Porque no está bien. Porque no está bien. Aquello se repetía en mi cabeza desde que Violeta había abandonado la habitación. ¿Qué tenía de malo? Me preguntaba a mí misma. ¿Será que le incomoda, o es porque en realidad le agrada pero no es correcto? A mí entre poco y nada me importaba. ¿Le importaría a ella? Claro, idiota, sino no te hubiera dicho eso. Me autorespondí.
Ya resignada, desee no quererla junto a mi todo el tiempo, y así no ser una molestia. O mejor aún, desee que me quisiera junto a ella todo el tiempo, pero me sentí rara ante el pensamiento. ¿Me estaba obsesionando?
Esperé a que se dieran las siete y media en el reloj de Violeta, mientras lo acariciaba. Intenté despertar a mi madre pero sabía que era imposible salvo que me levantara, y eso era más imposible aún. Avergonzada, presioné el botón dos veces, tal como aquella hermosa mujer me había indicado. Apareció diez minutos después, muy despeinada. Yo la miré con algo ternura pero mayormente asombrada, ya que siempre se presentaba impecable.
-Lo siento, lo siento.- me dijo, nada más entrar.- me han mandado al área de pediatría, y estaban mis sobrinos que nada más verme se me tiraron encima. En serio, no sé en que momento mi hermana creyó que tener hijos sería una buena idea.- me contó, sin que yo haya soltado palabra. Debo admitir que aquello me gustó demasiado.
-Está bien.- le aclaré, riendo por lo que me había contado.- Así te ves incluso más hermosa.- comenté, bajito, sin saber si lo iba a escuchar en realidad. Tenía miedo de que me volviera a 'regañar'.
Ella sólo negó, sonriendo, dándome a entender que me había escuchado. Yo le devolví la sonrisa.
Pareció darse cuenta de por qué estaba allí, y preguntó por mi madre. Yo señalé el sillón donde aún estaba dormida, y ella sonrió avergonzada por no haberlo notado.
-Si quieres despertarla, tendrás que hacerlo tu misma. Pero, te advierto, nunca te metas con la siesta de mi madre.- dije, con mi cara más seria, intentando hacerla asustar. Ella me miró con cara de miedo, y yo comencé a reír. - Es broma guapa, pero sí que es difícil de despertar.
Se quejó por la broma pero no hizo ningún comentario acerca de como la llamé, y eso me tranquilizó. Luego de pensárselo un rato, me dijo:
-¿Sabes?, creo que es mejor que no forcemos demasiado tu cuerpo. Debería lavar tu cabello y ya. Al menos por ahora.- dijo, sonriente.- No creas que quiero que huelas mal, es por tus costillas. El movimiento te dolerá.- dijo, bromeado un poco. Yo asentí, como si me hubieran quitado 30 kilos de encima. Violeta rió por mi expresión.- Bueno, dejaremos dormir a tu madre. Yo voy a por las cosas.
Y así lo hicimos. Volvió arrastrando consigo uno de esos muebles de peluquero, donde te lavan el pelo, pero mucho más cutre. Lo levantó a mi medida, y con algo de esfuerzo, me apoyé en él. Comenzó a mojar mi cabello.
-¿Por qué haces esto? ¿No es trabajo de las enfermeras?- le pregunté, sinceramente. Paró de acariciarme el cuero cabelludo unos segundos, y luego siguió.
-¿Te molesta que lo haga?- me preguntó entonces, con la voz algo decepcionada. Me retracté al instante.
-No, no, no. No me malinterpretes, me encanta tenerte conmigo.- dije, confesando lo obvio, pero aún así sonrojándome. Maldije al darme cuenta que no podía ver su expresión.- Es solo que eres doctora, y mi padre no suele encargarse de esas cosas. ¿Entiendes?- pregunté, con temor.
-Entiendo, pero yo soy residente y a veces me toca hacer cosas que no me corresponden.- me dijo, secando una de sus manos y pasándola por mi brazo al notarme nerviosa. Yo me calmé al instante, y acerqué mi mano a la suya. Temí que se apartara, pero contra todo pronóstico, la tomó mientras, con su otra mano, ponía shampoo en mi cabeza.- A mi también me gusta estar aquí.- me confesó ahora ella, y yo no creía haber escuchado lo que escuché. ¿Era aquello real?
