Capítulo 3.

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—Disculpa, pero es que me pareció escucharte mal —Becky en serio se encontraba confusa—. Por favor, repite.

Freen se cruzó de brazos, —Lo que escuchaste, quiero que seas mi guardaespaldas.

A la castaña no le cabía ni una sola gota más de sorpresa e impresión, no podía creer las palabras de aquella pelinegra; para ella seguían siendo palabras de bromas, y que sólo vino para echarle la bronca, nada más. Pero al ver la expresión de la pelinegra y notar que no mentía, ya comenzó a preocuparse.

—¿Tu padre siquiera sabes que estás aquí? —quiso saber Becky.

Le daba mucho temor que el mismísimo Frank Sarocha supiese que su hija querida estaba ahí; sabía perfectamente lo peligroso que era aquel hombre, sin contar las veces en las que habían pedido su cabeza. Pero el hombre se pasea por la calle como si fuera su casa.

Muy a diferencia de Freen, que hace lo mismo pero con mucho más precaución. Y sí, a Becky no le quedó de otra que reír y negar con la cabeza. Estupefacta.

—Niña, tú estás loca. Tu padre no sabe que estás aquí y... ¿te escapaste? —frunció el ceño en dirección a Freen.

Esta se mordió el labio y viró los ojos para luego sonreír. No tuvo que decir más, Becky sabía perfectamente que aquella chica era un demonio. Y no lo dudaría en echarla.

—Vete, no quiero problemas con tu papá, ese hombre es muy peligroso —recalcó la castaña.

—Mi padre no es un monstruo, y no hara nada. Mira, está buscando un guardaespaldas para que cuide de mí, y vi como espantaste a esos hombres; serías muy buena —la halagó. Becky apretó la mandíbula—. No me mires así, fuiste mi primera opción.

—Por si no te diste cuenta, trabajo en una mecánica en la cual ni soy dueña, el que maneja todo es mi padre. ¿En serio crees que seré guardaespaldas? tú en serio te estas volviendo loca —discutió la castaña —. No te conozco de nada, y no pienso morir por defenderte, no, joder, estoy muy bien y mi vida es muy tranquila.

Algo que tenía Freen era que no aceptaba un no como respuesta; era muy raro verla rendirse por algo que ella quería, y si se rendía era porque no lo quería tanto. La pelinegra seguía empeñada en lo mismo y por sus adentros se prometió conseguir que la Británica aceptara aquella propuesta, aunque fuese lo último que hiciera. No creía que en serio aquella chica estaba rechazando trabajar para ella.

—Serás mi guardaespaldas no el de mi padre.
—¡Peor! te pasa algo y me fusilan.

—¿Le tienes miedo a mi padre?

—No le tengo miedo a lo que tu padre pueda hacer conmigo —miró fijamente a Freen, cosa que no hizo sino hacer que su corazón se elevara, porque para ella, Becky tenía algo, un imán—. Tengo miedo lo que pueda pasar con mi familia por defenderte, porque escúchame, jamás moriría por ti, Sarocha.

Freen la miró incrédula, —Me estás ofendiendo. No te pido que mueras por mí, por dios, que dramática que eres —Becky volteó los ojos—. Sólo te estoy pidiendo que me cuides, aprovecha, mi padre te pagará muy bien.

—Ni por todo el dinero del mundo —Becky frotó sus sienes—. ¿Qué haces aquí? —le salió un poco la voz chillona—. Según tengo entendido tú no le ruegas a nadie, eres una chica muy joven, deberías estar viviendo tu vida en vez de tener colas detras de ti, no lo entiendo.

Para Becky era una sorpresa, porque había escuchado varias noticias departe de los reporteros que hablaban de lo engreída que era la única hija de Frank Sarocha, ella nunca se esperó tenerla frente a ella, y más que nada, pidiendo aquello. Era una tontería pero al mismo tiempo se le hacía muy difícil de creer y procesar.

𝐂𝐔𝐈𝐃𝐀𝐃𝐎 𝐂𝐎𝐍 𝐒𝐔𝐒 𝐋𝐀𝐁𝐈𝐎𝐒 || 𝐅𝐑𝐄𝐄𝐍𝐁𝐄𝐂𝐊𝐘 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora