Capítulo 1 ༒

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Observé muy cuidadosamente lo que estaba delante de mí, sobre la mesa. Leí cada una de las palabras escritas, repasándolas en mi mente.

Soy una artista de la adivinación, lo he sido siempre, basta con observar más allá de lo que está disponible a la vista.

A mí me enseñaron a ver lo que otros no ven, el truco está en mirar a los lugares correctos.

Mi abuela decía que las respuestas siempre estaban ahí, delante de nosotros, solo había que saber encontrarlas y fue precisamente eso lo que ella me enseñó; a prestar atención.

Tomé el bolígrafo, para contestar de una vez por todas el examen, pensando en que sea lo que los astros quieran.

Terminé en hora y media. Entregué el examen y firmé la salida.

Fui a mi casillero a sacar mis cosas, las que prefería tener en mi casa que aquí.

—¿Cómo te fue? —escuché que alguien me habló.

Por debajo de la puerta de la casilla vi un par de botas altas, pero no sé quién es. Moví la puerta y ni viendo la cara de la chica que me habló supe quién era.

—... ¿Te conozco? —pregunté.

Sonrió.

—Me llamo Majo...

—Ah, sí —ya sé quién es. Seguí sacando mis cosas—, eres la que trabaja con la trabajadora social.

—La misma —indicó en un dulce tono.

La única vez que había visto a esta chica fue en aquel incidente de la inspección a mi casillero, cuando me echaron de cabeza sobre mi venta de marihuana en el instituto.

En fin, ella fue la que me ayudó a traer mis cosas a este casillero precisamente.

—¿Cómo me fue con qué? —apunté a lo que preguntó hace un momento.

—Con tu examen.

Fruncí el ceño.

—¿Cómo sabes que hice un examen?

—Lo vi en la base de datos de la trabajadora. Vi tu nombre en la clase de regularización de Inglés.

Por lo que pasó ese día, no terminé el examen y no iba a ser tan miserable de armar una protesta, preferí reprobar la asignatura y venir a clases de verano, pero ya concluyeron, lo último era ese examen.

—Espero que bien... —murmuré—. Agarra esto —le di tres libros que muy amablemente aceptó y encima de ellos puse una caja con bolígrafos.

Estoy buscando... Metí la mano hasta el fondo y la encontré. La sujeté con una mano, solo que se atoró en los bordes de la misma casilla.

Me preparé para tirar con fuerza y, claro, se rompió.

—Mierda —maldije con el pedazo de tela en la mano. Saqué las monedas una por una.

—¿Qué es eso? —curioseó la chica.

—Una mascarilla de monedas.

—Ah... —musitó.

Literalmente salió hecha pedazos.

La extendí, viendo si tiene arreglo.

—¿Sabes bordar? —le pregunté a la chica. Asintió—. ¿Puedes reparar esto?

Me dio mis libros, para tomar la mascarilla y la revisó, con cuidado.

—¡Claro! —me pidió las monedas.

Guardé en mi mochila lo que me voy a llevar y el resto lo dejé en la casilla. Todo lo que deje aquí se quedará el fin de semana.

—¿Ya te vas? —pregunté.

Solitarie | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora