Capítulo 2

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El gesto me dio cierta ternura, y aún sin dejar de mirar sus ojos, tomé su mano. Con mi pulgar acaricie levemente la zona que éste podía alcanzar, notando que su piel era suave. Nuevamente ella habló:

-Como te dije, voy a ser quien haga los cuidados necesarios, revisaré la mejoría, aplicaré hielo, te daré tus pastillas y te bañaré, entre otras cosas. - mi sonrisa cayó un poco al darme cuenta de sus palabras. ¿Bañarme? ¿Es que eso no lo podía hacer mi madre? - No necesitarás moverte para ir al baño, ya que te hemos colocado unas bolsas. Cuando estas se llenen tendrás que llamarme, y yo las cambiaré. ¿Vale? - para cuando ella terminó de hablar, mi cara estaba al rojo vivo. Ahora evitaba su mirada. Ella apretó mi mano, que aún no había soltado y con la otra libre acarició mi mejilla. Volví a mirarla.

-Tienes unos ojos muy bonitos, Violeta.- le dije, y ella por fin me soltó. Sonrió.

-Gracias, Chiara. Tu también tienes unos ojos muy bonitos.- aquello me hizo sonreír a mí, feliz. - Bueno, si no tienes ninguna pregunta, debo seguir trabajando.- dijo, comenzando a alejarse. Como yo no quería que se vaya, le dije lo primero que se me ocurrió.

-¿Qué día es hoy? - sentí un poco de vergüenza al ver su expresión confusa, pero no lo demostré.

- Es 5 de febrero, y son las 17:34 . - me contestó, con su voz dulce.

-Y... ¿A qué hora volverás?- le pregunté, y ella río levemente, retomando su camino para la salida.

-A las siete, aproximadamente. Mi turno termina a las ocho, y creo que una hora será suficiente para aplicarte hielo y darte tus pastillas. No me harás renegar, ¿a que no?- preguntó ahora ella, haciéndome negar al instante. - Eso me gusta. Ya sabes, cualquier cosa que necesites, por más tonta que parezca, presiona ese botón y estaré aquí al segundo. Hasta luego, Chiara.

Y salió del cuarto, dejándome a solas con mi compañero, que ahora no se sacaba los mocos ni se limpiaba las orejas, sino que tenía su atención en mi. Desagradable. Pensé en pedirle a mi padre si podía conseguirme una habitación para mí sola, pero seguro que ya la había pedido.

Extrañé al instante los ojos de mi doctora, queriendo presionar el botón para volver a verla, pero no lo hice. Vamos, que no era ninguna loca.

Mi padre volvió a los diez minutos, contándome que había hablado con el director del hospital, y que me transferirían a una nueva habitación apenas se desocupe una. Me alegré levemente, mirando a mi compañero con desagrado. Él lo notó y se rió.

Mi madre llegó una hora y un poco más después, con tres pijamas y casi todos mis libros y revistas. Lo agradecí mucho. Mi móvil se había roto en el accidente, así que no tendría mucho que hacer hasta que me compren otro, en caso de que lo hagan. Me sentí un poco miserable, y sé que mi mamá lo notó porque me miró con una sonrisa triste.

-Yo me quedo esta noche, puedes irte si quieres. - dijo mi madre. Sé que dijo 'si quieres' pero estaba claro que esa era una clara invitación a que se vaya, sin opciones. Pero como siempre, mi padre replicó.

-No, claro que no. Es su primera noche, y yo soy médico. No la voy a dejar. Puedes irte tu "si quieres". - dijo él, en el mismo tono que ella, empezando una pelea. Nuevamente, me sentí incómoda, recordándome esto a las incontables peleas que tenían cuando aún vivían juntos.

Mi madre intentó decir algo, pero alguien entró a la habitación sin tocar. Lo agradecí inmensamente. Observé a un hombre caminar directo a mi compañero de cuarto, aún desconocido, sin siquiera parar a mirarnos, mucho menos saludar. Se sentó en la camilla y empezó a hablar con el chico muy despacio, tanto que ni siquiera yo, que estaba a metro y medio de ellos, alcancé a escuchar.

Tras tus ojos (kivi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora