Capítulo 26

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Junio 2002, en una casa de Don Torcuato.

– Che, ¿te gustaría ser mamá? – miré a Patricio confundida.

– ¿Ahora? – él se rascó la nuca pensando y después de unos minutos, habló de nuevo.

– No ahora no, ¿pero de más grande? – pensé mi respuesta mientras acariciaba su brazo que rodeaba mi cintura por abajo de las sábanas.

– Puede ser, ¿vos? – giré mi cabeza que estaba apoyada en su pecho desnudo y lo miré con intriga. Su mano fue a mi pelo para pasar sus dedos entre los mechones.

– Si es con vos sí, sino no...

–Ay Pato no digas eso, no sabemos qué va a ser de nuestra vida cuando seamos grandes... – me miró obvio y levanté una ceja haciéndole la contra.

– Yo sí sé que va a ser de mi vida, voy a tener una banda con mis hermanos que va a hacer historia y vos también vas a ser parte de eso porque, aparte de ser parte de la banda, vas a ser mi mujer y la madre de mis hijos y vamos vivir en una casa grande con muchos perros dando vueltas...

Me reí y despegué mi cuerpo del suyo para mirarlo de frente. De un movimiento rápido me subió encima suyo y hablé.

– Deja de decir boludeces amor, lo de la banda te creo pero lo de la casa, hijos y eso no sé...

– Ya vas a ver, me vas a terminar dando la razón. – acerqué mis labios a los suyos y hablé sobre ellos.

– Dame un beso – Patricio hizo caso a mi pedido y pegó sus labios a los míos. Bajó sus besos por mi cuello y mordió despacito haciéndome gemir fuerte. Un golpe en la puerta de la habitación sonó.

– ¡Vayan a un telo loco! – el grito de Guido se hizo presente y nos separamos riendo.

Junio 2021, lo que alguna vez soñamos.

Pov's Patricio.

Nati dormía de costado abrazada a la almohada que sostenía su panza de nueve meses, su pecho subía y bajaba en un vaivén constante. Hace días que prácticamente no dormía de noche porque Isabella parecía activarse a esa hora del día, hace dos semanas habíamos entrado a los nueve meses y la bebé ya estaba en posición para nacer, solo quedaba ver cuándo le daba ganas de salir.

Su habitación ya estaba lista, mis hermanos junto a sus parejas vinieron a ayudar al armado. Lucía fue la encargada de pintar los osos en la pared mientras que Mila había hecho notas musicales en el techo, Gastón y Guido armaron la cuna mientras que con Nati armamos una especie de cunita que iba agarrada a la cama que usaríamos para los primeros meses de la beba. Los bolsos de los tres también estaban armados y esperando para ser usados.

Nati había estado lavando la ropita que le habían regalado o que nosotros fuimos comprando y anoche en medio del desvelo se puso a doblarla y ordenarla mientras yo aburrido tocaba la guitarra, si había algo en lo que no me dejaba meter mano era en la ropa de la nena porque decía que no sabía doblarla bien. Yo solo me reía porque si existe alguien perfeccionista con el temita de doblar una remera o pantalones era ella, yo solo me dedicaba a hacer lo que me pedía y anoche cumplí sus deseos de cantar los temas nuevos del disco que todavía no salió.

Yo tampoco había estado durmiendo, no voy a negarlo. La ansiedad de que en cualquier momento mi hija podía nacer estaba por las nubes, al igual que los nervios. Otro motivo era verla a ella no poder dormir por el movimiento de la bebé o por las contracciones que últimamente eran más seguidas, así que prácticamente vivíamos al revés y las cosas de la casa o preparaciones para el nacimiento lo hacíamos a la noche.

Pensamientos || Patricio SardelliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora