Una semana, una semana desde que Henry a decidido, básicamente, vivir en tu habitación. Nadie entra sin tu permiso, de todas formas si él no hace ruido nunca lo descubrirán. Siempre la deja echa un desatare, que luego te toca limpiar.Todos los días le subías él desayuno, almuerzo, merienda y cena. A escondidas claro. Y aparte de eso le comprabas golosinas y galletas para comerlas juntos mientras veían películas o hacían otras cosas para entretenerse. No te molestaba, te gustaba cuidarle aunque fuera un poco grosero cuando se juntaba con la Bowers Gang.
Henry te adoraba. Eras la chica perfecta. No lo admitiría, pero le gustaba que le leyeras hasta quedarse dormido. Le gustaba que siempre lo trataras bien, aún conociéndolo. Le gustaba lo lista que eras, admiraba lo mucho que estudiabas. Tus cambios de humor también le parecían divertidos, lo comprensiva que eras...
No cree poder volver a dormir en una cama sin ti abrazándolo. Pero sabe que esto no puede durar para siempre.
•••
Henry había sido tan comprensivo contigo, que te asustaba. Tu período había terminado, por fin y a tus padres no se les ocurrido mejor cosa que llevarte al ginecólogo. Solo para una revisión. Bueno, tu padre un poco paranoico, secretamente quería saber si seguías siendo virgen. A tu madre solo le interesaba saber si tenias una infección o algo parecido.
Definitivamente no querías ir. Al escuchar semejante idiotez, subiste a tu cuarto enfadada y cerraste la puerta con pestillo. Henry, quien se encontraba en tu cama leyendo un cómic. Te miro sonriente, le divertía verte enfurruñada.
—¿que pasa?— volvió su vista al cómic.
Vale, en esta semana habías aprendido a no tener secretos con el, se ponía echo una fiera, si te negabas a contarle algo. Invadía por completo tu intimidad. No te perecía del todo bien eso, era muy vergonzoso.
—Mis padres quieren lle-llevarme a un ginecólogo—Te pusiste roja.
—y... ¿eso es...?—Madre mía, procediste a explicarle lo que sabías. Y por último le enseñaste el folleto que tus padres te dieron.
Henry lo miro incrédulo y leyó con el ceño fruncido.
—Entonces...— Te miro a los ojos, oh no, parecía enfadado y mucho.—Te quedas sola, con un "doctor", te abres de piernas y que te toque, y por lo que he leído también los pechos...— Volvió su vista al folleto verificando la información.
—Supongo— Frunciste el cejo.
—¡No vas ha ir a esa puta mierda!—Alzó la voz, te preguntabas cuando fue que él empezó a mandar sobre las cosa que hacías en tu vida. O cuando fue que su opinión te empezó a importar tanto. Ni siquiera eran novios para que hiciese eso.
—Baja la voz— Le susurraste— Yo no quiero ir, pero eso lo deciden mis padres—Te sentaste junto a él.
—Me importa una mierda, ¿por qué quieren que vayas a eso?— Te pusiste roja.
—Y-ya sabes, porque me bajo mi periodo hace poco—Extrañamente Henry no tenía ningún tipo de rechazo o tabú al hablar de eso contigo. Si fuese cualquier otra chica se burlaría y la humillaría. Pero a él le gustaba que hablaras de tu periodo con él. En cambio a ti te avergonzaba un poco.
—¿Y es necesario que vallas?–
—¡claro que no!–
•••
Estabas en la sala de espera del hospital, Henry se encontraba a tu lado de brazos cruzados y con el ceño fruncido. Tus progenitores obviamente no iban a acompañarte, estaban trabajando. Henry te acompañaba.
— ¿_____ Hockstetter?— Preguntó un señor robusto, aparentemente de unos cuarenta y pico años. Al lado de él había un cartel, en mayúscula que ponía: "GINECOLOGÍA"
— No jodas...— Henry vio como entrabas a esa habitación, el robusto hombre cerró la puerta tras de ti.
Henry se acercó a la puerta y pegó su oído a la puerta, al mínimo sonido sospechoso. Entraría y te sacaría de ahí.
—¡Jovencito! ¿Que cree que hace?— Pregunto una señora que también esperaba ser atendida.
— Señora cállese, métase en sus asuntos— Le respondió irritado.
•••
Te sentaste frente al escritorio. Estabas nerviosa, ademas ese señor te miraba raro.
La verdad es que sus pacientes solían ser señoras mayores o ha partir de los treinta años por lo menos. Era la primera vez atendía a una jovencita de 13 años. Se podría decir que se sentía nervioso y ansioso a la vez.
Te hizo unas preguntas, un poco incómoda las respondiste. Henry escuchaba desde el otro lado de la puerta.
Empezaría revisando tus pechos, por lo que te pidió que te quitarás todas las prendas de la párate de arriba. Te sentaste en la camilla y el doctor se acercó a ti.
—Bien, tienes que quedarte quieta ¿vale?— Se puso unos guantes de látex.
Empezó por tu pecho izquierdo, tocando con delicadeza mientras revisaba. Empezó de forma bastante profesional. Lo que no sabías es que tenia una erección en ese momento. Terminó y procedió a hacer lo mismo con el otro pecho. Mientras lo hacía te explicaba todo lo que hacía y porque. Te producía cosquillas, estabas muy nerviosa. Terminó con tus senos. Pero no se resistió a colocar ambas manos en tus tetas y apretar suavemente. Soltaste un pequeño grito, no te lo esperabas.
—Tranquila— Lo viste sonreír.
Seguidamente te dio una especie de bata y te dejo para que te cambiaras. Era como una camisa. Ni siquiera te tapaba los glúteos y apenas cubría tu feminidad.
—Bien, ahora quiero que te acueste ahí— Señaló una camilla.— Y apoyes tus piernas en estos soportes— los señaló.
Hiciste lo que te dijo, te sentiste completamente expuesta, incluso sentís el aire frío contra tu vagina. Tenía las piernas abiertas completamente, dando una vista perfecta de tu zona íntima.
El doctor dirigió su vista entre tus piernas, su respiración empezó ha ser irregular. Empezó a revisarte.
—Antes me dijiste que no habías tenido relaciones — Viste una gota de sudor bajar por su frente.
—A-así es— Lo viste suspirar.
Estaba acostumbrado a ver vaginas arrugadas y peludas. Pero la tuya era rosada y apenas había bello. Su miembro hacía mucha presión contra su ropa. Desgraciadamente para él aún eras virgen. No estaba permitido revisar la parte interna del aparato femenino si la paciente no había tenido relaciones sexuales.
Ya había terminado, todo estaba en orden.
Permaneciste tumbada esperando alguna acción por su parte o que te dijera algo. Pero no fue así. Estuviste un par de minutos sin sentir ningún movimiento. Hasta que escuchaste un sonido extraño, como algo siendo frotado. Acompañado de la respiración jadeante del doctor. Confundida dudaste si debías levantarte.
Cuando lo hiciste, ¡valla sorpresa! Estaba con su polla en la mano, masturbándose sin quitar la viste de tu vagina.
— ¡¿Qu-que hace?!— Tu voz lo asustó y te miro incrédulo. No había vuelta atrás.
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HENRY BOWERS X READER: La hermana de Patrick
RandomDespués de unos años vuelves ha Derry junto a tu Hermano mayor y madre. Dispuesta ha seguir con una vida tranquila sin esperar que nada cambien. Pero no contabas que el mismísimo Henry Bowers se interpondría entre tú y tu perfecta rutina. Siendo pos...