Londres cambió radicalmente a partir de esa noche. La gracia y la persuasión implícita que Jack supo manejar a la hora de enviar su mensaje de paz a los altos cargos fue lo suficientemente eficaz y perspicaz para convencerlos de sus ideas. La monarca y sus ministros se mostraron sorprendidos por su maestría con el lenguaje y la adulación tan formal y astuta que mostraba y con la que hablaba. Claramente se embaucaron de aquellas palabras tan finas y exquisitas y se dejaron llevar, accediendo a casi todas sus propuestas.
Después de todo, sería un vampiro, y estaría buscando su propio beneficio, pero sus propuestas no eran descabelladas, de hecho, eran sumamente corteses y distintivas.
Jack Loughty se comprometió que habría una convivencia pacífica, estableciendo una negociación formal para el fin de las masacres, pues, si los humanos se comprometían a abandonar sus ataques indiscriminados a cada vampiro que salía de los suburbios, y, por ende, también detenían sus incursiones hacia el interior, incluidas las de los dos hermanos Dendrobates, los vampiros se comprometerían a no asesinar a más humanos. Para que ello fuera posible, los humanos podrían establecer una serie de cuotas de sangre para procurar que no hubiera más muertes de inocentes o civiles.
La propuesta fue percibida inicialmente como una locura, pero después se fueron cuenta de que no era tan descabellado como se planteaba inicialmente, no era un capricho egoísta de los vampiros; pues si los humanos entregaban sangre a los vampiros, estos no tendrían necesidad de matar a nadie y, por tanto, los cazadores de vampiros no tendrían que arriesgar sus vidas para frenar estos ataques.
La corona fue la primera que se lanzó de cabeza en aceptar aquella propuesta de inmediato, inicialmente fue considerado una imprudencia, aunque luego se dieron cuenta de que la monarca tenía su razón para hacerlo. Podría conseguir beneficios al ahorrarse el gasto en defensa de Londres. Aquello ya de por sí cundía, pero también podría provocar más estabilidad en la ciudad y en el país entero.
- ¿Los vampiros pueden tener hijos?- preguntaron los Lores de la cámara con seriedad y elegancia.
- Así es...- asintió con la cabeza.- Estarían mis padres en mi lugar en vez de mí si no pudiéramos reproducirnos.
- En ese caso, me gustaría añadir una condición a este pacto.- Jack asintió con la cabeza, expectante con la continuación de la oración.- Debemos asumir que con esta pacificación del territorio vampírico, el cual juras controlar...
- Nuestra familia tiene control sobre él, correcto.
- ¿Cómo se decide el control?
- El más fuerte o el que tiene más alianzas... En nuestro caso, somos una familia constituida principalmente por agrupaciones y alianzas... Además, ahora mismo tenemos una alianza formal con la familia Dendrobates, por lo que somos la familia más poderosa de los suburbios en estos momentos.
- Es un honor poder decir que nuestra familia os ha dado tanto prestigio...- mencionó Lord Benjamín con suma elegancia.
Jack asintió con la cabeza lentamente.
- Sería un gusto poder conocer las condiciones que quería proponernos a los vampiros...- se giró hacia el hombre que se había mantenido en silencio después de aquel breve paréntesis, este asintió con la cabeza.
- Debemos tener en cuenta que ahora que el territorio vampírico, los suburbios, van a pacificarse y volverse una zona un poco menos caótica y peligrosa... Inevitablemente los plebeyos tal vez encuentren atractivo lo misterioso y a vuestra estirpe. Para prevenir una mezcla de sangre pobre con la vuestra, nuestra condición es que no se puedan tener hijos entre vampiros y humanas de bajo nivel económico, ni viceversa.
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72.- Rosa y Julia (Lesbian/ Romance vampírico)
VampireJuliette Dendrobates luchaba en una guerra imposible. Impotente, observaba como aquel mundo de hombres no la dejaba convertirse en una cazadora de vampiros. Fue gracias a su hermano Georgie que pudo dar el paso, aunque no fuera un equipo de la élite...