Extra Azulados: Parte II

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- Te dije que cayó en el hechizo de la pituficenicienta - Poe rió tomando la camisa entre sus manos - Supongo que no se resistió a estar azu-lado.

- Eres... un tonto - Dije intentando no re-irme ante su pésimo chiste.

Bueno ese también fue un chiste malo.

- ¿Y ahora qué? - preguntó mirándome expectante - ¿vamos a ser damas de honor en una boda de Star Wars y CR7?

- En dado caso tu serías el padrino. - Le recordé.

- No sé como funcionan ese tipo de cosas... Pero siempre y cuando no sea yo el novio... Será divertido asistir.

- ¿No te quieres casar? - Pregunté con curiosidad.

- Siempre he querido, pero siguiendo el ejemplo del matrimonio caótico y fallido de mis padres desearía no casarme nunca. Trae muchos problemas.

- Amar no siempre es como la gente lo pinta, supongo. - Suspiré mirando mi móvil.

0 llamadas de Héctor.

0 llamadas de mamá.

- ¿Esperaré toda la vida a que me digas que te pasa? quita esa cara, te ves medio fea cuando estás triste.

Lo miré con molestia.

- Tu siempre te ves horrible con ese tinte pero no te digo nada.

Él sonrió.

- Hay dos opciones... O eres una mentirosa. - Se acercó a mí. - O tienes muy mal gusto. - Pasó a mi lado hacia la cocina. - Ve a cambiarte, te vas a resfriar, yo iré a hacerte algo de cenar, se ve que no has comido en días con esa depre.

- No es necesario que lo hagas... Y no estoy depre - Aclaré.

Hizo varias caras de tragedia que me hicieron mucha gracia.

- Así te ves - Señaló su cara. - Ahora ve, de verdad. Prepararé algo delicioso porque quiero y porque yo también tengo hambre.

- La nonna te tiene muy consentido como para dejarte usar su cocina.

- Ya te he dicho que me quieren más que a todos ustedes juntos. - Dijo colocándose un delantal.

Rodé los ojos y subí a cambiarme.

Suspiré quitándome la camisa y arreglando todo para darme una ducha.

Agradecía que Poe tomara el tiempo de acompañarme, pues aunque a veces es un pesado. Tenía ganas de pasarla con alguien para no pensar mucho... Aunque en ocasiones no lo lograba.

Mi móvil sonó mientras me perdía en mis pensamientos (esta vez no tan tristes) y desvié mi atención hacia él.

"¿Por qué estabas más seria que de costumbre el día de hoy, bonita?"

Levanté una ceja ante su mensaje, puesto que las ocasiones en las que había compartido el mismo aire con él, había sido el ser más amargado que conozco.

No contesté su mensaje y terminé de cepillar mi cabello mojado, antes de salir de nuevo a buscar a Poe, quien preparaba quien sabe qué, con un delantal de la nonna mientras tarareaba algo.

— ¿Qué tal? ¿Cómo te vas sintiendo?

Sonreí un poco.

— Espero que bien luego de comer eso, no quiero enfermar — Me reí.

— Ja, ja — Dijo acercando un poco de tortilla a mi boca — Prueba.

Hice lo que me pidió.

Okay, mejor que yo si cocinaba.

— Sabe muy bien. — Admití mientras él me pasaba un poco de jugo.

Tomé el vaso en mis manos y bebí, también sabía bien, pero ese si no lo había preparado él, ni aunque me mintiera.

Luego de cenar, fuimos a la piscina a sentarnos un rato y Poe tomó la guitarra que tenía William ahí.

Comenzó a tocar algo al azar.

— ¿Qué te pasa Lu? — Preguntó con voz suave. — No puedes simplemente decirme que no te pasa nada. Simplemente deja de evadir está conversación, solo quiero ayudarte.

Suspiré y cerré mis ojos.

— Estoy cansada, supongo. De la vida tan monótona de la ciudad, los amores que no son reales y lo horrible que es sentirse vacío por dentro.

Ví sonreír ligeramente a Poe y mirarme con ternura.

— Creo que te entiendo.— Cambió la melodía que tocaba. Por otra que conocía.

— ¿Cómo sabes que me gusta esa canción?

Él levantó una ceja.

— La toco porque me gusta.

Sonrió.

— También puede que lo haya escuchado en algún momento de la conversación del día de la fiesta. — admitió.

Me reí.

— En tu mensaje decías... — Comenzó a cantar — Flaco me siento muy sola...

— Odio la vida moderna... — Canté y me reí — Hoy se me está haciendo bola...

— Prométeme que nos vamos... Y yo me juego la plata. Echo de menos oírte... Y no tocarte me mata. — Siguió Poe.

— Si la vida moderna, me toca contigo, por mi que sea eterna o que dure un ratito. — Cantamos juntos.

— Quiero que cantes con nosotros en el ensayo al que te invité.

Lo miré incrédula.

— ¿Si?

Asintió.

— Hablo en serio rubia.

Sonreí.

— ¿Y qué te hace pensar que iré?

Cambió su semblante al juguetón de siempre.

— Pues que lloraré y no te dejaré en paz si no vas.

— Uy que miedo.

Ambos reímos.

— ¿Puedes quedarte hoy? — Pregunté como un impulso.

Muy alejado a lo que pensé, Poe no bromeó con aquello, más bien, asintió lentamente y un poco impresionado a mi petición, sin dejar de mirarme.

— Si Lu, cuando me lo pidas.

Lo miré extrañada.

— Para eso estamos los amigos. — Agregó.

Sonreí.

— Gracias Poe.

Luego de ver una película, subimos a mi habitación y nos acomodamos para dormir. Le di una cobija, una almohada y a pesar de que él había dicho que dormiría en el piso. Le hice un espacio en mi cama, colocando una almohada entre nosotros.

— ¿Me puedes abrazar de cucharita? — pregunté sin saber si me estaba pasando.

Poe se rió.

— Primero un cafecito ¿No crees dulzura?

— Que imbécil Poe.

Me quejé y él rió mientras me abrazaba como se lo pedí.

Me acurruqué y me dió ese ataque de felicidad que te suele dar luego de arroparte.

No me estaba pasando de la raya ¿O si?

De ser así o no.

Esa noche si pude dormir.

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⏰ Última actualización: Apr 14 ⏰

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Conquistando a Marcos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora