Amara entrecerró los ojos varias veces para dilucidar dónde se encontraba. Intentó darle sentido a las cosas que la rodeaban. La boca todavía le sabía a cerveza y papas fritas. Se contuvo, tratando de no pensar en eso, para no darle paso a las náuseas. De manera paulatina retazos de recuerdos se presentaron en su mente. Recordó que había salido con Virginia a un bar la noche anterior. Se sentó sobre la cama y observó el vestido en el suelo y los tacones en un rincón. Las aves ya cantaban dentro de las copas de los árboles y le molestaban un poco. Se creyó la persona más débil del mundo en cuanto al alcohol. No podía ser posible que una jarra de cerveza le hubiera afectado tanto. Fue al baño y encendió la ducha de agua caliente mientras dejaba caer su ropa interior sobre el piso. Se metió en la bañera y dejó que el agua caliente le mojara el rostro y se fregó la piel con las manos y jabón para tratar de quitarse el maquillaje. Cuando había estado un rato bajo el agua, que debía haber sido fría para despertarse bien, aunque de ninguna manera iba a permitir eso, salió de la ducha y se envolvió con una toalla ajustándola sobre sus pechos. El cabello se había aplastado un poco y goteaba. ¡Ruido en la sala de estar! Era la puerta principal. Debía ser su amiga que regresaba de su aventura así que se apresuró para recibirla. Quería saber todo acerca de su encuentro nocturno con el mozo del bar.
—¡Viggo! —exclamó Amara con un chillido cuando salió del pasillo y vio al hombre dentro de su casa. Por un segundo creyó que estaba viviendo el sueño que había tenido una vez. Pero el agua caliente se había sentido real en su piel. Estaba despierta. No estaba soñando—. Podrías haber llamado a la puerta. Estaba bañándome.
El hombre se cruzó de brazos. Llevaba unos botones de su camisa blanca desprendidos y las mangas arremangadas hasta sus codos. La muchacha pudo apreciar como sus pectorales se juntaban en el centro de su pecho. Él esbozó una sonrisa pícara al mirar sus piernas descubiertas y no tuvo vergüenza alguna de observar sus notables senos bajo la toalla. Fue allí que se hizo consciente de lo expuesta que estaba.
—La verdad yo creo que no me he equivocado en entrar sin permiso. Es una buena vista la que tengo ahora —comentó con voz ronca y le guiñó un ojo—. Veo que tuviste una buena noche. Al menos eso espero.
Amara se observó en el reflejo del cristal de la ventana. No había podido quitarse el maquillaje con tanto éxito. Se veía horrenda, como salida de una película de terror.
—¡Eres insoportable! ¿Qué quieres? ¿Por qué viniste tan temprano? —cuestionó Amara dispuesta a retirarle la bienvenida una vez más si no dejaba de molestarla.
—Seren dijo que fuiste a verme ayer para regresarme la chaqueta. Yo no estaba porque...
—Porque te fuiste con Finn y Esteban quién sabe a qué lugar. Lo sé. Mi amigo me lo dijo. Estoy segura de que hicieron algo relacionado a Davina. Seren también dijo algo acerca de eso.
—¡Ese humano traidor y mi querida hermana! —protestó Viggo todavía observándola. Había bajado sus brazos a los costados y cerró los puños con molestia—. Encima que accedí a que Finn lo llevara con nosotros.
—No quiero que lo metas en problemas. ¿Qué hacías con él y tu hermano? Finn debería darse cuenta de que puede poner a Esteban en peligro. No es un vampiro con fuerza sobrehumana como ustedes.
—¿Qué hacías tú buscándome en la casa? —cuestionó él volviendo a cruzarse de brazos—. Estuviste en mi habitación. Encontré la chaqueta sobre la cama.
—¿Por qué te importa eso? Si tú no me dices de tus aventuras secretas, yo no pienso responderte. Pero tranquilo, solo devolví tu abrigo. No me robé nada —dijo ella, mordiéndose la lengua para no soltar lo que sabía acerca de la foto de Evanna.
—Me importa lo que haces porque me interesas, Amara —dijo él y sus palabras flotaron hasta ella, explotando frente a su rostro. Por poco dejó caer la toalla al suelo—. Hace un par de días has pasado a estar en la cima de mi lista de prioridades. Así que me importa demasiado lo que sucede contigo.
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Condena de sangre [Escarlata #1]
Siêu nhiênAmara Iglesias se muda a una pintoresca cabaña en Aguas Negras para escribir su libro nuevo; una isla sobre un lago donde viven los misteriosos hermanos Svensen. Un extraño herido en una noche de tormenta caerá junto a la puerta de la escritora y le...