-Seguro que se lo dices a todos tus pacientes-dije bromeando
-No te creas, no todos me tratan así de bien-respondió con sinceridad
-Te tratan mal?-pregunte extrañada
-No no, pero es que tú me tratas demasiado bien y las comparaciones...-
Apreté mas su mano al notar que tenía intención de soltarme, y la acaricie un poco para luego dejarla ir. Ella siguió lavándome el pelo en silencio. Me ayudó a acomodarme mejor en la cama cuando terminó, y yo temí que se fuera.
-Levanta los brazos lo máximo que puedas, por favor. Para cuando te duela. No te fuerces.- dijo, y yo lo hice. Me sentí mal al darme cuenta que solo podía levantarlos a la altura de mis hombros.- Eso está muy bien, Chiara.- me alentó ella de igual manera, y yo sólo le sonreí porque era ella y porque no quería que se sintiera mal por mi culpa
-¿Ya te vas?- le pregunté al verla alejarse con lo que me había lavado el cabello, y sólo negó sin mirarme, para luego salir de la habitación. Me decepcioné al darme cuenta que se había ido sin siquiera despedirse, e intenté tapar mi cabeza con la manta en un movimiento demasiado brusco para que mi cuerpo lo pueda soportar. Pegué un grito que despertó a mi madre de un salto y me largué a llorar como una niña al darme cuenta que era totalmente inútil. Ni siquiera podía taparme sola.
Mi madre presionó el botón sin pensarlo y luego me tocó el cabello, preguntándome una y otra vez que pasaba. Yo estaba demasiado ocupada con mis propias lágrimas para prestarle atención.
La puerta se abrió al instante, y Violeta entró por ahí corriendo. Se posicionó a mi lado tomando mi cabeza con decisión y preguntándome donde dolía. Yo la miré entre lágrimas y señalé mi estómago. Ella metió sin esperar su mano debajo de mi camiseta y empezó a levantarla, haciéndome acostar. Mi madre miraba todo sin dejar de tocarme el cabello.
Violeta comenzó a pasar su mano por ahí, mirando mis gestos al mismo tiempo.
-Esto no está funcionando.- dijo, muy despacio. Tanto que apenas alcancé a oír entre mis sollozos.
-¿Qué?- dijo mi mamá- ¿Qué no está funcionando? - le dijo, casi exigió una respuesta.
-Con mi compañero teníamos distintas opiniones acerca de cómo tratar a Chiara, pero al final hemos hecho lo que él quería. Le pido permiso para hacer lo que yo creo correcto.- dijo Violeta, y yo por fin dejé de llorar. Su mano nunca dejó de acariciar mi estómago. Mi mamá se lo pensó un momento.
-Vale, y... ¿qué es lo que propones?- le preguntó.
-La hemos revisado cuando estaba dormida, pero no parecía presentar ninguna fractura. Pero, en el caso de que no tenga ninguna costilla quebrada, con la pomada que ayer le puse esto no debería doler tanto.- explicó, y yo casi me enamoré.- creo que deberíamos tomar algunas radiografías para descartar por completo las fracturas, y a partir de ahí pensar un tratamiento.- terminó, pero mi mente aún seguía en la mano que ahora viajaba de arriba a abajo, sin llegar a tocar mis pechos.
-Está bien, está bien. Haga lo que crea usted necesario.- le dijo, tratándola de usted, y casi me dieron ganas de aclarar que era muy joven para ser tratada así.
Violeta sacó sus manos de mi camiseta, y me contuve de volver a tomarlas y ponerlas en su lugar. Luego, llamó a una enfermera y ambas empujaron la camilla, llevándome lejos de la habitación y de mi madre.
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Tras tus ojos (kivi)
FanfictionVioleta residente de primer año. Chiara su joven paciente. Historia KIVI Cómo iba a saber yo, que tenía que frenar, cuando ese maldito semáforo me indicaba lo contrario? Vamos, que el hombrecito en verde siempre ha sido avance, de toda la vida. ¿C...