Solitarie | TERMINADA | ©

Capítulo 37 ༒

El sábado, Verónica me prestó a su hijo cuando le dije que iba a acompañar a Alina a llevar a Zoe a pedir dulces, en realidad, le ofrecí llevar a su hijo porque ella está en Solitarie y no iba a poder. Es más, Ray y su hermano nos alcanzaron cuando íbamos empezando.

No recuerdo la última vez que había hecho esto.

Los tres niños habían congeniado bastante bien y rondan las edades.

Mientras esperábamos a que volvieran de la tienda a la que fueron a pedir dulces, le envié un texto a Circe, preguntándole si nos podíamos ver más tarde.

En estos días, hemos tenido casi el mismo trato en Solitarie y entiendo que es porque es mi lugar de trabajo, entonces, es mejor buscar vernos fuera de ahí.

Necesito sentir que estamos en una relación, no solo saberlo.

«¿A qué hora?»

Respondió.

«En una hora.»

Asumo que es lo que nos demoraremos en volver, luego de que recorramos esta avenida.

«Está bien.»

—¿Es Circe? —me preguntó Ray y abrí los ojos de más, mirándolo, a lo que se encogió de hombros.

Alina está aquí.

Me aclaré la garganta y extendí una mano cuando los niños volvieron. Yo llevo al huerco de Verónica de la mano.

Y de hecho fue poco menos de una hora lo que nos tomó recorrer lo que faltaba y volver a la casa de Marcel.

Ray y su hermano nos pasaron a dejar, porque él traía el auto de sus padres, entonces entré a la casa con Alina, Zoe y el niño.

Ambos chiquillos están en la sala, comenzando con esos dulces.

Yo fui a la cocina con Alina, para ayudarle a preparar chocolate. El frío afuera es horrible, tanto que ya me arrepentí de haberle dicho a Circe que viniera.

—... Te siento incómoda desde que tu amigo mencionó a una tal Circe —habló Alina, al sacar las tazas.

—Circe es... es con quien salgo ahora —la miré—. Estamos empezando y no sabía cómo... No quería que lo supieran todavía. Mi madre aún no lo sabe.

Alzó la cabeza.

—No querías decírmelo por Darcy —asumió y asentí.

—No quiero que tengas que esconderle nada ni que se los digas, solo...

—Fingiré que no lo sé —sonrió—. Lo sabré hasta que tú me lo quieras decir, ¿de acuerdo? —me ofreció una taza con chocolate y brindó conmigo.

Le quedó mejor que el que prepara mi madre.

Me terminé el chocolate segundos antes de que Circe me avisara que ya estaba aquí.

Me puse una chaqueta extra y salí.

Al acercarme, no supe qué hacer, solo me quedé de pie, delante de ella.

—¿Ya cerraste la cafetería?

—De ahí vengo. Verónica dijo que iba a venir a recoger a su hijo.

—Sí..., en realidad no me puedo mover de aquí hasta que venga por él... ¿Quieres entrar?

Miró hacia la casa, solo un segundo.

—¿Quién está ahí? —preguntó.

—Solamente Alina, la hermana de Darcy.

—... Mejor nos quedamos aquí.