Capítulo 1.

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Era una noche oscura, nadie en su sano santo juicio saldría sola a húmeda por el agua de una alberca y con los zapatos en las manos porque le dolían los pies para caminar con tacones. Nadie lo haría, pero Freen Sarocha no es cualquiera.

Lanzo su cabeza hacia atrás, agotada de estar caminando media hora sin rumbo, sin batería en su celular y con una sed terrible, ni entendía como había llegado a ese grado, ¿lo peor de todo? no pasaba ni un sólo auto por el lugar en el cual ella se encontraba, la noche estaba fría y ella sólo quería regresar a su casa.

Sus pies ya no aguantaban y lo más probable es que en cuando pisara aquel hermoso y reluciente piso de su mansión, su padre no tardaría en echarle la bronca. Podía apostar que era como eso de las dos de la madrugada, y sólo habían árboles alrededor y grillos, muchos grillos, y si a algo le temía esa Sarocha, era a los bichos.

Los detestaba a muerte. Quiso por un momento dormí en la acera, pero se sintió ridícula una Sarocha jamás dormiría en la calle. Pues al tal parecer tampoco en su cama. Pensó aquella Tailandesa. Con sus ojos cerrádosele por el cansancio.

-Tal vez y debí hacerle caso a Friend -opinó. Pero ya era muy tarde para pensar en ello.

Le tocaba aguantar su destino, qué era el tener que caminar hasta encontrar un lugar en el cual poder llamar a su padre y así salir de este embrollo.

Al escuchar unas voces de fondo, se alegro, creyó que después de tanto tiempo por fin había encontrado gente. Así que caminó hasta donde estaban aquellos hombres. Pero también recordó de quien era hija, y que si no era su padre era ella. Así que retrocedió pero para cuando eso pasó, los hombres ya se habían percatado de su presencia.

No pasó desapercibido por ella el mal olor que emanaban y eso que estaban a largos pasos. Sus dientes cuando sonrieron eran amarillos y sucios, sus ropas estaban rotas y manchadas de sangre. Dios, quiero vomitar. Se dijo la castaña a nada de soltar todo el alcohol que había dirigido en la fiesta.

-Hola, muñeca, ¿estás perdida? -pregunto un barbudo, el cual era el más horrible y asqueroso de todos-. Nosotros te podemos guiar.

Freen seguía retrocediendo,-No hace falta, ya vienen a por mí.

-¿Tienes novio, princesa? -preguntó uno de la izquierda, ese estaba un poco más decente pero no dejaba de verse macabro-. Que buena que estás -se mordió el labio cual cerdo.

A Freen no le causaba más que náuseas, sentía que les vomitaria arriba, ellos parecían tener en serio pensamientos pecaminosos, sus pechos subían y bajaban y se saboreaban como si aquella pelinegra fuera una presa y ellos estuvieran listos para comérsela. Uno por uno. Y aunque Freen antes había practicado artes marciales y kárate, ahora eso no le serviría de nada.

Aquellos hombres sacaron- cada uno -tres navajas bastante afiladas, dejando a Freen sin palabras.

-En serio, yo no quiero problemas -trató de conversar pero para ellos era inútil, ya que sólo quería una cosa.

-No, y es que no los tendrás -hablo barbudo sonriendo de lado a lado, esa sonrisa asquerosa-
Claro, si te resistes, tendremos que hacernos los sordos y dormirte un rato, muñeca.

-Si no saben quien es mi padre, es un importante hombre, tiene negocios si me hacen algo...

-Claro que sabemos quien es, lo vemos a cada rato y a ti también, posando junto a él. Muchos quieren su cabeza... -el barbudo se pasó la navaja por la lengua. Freen no hizo una mueca-. Así como también la tuya. ¡Nos amarán si nos deshacemos de ti!

Freen no lloraba pero este momento la tenía en la tenía tan asustada, no sabía lo que pasaría que sus ojos se llenaron de lágrimas. Aquella mujer de corazón duro se sentía intimidada pero de muy mala manera. No tenía nada que ver con lo romántico, no estaba ni cerca. Quería correr pero ¿hacia donde? Sería inútil.

𝐂𝐔𝐈𝐃𝐀𝐃𝐎 𝐂𝐎𝐍 𝐒𝐔𝐒 𝐋𝐀𝐁𝐈𝐎𝐒 || 𝐅𝐑𝐄𝐄𝐍𝐁𝐄𝐂𝐊𝐘 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora