El trayecto a la mansión Svensen le pareció demasiado corto. O tal vez llevaba prisa para no ser interceptada en el medio del bosque. Sin embargo, Amara disfrutó del sol tibio sobre la piel de sus brazos descubiertos. La brisa veraniega de la mañana jugaba en su abundante cabellera con dedos invisibles. Desistió de usar las planchas alisadoras que Esteban le había obsequiado. Caminó entre los árboles altos que imitaban gigantes a ambos lados del sendero y escuchó el cantar de las aves que despertaban en sus nidos. Tenía que enfocarse en otras cosas que no tuvieran que ver con una vampiro vengativa que podía estar siguiéndola sin que ella se diera cuenta. Hizo un gran esfuerzo por disfrutar de esos pequeños placeres porque si las cosas se complicaban por haberse envuelto en un mundo de dientes puntiagudos y sangre, no sabría cuándo sería la próxima vez que todos sus sentidos podrían prestarle atención a los destellos del sol o al cantar de los pájaros.
Cuando salió por el portal que formaban dos troncos antiguos y dejó tras su espalda el bosque, la enorme casa de dos pisos con sus llamativos tejados se hizo presente. Se veía bastante solitaria con todas sus ventanas cubiertas por cortinas blancas. Solo estaba el auto de Seren estacionado afuera en el patio delantero. Recordó que debía pretender no saber nada de lo que estaba sucediendo y lanzó una plegaria hecha de susurros al viento para que Esteban volviera sano y salvo a Aguas Negras. Tomó el aro dorado que funcionaba como llamador y lo agitó golpeando la puerta de madera varias veces. Iba a hacerlo una vez más, pero se quedó a medio camino. La puerta se abrió de repente y la muchacha de cabellos blancos ocupó todo su campo de visión.
—Buen día, Amara. ¿A qué se debe tan deliciosa visita? —dijo Seren lamiendo sus labios. La escritora pensó que tal vez debía huir a toda velocidad, aunque fuera inútil. Finn había intentado matarla y no era una idea alocada que su hermana quisiera alimentarse de ella. Aunque debía reconocer que no estaba usando su don para convencerla de hacer nada. Sus ojos se veían grises, no celestes.
—Hola, Seren —saludó, levantando la chaqueta de cuero negro—. Viggo se olvidó esto en mi casa y yo pensé que...
Fue allí que se dio cuenta de su tonto plan. Le estaba dando demasiada información a Seren. De inmediato la muchacha esbozó una sonrisa pícara ante su comentario.
—Déjame adivinar. Se la olvidó anoche en tu casa. Luego de que se quitaran toda la ropa y Dios sabe qué cosas perversas hicieron —dijo ella soltando una carcajada. Amara sintió que sus mejillas se teñían de rojo y se quedó bastante asombrada con el hecho de que la chica usara el nombre del Creador. Pero si los vampiros existían, ¿por qué no habría Dios de existir? Hubiera creído que Seren tenía varios dioses a los que rezarle.
—La que tiene mente perversa eres tú —afirmó ella sosteniendo con fuerza la chaqueta como si eso le diera más coraje para hablar—. ¿Está tu hermano en la casa o no?
—No. Se fue con Finn a resolver unos asuntos. Pero, estoy de buen humor y me gustan las visitas así que te invitaré a pasar y puedes recorrer la casa y quedarte aquí hasta que ellos regresen. Si es que quieres darle a Viggo esa chaqueta —dijo Seren mirándola como si estuviera agobiada ya—. No eres un vampiro, nena. ¡Vamos! Adelante. No necesitas una invitación formal para pasar.
Amara se adentró en esa casa que siempre se veía tan pulcra y ordenada. Además, olía tan bien. Creyó percibir un leve aroma a vainilla en el aire y decidió que debía comprar esencias para perfumar su cabaña. ¿Tendrían gente de limpieza trabajando para ellos? ¿Cocineros? La cabeza de Amara inventó ideas de gente trabajando para los vampiros bajo el poder de convicción y sin recibir un centavo a cambio.
—Voy a salir a alimentarme. Volveré más tarde. Mi casa es tu casa y todo eso —dijo Seren y levantó la mano para dibujar un arco en el aire a modo de saludo. Pero antes de desaparecer se giró sobre sus pies y la miró directo en los ojos—. No soy tonta, Amara. Se que Viggo te visitó y de seguro te dijo de cierto peligro llamado Davina. Te conviene quedarte dentro de la mansión. Estarás a salvo aquí.
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Condena de sangre [Escarlata #1]
ParanormalAmara Iglesias se muda a una pintoresca cabaña en Aguas Negras para escribir su libro nuevo; una isla sobre un lago donde viven los misteriosos hermanos Svensen. Un extraño herido en una noche de tormenta caerá junto a la puerta de la escritora y le...