Capítulo 19

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—¿Qué estás haciendo aquí? —cuestionó Amara intentando imprimirle a su voz el tono de enojo que había nacido en el centro de su pecho como una llama de fuego apenas vio al vampiro cerca de su casa. Era un sentimiento que en ese momento la recorría entera mezclado con algo de temor. Sin embargo, no iba a dejar que Finn viera eso. No iba a darle el gusto de mostrarse asustada. No lo había hecho con Viggo y menos lo haría con él—. Creí decirle a tu hermano que no quería verlos cerca. Me pareció que era un hombre de palabra que había cumplido su promesa.

—¿Depositaste fe en mi hermano? Dime otra broma más graciosa. Ese tonto no sabe divertirse cuando tiene la oportunidad. Realmente perdimos la apuesta con Seren —dijo entretenido y torció un lado de su boca hacia arriba. Su semblante era tan bello como aterrador.

—¿Qué apuesta? ¿De qué estás hablando? —preguntó Amara dando un paso adelante. No pensaba estar conversando a los gritos. No tenía vecinos, mas no quería demostrar que se sentía intimidada quedándose lejos.

—Apostamos que iba a enamorarse de ti o crear una obsesión contigo en semanas —comentó negando con la cabeza y se quitó de la pared para dar unos pasos hacia ella. Su musculoso torso era notable bajo la camiseta negra y ajustada que llevaba puesta. Era una montaña moviéndose hacia ella—. Es lo que hacemos los vampiros. ¿No te contó eso cuando te reveló su naturaleza la otra noche? Nos obsesionamos con algunos humanos. No tengo que mentirte ni meterme en tu cabeza. Ya sabes lo que somos así que no es necesario pretender.

Amara sintió escalofríos y pensó que su cuerpo iba a comenzar a temblar. Odiaba la forma en la que el tipo había dicho eso. Como si le estuviera haciendo un gran favor al no usar su hipnosis sobre ella. Que alguien pudiera con facilidad meterse en sus pensamientos le parecía prohibido y aberrante.

—Entonces te pediría que hagas lo mismo con Esteban. No quiero que te le acerques ni jodas con su cabeza. Se dio cuenta de que te alimentas de él. Fuiste tú quien lo atacó unas noches atrás.

Ante eso Finn hizo una leve mueca de disgusto, fue rápida y trató de disimular su enojo, pero Amara lo vio, como una imperceptible tela de araña volando frente a sus ojos en la brisa.

—Bueno, eso no será posible. Porque tú no decides en su vida. Si él quiere estar conmigo, tú no deberías opinar —exclamó con total seriedad. Su tono de voz se había elevado un poco—. Bastante que me contuve de visitarlo durante todo el fin de semana, por respeto a mi hermano mayor. Pero, ¿sabes una cosa? No tengo ganas de contenerme.

—Esteban quiere meterse al bosque para encontrarte mientras te alimentas y así saber tu verdad. Como yo lo hice con Viggo —explicó Amara y levantó su mano para detener a Finn que se notaba ansioso por decir algo—. Yo no sé qué otras criaturas existen en ese bosque o qué animales salvajes lo habitan. Pero no quiero que lo lastimen.

—¿Y tú quién te crees para poner condiciones? ¿Piensas que es fácil para mí estar lejos de Esteban? ¿Crees que esto es una bendición? —dijo él, en un tono torturado, dejando que el maquillaje de desinterés que había estado presente en su cara se diluyera. ¿Por qué le era difícil? ¿Por qué se comportaba de esa manera? No tuvo tiempo para responder esa pregunta. En un instante las hierbas sueltas estaban volando a su alrededor mientras Finn suspiraba detrás de ella, enviando un aire gélido sobre su cuello para hacerla temblar.

—Debería hacer lo que mi hermano no fue capaz de hacer contigo anoche. Debería terminar con ese trabajo —dijo él. Amara respiró profundo y en vez de cerrar los ojos y quedarse inmóvil, tomó valor de algún lugar dentro de ella que le era desconocido para girarse sobre sus pies y verlo de frente. ¿Qué otra cosa podía suceder? Morir ya era una opción. Entonces no iba a quedarse muerta de miedo. Se había dado cuenta de que las criaturas paranormales siempre tenían poder porque los humanos les temían. Su mente de escritora estaba trabajando a la velocidad de la luz. Amara observó la mirada gris del vampiro y por poco se perdió en ella. Parecía un cielo tormentoso. La piel alrededor de los ojos de Finn se cubrió de venas oscuras como grietas en el mármol o raíces viejas bajo la tierra. Dos colmillos puntiagudos reclamaron toda su atención descendiendo por detrás de su labio superior. En un instante Finn sujetó su muñeca y atrajo su brazo abriendo grande la boca. La mordió. Amara soltó un grito que nació desde sus entrañas. No estaba bajo su influencia para evitar sentir dolor y disfrutar de la experiencia como lo había hecho la moza la noche de la cena. El dolor de los tejidos rasgándose y sus venas siendo perforadas parecía lava recorriendo su cuerpo. Cayó de rodillas al suelo sintiendo los dientes de Finn clavados en su brazo hasta que no pudo sentirlos más. Una medialuna roja quedó tatuada en su piel. Una ventisca fría la envolvió y abrió los ojos solo para ver como la espalda de Finn se azotaba contra el tronco ancho de un árbol.

Condena de sangre [Escarlata #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora