Dominick Parker
Lewis ya me tiene cansado, desearía tanto tomar mi arma y descargar las balas en su cabeza. No hay día en que no quiera golpearlo por tanta estupidez que dice al abrir la boca.
Tomó el control de mi misión como si nada, sacándome del medio sólo para ganar puntos y así ascender a Coronel en varios meses. El hijo infeliz se escuda detrás del ministro, y este lo respalda.
Paso las manos por mi cara entrando al complejo otra vez, debo ir a hacer el reporte de esa estúpida misión.
Escucho a alguien toser y frunzo el ceño, es raro que alguien esté por aquí ya que es un área bastante alejada de la oficinas.
—¿Destiny? —observo a la mujer que está recostada de la pared con la mano en su pecho.
Me acerco al verla agitada.
—Oye. —me pongo frente a ella— ¿Te encuentras bien?
—No puedo respirar... —apenas lo logra decir, pero logro entenderla— No te acerques... —dice cuando me acerco.
—Déjame ayudarte. —le hablo con calma.
Sigue negando a pesar de que no puede casi hablar, su mano en el pecho sube a su garganta como si se ahogara, y es ahí cuando asiente rápido.
—Respira profundo. —tomo su mano para que deje de apretar su cuello— ¿Puedes contar hasta diez conmigo?
Asiente. Todo su cuerpo está temblando, mientras comienza a contar se desliza por la pared hasta estar en el suelo. Me coloco de cuclillas frente a ella.
—Nueve... —se queja echando la cabeza hacia atrás— No puedo...
—Mírame, intenta respirar profundo. —llevo su mano a mi pecho para que pueda seguir los latidos del corazón— ¿Cual es tu color favorito?
—¿Qué..?
—¿Cuál es tu color favorito? —repito para que piense en otra cosa y no en que no puede respirar.
No responde nada, mira hacia todos lados alterada. Le vuelvo a repetir la pregunta una tercera vez, sus ojos me miran asustada.
—Anaranjado...
—¿Tienes alguna mascota?
—No...
—¿Te hubiera gustado?
—Siempre quise una pantera...
Le sigo haciendo preguntas que pueda contestar rápido y su mente se distraiga, de esa forma logro que se vaya relajando. Sus manos siguen temblando pero su respiración vuelve poco a poco a la normalidad. Le suelto las manos lentamente.
—¿Ya te sientes mejor?
Ella asiente lento, pasando sus manos por su rostro. Sus ojos grises me miran y siento algo raro al verla de esa forma.
—Gracias... —murmura en un tono apenas oíble— ¿Podrías alejarte, por favor?
—Claro.
Hago lo que dice sentándome en la pared opuesta, no creo que dejarla sola cuando acaba de pasar un ataque de pánico sea lo mejor. Tose arreglando su cabello y mirando hacia otro lado.
—¿Quieres que llame a Christopher? —se ve muy nerviosa.
No tengo idea de lo que le ocurrió, pero no debió ser nada bueno para que le provocara eso.