Tiemblo

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Bea.

Todo se vé oscuro para mí, se que hay luz pero a mí alrededor siento una oscuridad cegadora, solo puedo sentir las sangre de ese maldito en mis manos.

Cometo el error de tocarme las cara, al instante me doblo en una arcada y vomito en la acera de la calle. Todo de él me da asco. Con manos ensangrentadas y la ropa toda rota por el choque camino por las calles de Chicago.

Hasta que la policía me encuentra.

Me hacen preguntas, me hacen revivir cada rose de su maldita mano, cada corte en mi cuerpo, cada cicatriz..

Oscuridad de nuevo..

Me despierto entre jadeos entrecortados.

Fué una pesadilla, siempre esa misma pesadilla de la noche dónde logré ser "libre', logré escapar. Tengo que recordarme que el ya no está para haceme daño. Pero aunque ya no esté, todavía puedo sentir todo el daño cuando duermo, al cerrar los ojos...

Me incorporo en mi cama, el pip de la alarma negra con números rojos que está en mi mesita de noche, indica que ya son las cinco de la mañana.

Me levanto a tropezones, cepillo mis dientes. Me veo en el espejo y trato de cubrir en un intento inútil las intensas orejas que me cargo. Después de unos minutos logré cubrirlas.

Elijo que me voy a poner y abro la ducha, duro unos minutos bajo el chorro de agua caliente con los párpados cerrados, cuando en mi mente se proyecta la imágen de unos ojos azules intensos, me restriego los ojos. Salgo con una toalla envuelta en mi cuerpo, pongo a calentar café en la cafetera mientras respondo un mensaje de Meisy donde ella me dice que viene por mí en media hora para ir al hospital.

Es difícil olvidar los sucesos del pasado, si todavía me tienen en presión para que pague una deuda que no me corresponde.

Tengo que conseguir el dinero antes de que acabe el mes.

Ajusto a mis piernas un pantalón negro que me aprieta el culo, uso una camisa color rosa pálido de mangas cortas. En un brazo reposa mi bata blanca.

Agarro las llaves del depa y salgo cuando escucho a Maisy gritando desde abajo. Llego dónde está ella y me deslizo por el asiento del copiloto del auto. Mi amiga no arranca porque me ve impaciente y yo giro los ojos.

—¿Qué?.

—¿No piensas decir nada Beatriz?.

—¿Qué quieres que diga?.

Suelta las manos del volante ofendida.

—No voy a arrancar el puto auto hasta que me des todo los detalles de la cena,—se cruza de brazos—sabes que hablo enserio.

Lo peor es que sí, la conozco y sé que no va arrancar hasta que yo le cuente.

—La comida estuvo bien,—arquea una ceja a mi dirección,—era un restaurante muy bonito y elegante, pero tu lo único que quieres saber es si pasó algo entre nosotros,—sonrie como si lo hubiera esperado—la repuesta es que; no, no pasó nada.

—¡¿Qué?!, entonces que hicieron?, hablaron?.

—Pues sí, platicamos.

—¡Por dios!, que aburrido.

—Lo dije antes, solo fue una cena.

Claro no le diré a mi mejor amiga que con el tipo con quién salí es de la mafia, no puedo.

Para mí no fué una simple cena, supe cosas ¿importantes?, sí, si eran importantes pero faltan más por saber de Christian Alexe.

Se resigna a seguir preguntando sobre la "aburrida" cena. Arranca su auto y dejamos atrás mi departamento.

Dangerous doctorsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora