Capítulo 33 ༒

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Y puesto que se trataba de una fiesta con temática de Halloween, a pesar de que nuestra vestimenta volvió a ser la negra, tuvimos que agregarle el componente tétrico; el maquillaje.

Todo lo concentramos en los ojos, porque debemos portar las mascarillas.

Y me volví a acabar el glitter.

Pero valió la pena el resultado, eso hasta que vi a las gemelas. Me detuvo el corazón verlas porque no creí que pudieran lucir más aterradoras.

Me estaba secando el corazón la mirada de una de ellas sobre mí, mientras guardaba mis cosas en mi casillero.

Cerré la casilla, suspiré y volteé.

—¿Qué necesitas? —pregunté.

—Ruth te está buscando.

En la risa que solté dejé ir el nerviosismo.

—Gracias.

Asintió y aproveché para retirarme.

Me da curiosidad de dónde sacó Circe a estas dos, porque sé que no llegaron aquí por sí solas, ella las trajo.

Ruth estaba en la barra, revisando las botellas de licor.

—No voy a probar nada —advertí al acercarme.

Faltan treinta minutos para abrir las puertas y ya no hay nada que se pueda hacer si ese licor no está "listo".

La verdad, yo no quiero saber nada sobre eso.

—Nada más necesito que vayas a cerrar la sala de tarot —sin mirarme, puso las llaves en la barra.

Fui a hacer lo que me dijo.

El pedir dulces en estas fechas también lo arruinó mi papá, cuando olvidó que él iba a llevarme y lo esperé por horas, en la entrada de nuestra casa.

Ese día no tuve ni un dulce.

Y en realidad por lo que no tengo tantos ánimos no es eso, sino que el martes se cumplen cuatro años de su fallecimiento.

Voy con mi madre a llevarle flores cada año, solo por ella, no es que me guste ir al cementerio.

Si mi abuela tenía razón con el asunto de nigromantes y escucho las voces de los muertos, me voy a morir del susto.

Al dar la vuelta, casi choco con Circe, otra vez.

—Tienes que dejar de hacer eso —dijo.

—¿Yo? Tú eres la que se aparece de la nada —me quejé.

Sonrió.

—Es que eres muy brusca para moverte —volvimos por el pasillo.

—Nunca me habían dicho eso.

Aunque, pensándolo bien, casi siempre estoy por chocar con alguien saliendo de la cocina o en la calle, a veces incluso en la escuela.

—¿Liz no vendrá? —cambié de tema.

—No y ya supe que le preguntaste cosas de mí.

Sonreí.

—Ella me dijo que estuvieron juntas en la universidad y me dio curiosidad. Yo pregunté y ella respondió, fue un trabajo en equipo —me limpié las manos.

—Si quieres saber algo de mí, pregúntamelo a mí.

Tomé aire al volver a mirar al frente.

—Puede parecer pretencioso, pero llegué a creer que me evitabas y por eso no te veía muy seguido por aquí y ahora me dejas preguntarte lo que yo quiera, eso... es difícil de digerir.

Solitarie | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora