Marzo 2018, la tormenta que desata el caos.
Estaba sola en casa, Guido se había ido después de avisar que no lo espere para cenar y que le desee suerte para su cita con Mila. Después de que haya terminado su presentación en el Cosquín Rock, el rubio había decidido que era buena idea ir a presentarnos, obviamente que no perdió el tiempo y a la semana ya la había invitado a salir. Me ponía contenta ver a Guido entusiasmado por el nuevo vínculo que estaban creando, él siempre fue mucho del típico solo una noche y verlo esmerarse por ella me daba cierto orgullo. Me hacía acordar a Patricio cuando éramos unos adolescentes y él me regalaba los chocolates que más me gustaban.
Sonreí nostálgica ante ese recuerdo, hace cuanto no recibía nada de él y ojo, no hablo de cosas materiales, sino de esos pequeños detalles que solíamos tener y ahora perdimos la costumbre de hacerlos. A veces quisiera volver a ser esa Natasha de quince años que ayudaba a Patricio a copiarse en las pruebas y que él me devolviera el favor besándome a escondidas. Y ni siquiera es irse tan atrás en el tiempo, con volver al año pasado cuando me despertaba con el desayuno en la cama me era suficiente. Pero tenía que entender que todo eso se había terminado y probablemente no volverá.
Hace unas semanas habíamos vuelto de Córdoba y mi habitación era un caos de ropa y valijas así que puse música y con la compañía de los perritos que estaban acostados en la cama, me dispuse a ordenar todo.
De Patricio no tenía idea de dónde podría llegar a estar. Había salido atrás de su hermano avisando que llegaba tarde y nada más. Ni un beso, ni un chau. Después de aquella discusión todo se terminó de romper y ninguno de los dos tenía la valentía suficiente de enfrentar al otro para por lo menos entender qué carajo estaba pasando. En el micro de gira volviendo a casa no cruzamos palabra y cuando llegamos, cada uno se fue a respectiva habitación. Dos semanas durmiendo separados. Gastón y Guido ya sabían que estábamos mal pero solo creían que era una simple crisis que íbamos a superar y ya. No era capaz de contarles que yo sabía que me estaba cagando y a Lucía le prohibí abrir la boca con lo poco que sabía.
Terminé de ordenar y cuando miré por la ventana ya estaba anocheciendo así que baje para ver que podía merendar, seguramente Patricio llegaba tarde y comeríamos a esa hora. Si es que llegaba a una hora razonable para cenar algo. Puse el agua para el mate mientras me hacía unos huevos revueltos. El timbre de casa sonó al mismo tiempo que miles de notificaciones llegaban a mi celular, algo confundida me acerqué a abrir la puerta. La imagen del otro lado me confundió más de lo que ya estaba, la pelirroja se dió vuelta apenas escuchó la puerta abrirse. Fruncí el ceño cuando ella habló.
– Hola ¿Natasha, no? – preguntó como si no lo supiera. Yo simplemente asentí con mi cabeza. – ¿Está Patricio?
– No. – hablé de forma seca. Ella me miró dudando de mi respuesta, harta de verla ahí parada volví a hablar. – ¿Necesitas algo más?
Ella sonrió de costado, metió su mano en la cartera que colgaba de su hombro y me extendió un sobre de papel madera. La miré y levanté una ceja.
– Esto es tuyo linda, buenas noches. – Se dió media vuelta y desapareció en la oscuridad de la noche. Toni ladró sacándome del trance y cerré la puerta antes de que alguno se me escape.
Apague las hornallas y dejando todo así como estaba me senté en el sillón con el sobre en la mano. Lo abrí despacio y metí la mano, por el papel que había pude reconocer que eran fotos. Sin entender absolutamente nada, saqué todo lo que había. El corazón se me paralizó, el mundo se me cayó en pedazos encima de mi cabeza. Las manos me temblaban y la vista se me nubló por las lágrimas que no tardaron en salir. Escuchaba mi celular sonar cada vez más seguido pero mi cuerpo no respondía, la respiración se me cortaba y el pitido en mis oídos se hizo presente.
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Pensamientos || Patricio Sardelli
FanfictionDonde Natasha acepta la propuesta de Gastón por más que tenga que convivir con el amor de su infancia; O Donde Patricio se ve en un gran lío al darse cuenta que esa mujer lo vuelve loco desde que la conoció.