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-¡otra vez!-grito el abuelo Alteara

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-¡otra vez!-grito el abuelo Alteara.

Estaba respirando erráticamente y mi pecho subía y bajaba con rapidez, incluso sentía que me dolía el costado izquierdo al respirar. Mi cuerpo estaba pegajoso por el sudor y tenía que entrecerrar los ojos para ver bien por el sol de las cinco de la tarde.

Alexander Black corrió hacia mi intentando pegarme un puñetazo en la cara, esquive su puño y le pegue una rápida patada en su estómago, mientras papá caía al piso adolorido aproveché de agarrar su brazo y hacerle una llave, inmovilizándolo.

-Saben que no tengo una oportunidad contra un vampiro, ¿verdad?.

Cuando el consejo de la reserva se enteró de la inminente batalla con vampiros, se alteraron, pero cuando supieron que un vampiro quería mi sangre como salsa para unos hot cakes, se alteraron aún más.

Habían apoyado las decisiones y las condiciones de la manada para participar en la pelea, pero ellos implementaron que era necesario que tomara clases de lucha. No era justo que practicara con alguno de la manada, debido a la fuerza sobrenatural que tenían, tampoco podía practicar con Billy y su silla de ruedas, sue estaba resfriada y el abuelo alteara dijo que el ya no estaba en condiciones para pelear como un jovencito. Así que la mejor opción fue pelear con mi papá, alguien que me doblaba la fuerza y tenía buena capacidad física.

Pero a pesar que Alexander tuviera buenas características, no se podían comparar con las de un vampiro, aunque me doliera el orgullo al decirlo; Riley Biers me haría trizas.

-mejor estar preparada a que no saber nada-respondió Billy.

Llevábamos practicando desde hace tres horas y no podía más, el cuerpo me pesaba y solo quería ducharme y dormir.

Estábamos en el patio trasero de la casa de Jacob, lugar elegido por el consejo como el sitio de reuniones. Mientras los señores estaban cómodos en una mesa con algunas cervezas y comida, la manada reposaba en unos troncos viéndome.

-díganme que fue suficiente por hoy, por favor-me giré al consejo haciendo puchero y poniendo los mejores ojos melancólicos que tengo.

-si. Será bueno que vayas con los muchachos a ver como practican los Cullen, ve las tácticas que tengan y mañana practicaremos con ellas-respondió el abuelo de Quil.

-lo hiciste bien, preciosa-Paul llegó a mi lado y me beso suavemente.

-Gracias, estoy cansadísima.

-ten, cuando se te baje el calor corporal te dará frío, no quiero que te resfríes-me entrego una sudadera de algodón negro, que a juzgar por la talla pertenecía a el.

Le di un beso en la mejilla y lo abracé por la cintura, escondiendo mi cara en su cuello, tenía tanto sueño y el calor corporal de Paul era tan reconfortante que perfectamente me podría quedar dormida.

𝖤𝗎𝗉𝗁𝗈𝗋𝗂𝖺 | ᴾᴬᵁᴸ ᴸᴬᴴᴼᵀᴱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora