Droga

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Bea.

Dice eso y se aparta, siento que me vuelve el aire a los pulmones. Vuele a recargar su cuerpo en el escritorio, yo le tengo una pregunta que tenía días queriendo soltarla.

—¿Que era lo que tenía la jeringa?.

—¿Hablas de la que te arranqué sin que te dieras cuenta?—responde con otra pregunta, asiento—eso es algo que todavía no entra en tu trabajo.

—Tampoco me explicaste bien lo que debo hacer.

—Se verá más adelante, lo más probable es que sea muy pronto.

Arrugo las cejas con confusión.

Quiero preguntar pero alguien entra.

Es su asistente, me ve con desagrado y se dirige directamente hacia Christian, detrás de ella se encuentra uno de los hombres que siempre están alrededor de el, pero este hombre lo he visto más que los otros.

Ella se acerca mucho a Christian y el se incorpora alejándose.

—Vanesa—le advierte.

Ella enojada le habla.

—Ya está listo y ella te está esperando.

¿Ella?, ¿Que ella?.

El simplemente de su pantalón saca un arma, abro mucho los ojos y bajo la cabeza para disimular. Recarga el arma.

La Vanesa y el hombre dan media vuelta, Christian se detiene y me murmura antes de irse:

—Hasta luego.

Me quedo sola en ese lugar, parada.

Se fué y dejó el trabajo, bueno no es que le haga falta, debe ser importante pero sigue la pregunta; ¿quien es esa ella?.

Sacudo la cabeza y salgo.

Llego a mi consultorio y esta mi asistente esperando con la primera consulta del día.

La luz del sol se filtra a través de las cortinas, creando un ambiente cálido y acogedor. Entra el paciente, un niño de cinco años llamado Lucas, acompañado por su madre, Ana.

Mí consultorio está decorado con dibujos coloridos en las paredes: sonrisas, animales y estrellas.

Me siento frente al escritorio, revisando la historia clínica de Lucas en mi computadora.

El estetoscopio cuelga de un gancho en la pared, listo para ser utilizado.

Lucas está nervioso pero curioso. Sus ojos se abren al ver los juguetes en una caja cerca de la silla de examen. Ana, su madre, le acaricia el cabello y le sonríe tranquilamente. Me les quedó viendo un rato.

Me agacho para estar a la altura de Lucas y le pregunto sobre su día y sus juegos favoritos.
Lucas me muestra su muñeco de peluche y cuenta sobre su aventura en el parque. Escucho atentamente, creando un vínculo con el pequeño paciente.

Invito a Lucas a subirse a la camilla. Le explico que revisaré su corazón, pulmones y oídos.
Lucas asiente, un poco asustado pero confiando en mí. Utilizo mí estetoscopio para escuchar el corazón de Lucas. Le digo que su corazón late fuerte y saludable. Luego, reviso sus oídos y le digo que no hay signos de infección.

Le explico a Ana cómo cuidar la piel sensible de Lucas durante el verano.

Le recuerdo la importancia de la hidratación y la protección solar. Ana asiente, agradecida por los consejos y la atención personalizada.

Cuando acaba la consulta el niño antes de cruzar la puerta con su mamá, me regala una sonrisita y yo se la devuelvo diciendo adiós con la manos.

Dangerous doctorsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora