Narra Ayris
Buscar a Eliette no es tan complicado como parece en este castillo tan eterno y confuso, siempre la encuentro en el mismo lugar si no es en su habitación: la biblioteca. La puerta se abre con un leve chirrido por las bisagras viejas cuando la empujo suavemente, miro por los alrededores y extiendo mis alas para buscarla por los distintos niveles repletos de estantes polvorientos pero cargados hasta el lomo de libros antiguos, muy antiguos en verdad.
-"Eliette" -la llamo, justo antes de ver que se había quedado dormida en uno de los grandes sillones de piel, con un libro sobre el pecho.
Me acerco a ella con curiosidad de ver lo que estaba leyendo, aunque no entendiera la escritura humana, las imágenes me ayudan a saber de qué trataba, dibujos hechos a mano y con el tiempo se han desgastado, pero aún podía comprender la figura humana de un hombre y una mujer bailando un vals suave y lo sé por las expresiones y forma en la que están unidos. Además... también sé de qué trata porque lo conozco, desde hace muchos años atrás.
-"Ay Eliette... ¿Qué haré contigo?" -cuestioné suspirando y negando con la cabeza suavemente.
Volví a mirarla, sujeté el libro entre mis colmillos sin ejercer presión para no dañarlo y lo dejé sobre la mesa a un lado, con cuidado cargué a Eliette en mi lomo y la llevé hasta su habitación para dejarla descansar más cómodamente en su cama y no solo en un viejo sillón. Eliette se remueve entre sus mantas y sonríe como si estuviera soñando algo que la alegrara mucho, lo más probable es que fuera con uno de sus añorados bailes o un romance como el de sus historias. Verla así hizo que mi mente divagara y recordara el día en el que ella apareció en el reino. O mejor dicho... cuando la trajeron aquí...
Hace veintiséis años, cuando yo tenía diez mil años, gobernaba Dracovia por mi cuenta, los dragones de luz se habían ido, después de aquella guerra solo unos pocos dragones de cada reino habíamos podido sobrevivir, no quedaba nada, pero eso no nos ha impedido hacer una alianza para la restauración de nuestro dominio, pero estábamos en el peor momento para confiar en los humanos y cuando recibí el llamado de los dragones de la niebla, acudí de inmediato. No podría ni imaginarme ni en un millón de años lo que había pasado en ese momento al divisar a una mujer desesperada cargando con una bebé. Estaba huyendo, eso era claro, incluso podía escuchar los gritos de los hombres que buscaban a esa mujer, acusándola de brujería. Lo cual es absurdo pues las brujas no existen en este mundo, solo en sus libros y creencias, soy testigo de años de vida que jamás he conocido sobre alguna bruja, ni rumores, ni afirmaciones.
-Por favor... ayúdenme -ruega la mujer con el tono de voz aterrado y tembloroso mientras presiona a su hija contra el pecho-. Les suplico a ustedes, seres divinos, que me escuchen antes de decidir devorarme. Sé que pueden comprender lo que digo.
Eran pocos los humanos que verdaderamente no nos veían como seres sin cerebro que solo saben devorar por devorar y nada más que destrozar a sus tropas, y mucho menos que nos llamen "seres divinos" en lugar de monstruos.
ESTÁS LEYENDO
LA DAMA DE LOS DRAGONES
FantasyCualquiera diría que vivir tras una barrera de niebla protectora, rodeada de solamente dragones en tu propio reino, es la mejor vida que pudieras desear, pero está en la naturaleza del humano querer conocer más, querer más. Eliette es el claro ejemp...