Capítulo 38

5K 233 10
                                    


Violeta abandonó la cama temprano en la mañana. Lo supe porque me desperté al perder su calor, pero simplemente me dijo que volviera a dormir, y lo hice.

Desperté totalmente a eso de las once, y di un salto fuera de la cama al recordar lo que sucedería en menos de un par de horas. Hice lo normal en el baño y salí en ropa interior hacia la cocina, porque hacía demasiado calor y ya había perdido todo el pudor con Tana. Nos había sorprendido en situaciones peligrosas más veces de las que me gustaría admitir.

Me encontré a Violeta con un sujetador deportivo y un pantalón corto. Sobre eso tenía un delantal de cocina completamente sucio. Abrí la boca al ver que había cocinado una tarta, y estaba trabajando en una más.

-Buen día, mi amor.- dijo limpiando sus manos en su delantal y acercándose para darme un beso. Luego volvió a su trabajo.

-¿Buen día?- dije con confusión.

-He hecho una tarta de manzana. Luego he notado que no sabía si a tu madre le gustaba la manzana, por lo que estoy haciendo otra de limón.- me explico. Sentí un cariño inmenso. La abracé por la espalda y le di suaves besos en la zona de su cuello.

-No encontraría a nadie mejor que tú ni aunque buscara toda la vida.- dije en su oído. Se volteó y me observó con una sonrisa.

-Quiero que todo salga bien, eso es todo.- me dijo con algo de vergüenza en la mirada. La besé con cariño.

-Mi madre se enamorará de ti.- le susurré.

-No estoy tan segura.- respondió y se volteó, dejando su espalda casi desnuda a mi disposición. Rocé con mi nariz toda la zona alta y desaté su delantal.- ¿Qué haces?- me preguntó cuando se lo quité. Me senté a un lado de todas las tartas e ingredientes y tiré de ella hasta que estuvo entre mis piernas.

Me observó confundida pero no le di tiempo a decirme nada. La besé con pasión apretando su cuello con una mano y su cintura con la otra. Ella mantuvo las suyas a ambos lados de mi cuerpo.

Comencé a acariciarla con esmero. Nuestras lenguas batallaron por el control, y me vi derrotada con facilidad. Apreté su pecho por encima del sujetador con un mínimo de violencia, y ella se quejó sobre mis labios.

-Tengo la regla.- me recordó una vez más, pero volvió a besarme. Liberé sus pechos sin quitar el sujetador completamente, solo levantándolo. Bajé mis besos por su piel pero la posición se me hacía demasiado incómoda. Me puse en pie y nos volteé, quedando ella sobre el mueble esta vez. Ahora sí pude alcanzar sus pechos con facilidad. Gimió ante el contacto y puso una mano en mi cabeza.- Estamos en la cocina.- me recordó también algo que poco me importaba. Sonreí sobre su piel elevando una de mis piernas para que tocara su centro. Gimió más alto.

-He leído que se siente aún mejor con la regla.- comenté con voz ronca al tiempo que daba un vistazo hacia el pasillo. Despejado. Volví a mi tarea en su cuerpo. Apretó con una mano mi pierna que la rozaba, impregnándola de harina. La otra me empujó hacia ella por la cintura, y mi centro se encontró con ella también. Suspiré y moví mi cadera.

Oímos una puerta abrirse, por lo que me separé instantáneamente. Violeta bajó su sujetador y con rapidez volvió a la tarta. Yo me paré a cinco pasos a observarla.

Miré con odio a Tana cuando llegó.

-¿Qué tal?- dijo a modo de saludo que solo la doctora respondió. Observó el delantal en el suelo, luego mi cara y por último mis piernas, que todavía debían tener marcas de harina, y su sonrisa se ensanchó de oreja a oreja.- Os he interrumpido, perdón.

-No te perdono.- dije sin negarlo con una sonrisa irónica. Se rió en alto y abrió la nevera. Violeta me observó sobre el hombro con indignación. Me encogí de hombros.

Tras tus ojos (kivi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora