidad de que solo lo haya dicho para atraerme y quizás atraparme, pero... ¿y si realmente pensaba matar a esos animales?

Me carcomía la cabeza al pensar en eso, no quería arriesgarme y que matara a animales inocentes como ese lobo. Miré la mano que ese animal había mordido, ya no tenía ni una marca puesto que al ser curada por los dragones de bosque no me quedan ni cicatrices, pero eso no borra lo que vi. No sacará esos recuerdos de mi cabeza.

-"Mi reina. ¿Ocurre algo?" -pregunta el centinela al escucharme bufar frustrada.

-Bájame en el desierto, por favor. Quiero hablar con Escorion.

Asintió comprendiendo, me dejó en ese lugar y yo lo mandé a volver con las crías. En realidad, no iba a ver a Escorion, fue una mentira para poder salir de la niebla sin que nadie se preocupara, porque tampoco pueden impedírmelo, solo Ayris. Miré la barrera de niebla, caminé hasta allí y pensando de nuevo en las posibilidades, me decidí por pasar.

-Creí que no ibas a llegar.

-¡Huh! -concentré la mirada en el cazador recostado contra un árbol.

-Empezaba a pensar que no te importaban esas criaturas que planeaba matar -añade.

-Me importan, por eso estoy aquí. No dejaré que les hagas daño.

-¿Harás de niñera? Está bien, como quieras.

Se encoge de hombros, toma su espada que estaba recostada contra el mismo árbol y se la coloca en la cintura. Empezó a caminar, dudé un poco pero finalmente lo seguí. Pensaba en alguna forma de quitarle sus armas, pero cada estrategia que pensaba terminaba conmigo fracasando. Por la forma en la que pudo esquivar los ataques de la osa para hacerle esa herida en el pecho... se nota que es ágil, rápido y con buenos reflejos, además de una buena mano para la espada y el arco.

Lo miré, iba caminando tras de él y podía observar cómo, a pesar de la ropa que llevaba que se veía holgada, aún así podía ver como se contorneaba su espalda y cintura. Me hizo recordar que este hombre es la primera persona que veía, ¿realmente son todos tan viles y despiadados como él? No quiero ni imaginármelo, con él como ejemplo, ya no quiero conocer a su gente. Prefiero terminar con esto y nunca más volver a verlo... pero ¿cómo?

-¿Hm? -ambos nos detuvimos al escuchar movimiento entre los arbustos.

Noté como se preparaba sujetando el mango de la espada. Puse mi brazo frente a su cuerpo para detenerlo y de los arbustos sale un zorro, este nos mira y se va corriendo, suspiré aliviada, pero a este hombre no le parecía agradable como frustraba sus intentos por detener su cacería. Bufó molesto y siguió adelante.

LA DAMA DE LOS DRAGONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora