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El país del hierro..

Un maldito templo congelado, acompañado de las diversas neblinas que pasaron en su alrededor al pisar aquellas tierras. Llevaba solo un par de días corriendo tras los árboles, intentando llegar a una ciudad nevada y fría.

La nieve blanca sumergía constantemente a la albina, quién al ser sujetada por Juugo en su rescate, evito hundirse bajo las profundidades del suelo. Sus capas ónix transformadas unicamente para ellos, les era útil para comenzar a ser vistos por lo que eran, Taka. Después de todo, ya no pertenecían a Akatsuki, por lo que era natural llevar prendas más.. De su propio estilo.

—H-hace tanto frío...–Tartamudeo el Hozuki, abrigando sus manos dentro de su capa.

—El país del hierro solo es una gran roca nevada.–Aclaró aloe vera para todo Taka. Los guiaba a todos a través de la montaña.

De pronto, la pelirroja sintió algo, una fuente de chakra cercana.

—¡Esperen, estoy sintiendo algo!

El azabache la vio de reojo para poder asentir, dándole la libertad de decirle a todo el equipo lo que pasaba.

A unos kilómetros de Taka, había una especie de samuráis protegiendo el paso de la gran montaña nevada. La seguridad se había reforzado por aquella reunión conmemorativa, por lo que fue evidente para todos que no seria fácil en avanzar.

Fastidiada, Koemi le indicó a Juugo si él podía usar sus pájaros para encontrar otra ruta cercana, a lo que él solo asintió con media sonrisa en su rostro al guiar a unos cuantos a encontrar algo.

Mientras esperaban, Koemi caminaba por el lugar con unas botas lilas enormes en sus pies. Su intento de parecer una nueva moda se vio reflejado con sus pequeñes contra la nieve.

De pronto, había llegado el ave que mando el pelinaranja a investigar, y con eso, saber a qué destino tendrían que ir.

—Vamos por el lado oeste.–Aclaró Juugo al suspirar el aire frío a su alrededor.—No hay tantos samuráis en ese lado.

—Karin, sigue revisando la posición de chakra de los samuráis.–Sasuke se digno a mirarla. Está vez, en busca de ordenarle en usar nuevamente su habilidad sensorial.—Nos infiltraremos ahora.

—Eso suena ilegal..–La voz de la albina sonó acompañada de la nieve en su alrededor. Sin embargo, lo que solo pocos notaron, era en la nueva confianza que había encontrado.—¡Me encanta!.–Finalmente, alzó sus brazos al aire en busca de su absoluta felicidad.

El aire frío calo los huesos del Hosuki,  quien estornudo fuertemente en el rostro rejuvenecido del pelinaranja. Koemi tapo su boca con sus manos al instante, mientras evitaba soltar una carcajada por eso.

—¿Yo también tengo que ir?.–Karin se mantuvo en su puesto, nerviosa ante las miradas confusas de los demás.

Solo que ahora, ese era el momento perfecto para que muy pronto pudiera pulir sus habilidades sensoriales.

—Pero..

—Tranquila, Tomate. Te protegeré con mi vida si es necesario.–Koemi alzó el brazo de Karin hasta pasarlo por su hombro, sintiendo el calido aroma que surgía en ella.

Sasuke interrumpió su momento con su característico "Hmp" la cual no pasó desapercibido por la albina, quién sonrió burlesca.

—¡A ti también te protegeré, Bakasuke!.–Aquel apodo que en algún principio no le había gustado al Uchiha, ahora le hacía gracia.

Después de ese momento, Sasuke le explico a Zetsu que irían a por Danzō, dándole la señal para seguir sus órdenes.

El lugar donde se reunirían los cinco Kages era simplemente lo más asombroso que había visto en toda su vida, siendo principalmente una atracción única con colores dorados a su alrededor por las distintas joyerías, reliquias entre diversos pasadizos en camino.

𝙻𝚘𝚜 𝚃𝚛𝚎𝚜 𝙳𝚎𝚜𝚎𝚘𝚜 |𝘚𝘢𝘴𝘶𝘬𝘦 𝘜𝘤𝘩𝘪𝘩𝘢|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora