Capítulo 1

339 36 0
                                    

Los dedos de Amara no dejaban de moverse de forma animada sobre las teclas oscuras de su laptop gris plata. El sonido que la acompañaba era el de los pequeños cuadrados de plástico con letras iluminadas que se hundían con la fuerza de sus dedos. Su escritorio junto a la ventana parecía una zona de guerra y el desastre que le seguía. Había notitas cuadradas adhesivas de color amarillo pegadas por doquier. En ellas estaban todos los conflictos a resolver por sus personajes en la nueva novela que estaba escribiendo. Así como también las dudas que tenía sobre algunas líneas argumentales y las conexiones con los tomos anteriores. No podía dejar cabos sueltos y que la criticaran por falta de coherencia. Su saga de atractivos hijos de dioses de la antigüedad, tenía un éxito considerable en el mundo de la literatura paranormal. Eso le había permitido dejar un trabajo administrativo de oficina con horario fijo, para dedicarse a escribir. Muy a pesar de sus padres que solo veían para ella futuro en la carrera de contadora. Las predicciones les habían salido mal. Ya se encontraba escribiendo el cuarto libro de su serie. A pesar de que su trabajo soñado era flexible, ella necesitaba de una rutina. La editorial de manera sutil, a través de su editora, metía un poco de presión para la nueva entrega. Trabajar con números era fácil, estaban ahí siempre y los errores eran fáciles de corregir. Usar la imaginación y las ideas era una tarea un poco más complicada. A veces la motivación y la inspiración no se hallaban de manera tan simple.

Además de objetos, lápices viejos y anotaciones, que eran artilugios relacionados con el arte de escribir, había sobre el escritorio un plato con dos porciones de pizza que ya se habían enfriado junto con un vaso grande lleno de Coca Cola con cuatro cubos de hielo flotando en la superficie burbujeante. Le estaba costando acostumbrarse al clima de verano tan húmedo que había en el lugar y por eso estaba descalza. Sabía que debía beber más agua, pero un buen vaso de esa bebida fría era todo lo que necesitaba. La puerta trasera de su cabaña estaba abierta y la brisa se colaba para deslizarse por el suelo y acariciarle los pies.

Puso el punto final en el primer capítulo que le había tomado tres días escribir y se aseguró de guardar el progreso antes de cerrar el archivo. No sería la primera vez que había perdido todo el avance de un libro por un error. El fondo de pantalla de su computadora era simplemente blanco, pero en el centro había dos ojos negros tan exóticos como misteriosos. Era la mirada seductora de Alessio, un semidios y el personaje principal de su historia. Sonrió con ternura al ver su creación y tomó el olvidado plato con restos de pizza para llevarlo hasta el microondas que se encontraba en una repisa de madera blanca sobre la encimera. En la otra mano sostenía el vaso transpirado de la bebida gaseosa. Dio unos cuantos sorbos disfrutando del sabor en su lengua y metió el plato en el artefacto blanco. Presionó el botón temporizador y justo cuando quitó su dedo del dispositivo, la luz se fue de toda la cabaña. Se apagó la música clásica que sonaba en el televisor a bajo volumen en la sala de estar y el plato circular dentro del microondas no tuvo tiempo de comenzar a girar. Solo se veía el leve resplandor de la pantalla de su laptop que aún conservaba energía en su batería.

—¡Mierda! ¿Qué hice ahora? Ni siquiera sé dónde está la caja central de electricidad —dijo Amara creando una idea de película en su cabeza. Pensó en esos personajes que salían afuera para controlar la electricidad y eran atacados por algún maniático.

Sus palabras fueron susurros acallados por un trueno fuerte que se dejó escuchar sobre el bosque que rodeaba su casita. Abandonó el vaso sobre la encimera y se acercó a la ventana más grande de su cabaña. Esa que estaba en el recibidor. Una parte de la fachada de la residencia imitaba una pirámide de cristal. Al observar hacia el exterior se dio cuenta de que no podía haber sido ella la causante del apagón de electricidad solo por apretar un botón. Debía ser la tormenta. El único poste de luz que había fuera de su casa, también había sido afectado. Quizá un relámpago había impactado cerca.

El cielo oscuro se iluminaba con la luz de los relámpagos y unas primeras gotas de lluvia se estrellaron contra el cristal frente a ella. Amara siempre se quedaba hipnotizada cuando observaba una tormenta. En la ciudad donde había vivido gran parte de su vida, con tantos rascacielos, carteles luminosos y luces de neón, era imposible contemplar semejante espectáculo. Pero allí tenía la posibilidad de ver los altos árboles danzando en un vaivén y las hojas temblando más arriba. De repente, ese cuadro natural dejó de serlo. Alguien salió de entre los árboles, sosteniéndose con dificultad de los troncos agrietados. Ella acercó su rostro lo más que pudo a la ventana. Su nariz tocando el frío cristal. La persona dio pasos hacia adelante tropezando sobre sus pies. ¿Podría ser su imaginación o en verdad aquello estaba sucediendo? Abrió la puerta principal a pesar de que su mente le gritaba que no lo hiciera. Estaba sola en el medio del bosque y no sería prudente. Pero tampoco podía dejar a alguien afuera con semejante temporal. Fue impactada por el viento que acarreaba hojas que se volvían proyectiles para estrellarse contra ella y frías gotas de lluvia tocaron sus brazos. Confirmó que había visto bien. La persona dio unos pasos más para acercarse hasta la cabaña y luego se desmoronó junto a su porche. Amara creyó que acababa de presenciar su muerte. La realidad le había devuelto una peor escena que la que había creado su imaginación.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Condena de sangre [Escarlata #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora