Capítulo 33.

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El sol poniente teñía el cielo con tonos anaranjados y rosados mientras tú y Henry aguardaban en la desolada parada de autobús. Era un escenario típicamente nostálgico de los 80, con la música de alguna radio cercana sonando de fondo y el sonido de los autos que pasaban esporádicamente.

Henry se mantenía en silencio, su rostro marcado por la resignación y la tristeza. Sus ojos azules, normalmente llenos de chispa, ahora reflejaban un vacío difícil de ocultar. Te acercaste a él, tomando su mano con siempre lo hacias, buscando consolarlo. Se le veía muy triste.

—Te echarte de menos, Henry—murmuraste, sintiendo cómo el nudo en tu garganta amenazaba con ahogarte. Sabías que este momento llegaría, pero no sabías que llegaría para hacerte sentir tan culpable.

Henry te miró con amargura en sus ojos, pero no dijo nada. Sabías que no había palabras que pudieran aliviar el dolor que sentia. Él no tenía un plan de vida como tú, ahora mismo eso le pesaba como nadie se podía imaginar.

—No te preocupes por mí, mi amor—respondió finalmente Henry. Nunca te había llamado Amor, su voz cargada de resignación—. Entiendo que tienes que seguir adelante con tu vida.

Tus ojos se llenaron de lágrimas al escuchar sus palabras. Querías quedarte allí con él para siempre, pero sabías que no podías. La universidad te esperaba con nuevas oportunidades y desafíos, y tenías que enfrentarlos aunque eso significara dejar atrás a la persona que mejor te entendía en el mundo. Con la que podías compartirlo todo...

—Prometo que vendré a visitarte cuando pueda, te lo aseguro, Henry —añadiste, tratando de sonar valiente a pesar del dolor que sentías en el pecho.

Henry te miró con sorpresa, como si no pudiera creer que estuvieras haciendo esa promesa. Sabías que la distancia entre la universidad y el pequeño pueblo donde vivía Henry sería considerable. (para él)

—No tienes que hacer eso, _____ —dijo Henry, su voz temblorosa por la emoción contenida—. Lo importante es que seas feliz.

No te lo podías creer, estabas tan orgullosa. Te imaginabas que acabarían en una gran discusión o él haciendo una locura. Tus ojos aún llorosos, te sentiste fatal al pensar así de Henry.

Te abrazaste a él con fuerza, sintiendo el calor de su cuerpo contra el tuyo. Querías memorizar cada detalle de ese momento, cada sensación, cada latido de su corazón contra el tuyo.

El autobús se acercaba lentamente, interrumpiendo vuestro abrazo con su presencia. Por un momento quisiste echarte atras. Pero era hora de despedirse, al menos por ahora. Te separaste de Henry con reticencia, sabiendo que cada paso que dabas hacia el autobús te alejaba un poco más de él.

—Te amo, Henry —susurraste, sintiendo un nudo en la garganta al pronunciar esas palabras.

Palabras de dulzura que abrazaron sus oídos. Haciendo que sus ojos casi soltarán las lágrimas que se esforzaba por esconder.

Henry te miró y sonrio con picaresca, la misma que te dio el día que os conocisteis. Pero hoy su mirada llena de amor y melancolía. Se inclinó hacia ti y te dio un beso profundo y apasionado, como si quisiera tatuarse tus labios en los suyos. El mundo a vuestro alrededor parecía desvanecerse mientras os perdíais el uno en el otro, aferrándoos a ese momento como si fuera el último.

El conductor del autobús tocó la bocina, recordándote que el tiempo se agotaba. Con un suspiro, te separaste de Henry, resistiendo la urgencia de correr hacia él y quedarte a su lado para siempre. Sabías que tenías que seguir adelante, que tenías que enfrentar los desafíos que la vida te presentaba.

—No te olvides de mí, Henry. Yo nunca lo haría —dijiste, luchando por mantener la voz firme a pesar de las lágrimas que amenazaban con escapar de tus ojos.

Este ahogo una carcajada, como si eso le pareciese impensable y absurdo. ¿Olvidarse de tí? Después de la paciencia que le tuviste, después de curar todas sus heridas. Después de todo...

—Jamas—Casi murmuró, con ensoñación. Sus pupilas brillaban con la promesa de un reencuentro futuro.

Con un último beso y un adiós susurrado al viento, subiste al autobús y te alejaste, dejando atrás a Henry y al pueblo que habías llamado hogar durante tanto tiempo.

•••

Ya sentada en el autobús de viaje, el cual arrancó en cuanto entraste. Miraste hacia atras y la escena que viste te partió el corazón, el alma y todo lo demás.

Tu ahora ex novio, limpiándose las lágrimas, repetidamente, viste como cayó de rodillas cubriéndose la cara con ambas manos, llevándoselas al cabello. Pudiste ver como hiperventilaba...

Te llevaste una mano a la boca silenciando tu llanto, que aunque silencios era un desatre. Antes de que Henry levantará la vista, te diste la vuelta y viste hacia delante.
Él no quería que lo vieras así, al menos eso podías concederle.

•••

Henry

La partida de mí ______ me había dolido. Mientras veía el autobús alejarse por la carretera polvorienta, una sensación de desesperación y pérdida me abrumaba. Me quedé allí, de pie, observando cómo te ibas, sintiendo como si una parte de mí mismo se desgarrara con cada paso que dabas hacia la distancia.

El cielo tenía tonos alegres, pero para mí, todo se veía oscuro y sombrío. La música de fondo cercana sonaba distante y desvanecida, como si estuviera en otro mundo. El sonido de los autos que pasaban apenas se registraban en mi mente, eclipsado por el miedo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando te vi alejarte. Quería correr hacia ti, detenerte, suplicarte que te quedaras, pero sabía que era inútil. Había aceptado tu partida incluso antes de que subieras al autobús, pero eso no hacía que fuera más fácil.

La sensación de abandono me envolvía cómo el hielo helado. Me sentía solo, desamparado, como si el mundo entero se hubiera volcado en mi contra. Pensé en todas las veces que estuve entre tus piernas, juntos, unidos. En los momentos felices, en los tristes, en los de furia. Todo juntos. Ahora, todo eso parecía tan lejano, tan irreal, como si nunca hubiera pasado

Cuando te vi mirar hacia atrás, supe ser fuerte para tí. Aún que mis huesos ardían por arrancarte de ese autobús y encerrarte.

paralizado, impotente ante la situación, mis piernas fallaron cuando estabas algo lejos.

Caí de rodillas en la gravilla del suelo, cubriéndome la cara con las manos mientras sufría. El peso de la soledad me aplastaba, haciéndome sentir como si estuviera ahogándome en un mar de desesperación y desesperanza.


Sabía que tenía que recomponerme, que tenía que seguir adelante, pero en ese momento, todo lo que podía hacer era dejarme llevar por el dolor. Me sentía como si estuviera perdiendo una parte de mí mismo contigo, y no sabía cómo podría seguir adelante sin ti a mi lado.

Mientras el autobús desaparecía en el horizonte, me quedé allí, en la desolada parada de autobús, con el corazón hecho pedazos y la esperanza desvaneciéndose lentamente.Todo lo que podía hacer era dejar que las lágrimas fluyeran y esperar que algún día el dolor disminuyera.


























He cambiado cosas del capítulo 1 al 8, por si interesa. Creo que queda mejor.

HENRY BOWERS X READER: La hermana de PatrickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora