Capítulo 26

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Estaba atravesando la peor semana de mi vida, por lejos. Ya para el viernes por la mañana, había perdido toda esperanza de que siquiera me escribiera. Yo tampoco lo hice. Ya la había perseguido una vez.

No había derramado una lágrima desde la casa de Paul. Si bien todos notaron que algo pasaba, principalmente mi hermano, nadie dijo nada, nadie preguntó nada. Agradecí eso de mi familia. Lo mismo pasó con mis amigos.

Julia y su hermano hicieron como que nada había pasado, cosa que agradecí enormemente. Tenía demasiado para lidiar con ella también.

Las clases pasaron sin que yo notase el cambio. A la hora del almuerzo, sentí mi móvil sonar. Una última llama de esperanza volvió a prenderse al reconocer el nombre de María.

"Fiesta por mi cumpleaños. Te veo en el bar de la semana pasada, a eso de las 10."

Me mordí el labio con duda. No respondí por unos minutos, y fue ella quién envió el siguiente mensaje.

"No es pregunta. Lleva a tus amigos."

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Paul fue el primero en negarse, alegando que era arrastrarse demasiado aparecer por allí sin que ella haya dado señales de vida. Ruslana lo apoyó. Yo me reí por primera vez en la semana y levanté el dedo meñique.

Media hora pasadas de las doce de la noche, Paul aparcaba su coche en el bar. Sólo cuando di un paso en el bar, sentí el nerviosismo de volverla a ver. El enfado había durado solo el domingo. Al otro día, lo único que sentía era arrepentimiento por haberle regalado tan fácil, la excusa perfecta para "hacer lo correcto" y dejar de verme; y bueno, también por besar a Julia.

Reconocí la espalda de Hugo incluso a metros de distancia. Me acerqué con miedo. María fue la primera en reconocerme, y me saludó con la efusividad que la caracterizaba. Reconocí a Violeta en medio de su hermana y un hombre que no conocía. Se quedó petrificada al verme, por lo que supuse que mi llegada era una sorpresa para ella. Yo también me quedé petrificada viéndola; la había extrañado demasiado.

-¡Kiki!- gritó Tana a su lado. Se levantó como un tiro de la silla y me dio un abrazo.- ¿Qué pasa, no extrañaste a tu cuñi?- me susurró en el oído.

-¿No le dijeron que venía?- pregunté con tristeza. La expresión de sorpresa aún no había abandonado la cara de Violeta. Su hermana me observó con atención. -Ella no me quiere aquí, Tana.- le dije a la susodicha, triste. Sentí la mano de Paul en mi espalda.

-¿Quieres que nos vayamos?- me preguntó en el oído. Asentí volviendo a sentir el llanto en los ojos. La observé una última vez, se encontraba en la misma posición, por lo que di media vuelta y comencé a caminar hacia la salida. Sentí un tirón en la mano en el tercer paso.

-Chiara.- oí la voz de Violeta a mis espaldas.- Quédate, por favor. No te vayas.- me pidió dos veces. Me mordí el labio volviéndola a ver. Tenía una expresión indescriptible, pero sus ojos me transmitieron lo mismo que yo sentía en ese momento: miedo. Asentí aún sin soltar mi labio y me pregunté internamente si podría abrazarla. ¿Qué significaba esto?- ¿Puedo hablar contigo?- preguntó con temor en la voz. Asentí aún sintiendo las lágrimas en mis ojos. -No llores cariño.- me pidió tirando de la mano que nunca había abandonado la suya. Las entrelacé mientras la seguía, y ella me dio un pequeño apretón que hizo que una lágrima escapara de mis ojos.

Caminamos hasta su coche, y Violeta se apoyó en él. Yo cerré mi chaqueta en busca de calor tres pasos de distancia de ella, y la observé sin saber que decir. Tuve la sensación de que, si hablaba, lo haría llorando.

Tras tus ojos (kivi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora