Capítulo 21

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Pov's Patricio.

Septiembre 2020, ordenar la mente.

Tres meses en los cuales mi vida volvía a ser la de antes. Dos meses de Natasha y yo volviendo a ser nosotros dos. Un mes volviendo a intentarlo.

Tenerla a mi lado enderezaba mi vida, sin ella estaba me encontraba perdido, a la deriva. No había nadie que me pueda hacer entrar en razón. Ni siquiera Melisa y, si recordamos lo que pasó y las cagadas que me mandé, mi principal desvío fue ella.

La primera vez que la ví fue en el primer cumpleaños que festejamos en esta casa, específicamente el de Natasha. Alta, piernas largas, pelirroja con el pelo por la cintura, su cara angelada. Todo de ella llamó mi atención e inconscientemente la comparé con Nati. Que  pendejo de mierda. Ninguna jamás puede siquiera compararse con Nati.

Al principio recuerdo que la miré por el comentario que había hecho uno de los chicos de mi grupo de amigos respecto a sus piernas, después esa imagen se borró de mi cabeza cuando Natasha apareció con ese vestido que dejó a más de uno infartado y me recriminé el hecho de pensar en otra que no sea mi mujer. Pero con el pasar de la noche y el alcohol que tenía encima, mi noción se fue nublando y volví a tierra cuando ella nos enganchó hablando muy de cerca y en el oído del otro.

Ese día supe en mi interior que no importara qué pasara, Natasha se iba a poner celosa de todo y hasta del más mínimo detalle. Como por ejemplo, el día del after que Melisa se sentó al lado mío en la camioneta que usábamos para movernos en grupo. Y mirándolo ahora, sabiendo todo lo que pasó, probablemente yo también hubiese hecho el mismo escándalo que ella.

En fin, está más que claro que fue un pelotudo, estuve mucho tiempo odiándome por eso. Jamás me iba a olvidar el día que llegué a casa y todas sus cosas habían desaparecido.  Y tenía bien merecidas las puteadas que me dijo el día que nació mi sobrino después de meses sin vernos.

Pero acá estoy, mirándola mientras lee uno de sus libros acostada en el sillón con Toni al lado, supongo que la vida no nos quiere separados. Tomé el último sorbo de café y dejé la taza en la bacha de la cocina. Agarré mi campera que estaba colgada en la silla llamando su atención y me acerqué a dejarle un beso en la frente.

– En un rato vuelvo. Pensa a dónde queres ir a cenar. – dije yendo para la puerta y salí de casa. Quiero empezar a hacer las cosas bien.

Caminé alrededor de diez cuadras, la distancia entre una casa y la otra no era tanta, por lo que ir en auto me parecía una estupidez total. Toqué el timbre y me abrió la puerta con una expresión de sorpresa. Hace semanas que no le respondo un solo mensaje. Se corrió dejándome pasar y entré a la casa en la que había estado varias veces, ojalá hubiera sido solo una. O ninguna.

– ¿Querés tomar algo? – negué con la cabeza y me senté en una de las sillas, ella me copió. – ¿Qué pasa Pato?

Melisa me miró confundida. La mire a los ojos y suspiré decidido.

– No quiero que nos veamos más. – silencio. En la casa no volaba una mosca y su cara se desfiguró.

– ¿Qué?

– Lo que escuchaste Mel, quiero que cortemos todo acá. Lo que sea que hayamos tenido termina acá. – sin dejarla responder, me levanté y fui para la puerta. No aguantaba un segundo más acá adentro. Ella me siguió enseguida y antes de abrir la puerta, habló.

– No para Patricio, no entiendo nada ¿qué pasó, qué hice para que quieras cortar todo así? Explicame por favor no entiendo nada.

– Es que no hiciste nada Mel, simplemente no sos vos. No sos ella y mi vida sin ella no tiene sentido. Agradezco tu compañía estos años pero ya está, hasta acá llegué. – abrí la puerta y antes de irme le pedí algo. – Por favor no me mandes más mensajes, no me obligues a bloquearte.

Pensamientos || Patricio SardelliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora