Capítulo 4

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Diciembre 2019, Recoleta, Capital Federal.

Estaba en la cocina acomodando lo que Pedro había lavado de la cena, él estaba en el living hablando con Guido y Gastón mientras Galileo dormía en el sillón. Escuché a mi novio disculparse e ir para el baño y enseguida tuve a los hermanos Sardelli al lado mío.

–¿Qué onda, qué onda? – Guido me abrazó por los hombros y besó mi cabeza. Cerré los ojos disfrutando de ese amor fraternal y me escondí en su abrazo.

La ansiedad todavía estaba, el enojo y la bronca se habían transformado en angustia. Tenía un nudo en la garganta que no me dejaba hablar, dos lágrimas cayeron y Gastón se unió al abrazo.

– Ay Nati... que ganas de matarlo que tengo a veces loco, que pibe tarado. – Habló el menor renegado.

Patricio ya era un caso perdido para todos, digas lo que le digas el tipo iba a actuar como él quisiera. Ese era un gran defecto que tenía. Después venía arrepentido, me pedía perdón y otra vez lo mismo. Nunca fue una relación tóxica ni nada, los dos nos conocemos lo suficiente para saber cómo actuamos en diferentes situaciones pero él sabía que solo una cosa no iba a poder perdonarle jamás sin embargo fue, lo hizo y si ella no hubiese hablado probablemente no me hubiese enterado.

– Ya está Guido, no es momento. – Gastón habló separándose de nosotros y me acarició el brazo con ternura. – Perdon Na, con Guido habíamos arreglado para ir los dos solos pero bueno... llegó al estudio la invitación y Patricio la recibió.

– Está bien Cutito, no pasa nada. – Me quedé en silencio unos minutos y volví a hablar. – ¿Qué necesidad tenía de ir con la otra? ¡Por Dios! – Me separe de Guido frustrada y me tape la cara con las dos manos.

Gasti estaba por hablar cuando escuchamos un llanto y salió de la cocina para ir a agarrar a Galileo, al mismo tiempo Pedro salió del baño así que mire a Guido para darle a entender que la charla se cortaba ahí. No pasó más de media hora cuando ambos hermanos decidieron irse, así que bajé con ellos a abrirles la puerta y, sin necesidad de decir nada, me dieron un abrazo y se fueron.

Enero 2020, en Doguito Records.

Desde que Patricio apareció en mi vida otra vez todo fue de mal en peor. Por diferentes motivos no pude ver tan seguido a Galileo, ese bebito era mi gran escape de esta tortura llamada vida de adulto y no verlo al menos una vez por semana me arruinaba más de lo que yo creía.

Por otro lado la visita de cierto cantante por el Luna Park generó algunos problemitas en mi relación, volver a verlo me llevó a esa Natasha que se sumió en una gran depresión después de las separación. Esos días posteriores al recital estuve en un bajón tan grande que parece que Pedro no podía aguantar así que decidí que lo mejor sería terminar, no quería hacerlo cargar con una tristeza que él no había provocado. Y ahí vino el otro problema, me tenía que mudar. Por suerte Lucía, madre de mi ahijado y mejor amiga, me ayudó y conseguimos un departamento cerca de las oficinas de Doguito Records, a la semana ya me estaba mudando y Guido fue el que me ayudó a llevar todo. Esa fue la última vez que había visto a los Sardelli, casi un mes.

Estaba en la sala de ensayos de Doguito Records, el sello discográfico que montó Valentín junto a Pedro, su mánager y mi ex. Así de incómoda es la situación hoy, debería dejar de meterme con gente de mi trabajo al menos, después pasan estas cosas. En fin, habíamos ensayado para la presentación que tiene Wos en el Cosquín Rock en febrero, y ahora estaba con mi preciado cuadernito donde tenía todas las letras que alguna vez llegué a escribir, entre ellas temazos como Cicatrices o parte de Sonidos Criminales, y mi bajo en plena composición de algún tema que quizá no tenga nombre ni vea la luz pero esta era la única forma que tenía para largar todo eso que tenía dentro.

Pensamientos || Patricio SardelliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora