Capítulo 12

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Por la mañana siguiente, luego de la extraña velada en la mansión de los Svensen, Amara se sintió bastante inspirada para escribir el siguiente capítulo de su novela. ¿De dónde había surgido la motivación? No podía saberlo con claridad. Quizá ese aire de confusión y misterio por el que se sintió envuelta al regresar a la cabaña tarde por la noche había provocado en ella ganas de resolver misterios.

Mientras sostenía una taza azul llena de té de hierbas en una mano, sintiendo su calidez trepar por su piel, pensó que tal vez sus personajes también podían ir a una fiesta. Esta sería una mascarada. Se imaginó un gran salón de pisos de madera marrón reluciente, más grandes ventanales alargados por donde se colaba la luz de la luna. En su mente aparecieron arañas de cristal que pendían del alto cielo raso abovedado junto con una banda de músicos que tocaban violines y violonchelos. La melodía armoniosa flotaba en el aire perfumado del salón y decenas de personas danzaban un vals ocultando sus rostros con máscaras adornadas. Los vestidos con lentejuelas de las mujeres y los zapatos lustrados de los hombres se movían sincronizados en una compleja coreografía. Entre los danzarines distinguió el rostro de su demonio, el personaje principal de su saga Sangre de dioses. Dejó la taza a un lado y se puso a escribir. En un momento Alessio se quitó una máscara blanca, pero ese no era su rostro. Los dedos de Amara dejaron de moverse sobre el teclado y por poco arrojó la taza al suelo. La descripción de su semidiós no era acertada. Exhaló un suspiro de frustración. El rostro de su personaje había cambiado por el de Viggo. Eran sus ojos grises y ese jodido cabello blanco que no había podido quitarse de la cabeza. No recordaba demasiado de la fiesta, pero sí tenía la cara del tipo grabada a la perfección detrás de los párpados. Abandonó la escena y bebió un poco de su té. Para despejarse un poco decidió llamar a su madre para saber cómo se encontraban ella y su padre. Desde que se había mudado a Aguas Negras la habían visitado una sola vez, pero siempre hablaban por teléfono. Su madre era una maestra de escuela primaria que pronto se retiraría y su papá trabajaba en un banco. Se alegró de saber que se hallaban bien y que estaban pensando en visitarla pronto. Hablaron por algunos minutos más cuando la muchacha casi dio un salto. Tras el ventanal de cristal donde estaba su escritorio, Seren apareció como un espectro. Se pintó como una doncella antigua y hermosa en el vidrio de su ventana.

—Tengo que dejarte, mamá. Está hirviendo el agua en la tetera. Hablamos pronto —mintió y luego de los saludos correspondientes colgó para dirigirse a la puerta.

—Buen día, vecina —saludó la alta muchacha con una sonrisa enorme. Llevaba un top negro deportivo que exponía su estómago plano y unas calzas azules que se ajustaban a sus tonificadas piernas. Si había estado trotando no se notaba. No podía verse una gota de sudor en su blanca piel. En cambio, ella tenía su rutinario pantalón gris de algodón y una camiseta negra con el relámpago de Harry Potter estampado en medio de sus pechos.

—Hola, Seren. ¿Cómo estás? Pensé que estarías descansando a esta hora luego de semejante fiesta. Estoy segura de que se quedaron despiertos hasta tarde —comentó Amara, sosteniendo la puerta y ocupando el espacio abierto. Ni siquiera sabía qué tipo de conversación tener con ella.

—Me recupero rápido, nena. Tengo experiencia con las noches largas. ¿No vas a invitarme a pasar? —cuestionó la chica cruzando sus brazos sobre el pecho y la miró expectante.

—Sí, lo siento. Adelante. Puedes entrar —dijo Amara haciendo espacio e indicando con la mano para que la muchacha entrara en la casa. Ella levantó sus cejas con sorpresa y sonrió. La escritora no supo si el gesto era placentero o tenebroso. Pero era lo que correspondía. Ella y sus hermanos le habían abierto las puertas de la mansión y no podía pasar por descortés.

—La verdad es que la cabaña es muy bonita. No había entrado nunca. Me gustan tus muebles —dijo la peliblanca observando todo y se acercó al escritorio para husmear lo que había en la pantalla de la laptop. Se quedó leyendo un rato y torció su cabeza para mirarla con interés. Amara se sonrojó y maldijo para sus adentros por no haber cerrado el archivo—. ¿Qué es esto? ¿Quién es el sexy hombre de labios rojos y ojos verdes que lleva una máscara blanca?

Condena de sangre [Escarlata #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora