Capítulo 18

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Llegamos a lo que parecía ser un local de comida bajo la suave voz de Billy Joel. Tarareé el final de la canción mientras veía a Violeta moverse fuera del coche, e intenté pararme con un solo pie; mi idea era sostenerme con el marco de la puerta, pero al parecer mi acompañante creyó que estaba intentando suicidarme.

-¡¿Qué haces?!- me preguntó, exaltadísima, al tiempo que soltaba las muletas y me sostenía la cintura. Pensé en fingir dolor para mantenerla a mi lado más tiempo, pero me sentí ridícula de solo pensarlo: no iba a disimular nada.

Solté una risita al tiempo que me aferraba yo también a ella. Pasé mis manos por su espalda alta y una de ellas llegó a su cuello. Di un pequeño salto para pegarme más.

-Hola.- le dije, dejándole como agradecimiento un pequeño besito en su mejilla derecha. Vi de reojo su sonrisa.

-¿Debo recordarte que no tienes que hacer esfuerzos innecesarios?- preguntó con voz más seria.- No puedo estar cuidándote todo el tiempo.

-Pues ojalá.- le dije yo moviendo la mano que no estaba en su cuello por toda su espalda. Violeta se removió bajo mi toque.

-Qué tonta eres.- respondió un momento después, y se alejó dejándome sobre el marco de la puerta. Extrañé su abrazo al instante.- Toma.- me pasó las muletas. Las acomodé sin esfuerzo y cerré la puerta del auto con un poco de fuerza. La mirada de Violeta me quemó.

-Lo siento.- me disculpé, un poco divertida. No sabía que era de esas. -No me dirás ahora que tu coche tiene nombre, ¿no?- la piqué. Violeta rehuyó mi mirada comenzando a caminar hacia dentro del local. -¡No lo puedo creer!- me susurré a mi misma mientras comenzaba a seguirle.

Pude notar al entrar el estilo a cafetería moderna que tenía el local, lo cuál me llamó mucho la atención. Tenía pinta de ser muy costoso. En el ambiente se extendía un olor a pizza que hizo rugir mi estómago. Observé a Violeta hablando con lo que supuse era un mesero, pero se acercó rápido a mi al verme en problemas con la puerta corrediza.

Me ordenó que la siguiera aún rehuyendo mi mirada, lo cual me causó gracia. Esquivé, no sin algo de dificultad, las sillas y mesas hasta nuestro destino, la mesa más alejada y escondida de todas. Me agradó la sensación de privacidad.

-Que caballerosa.- me burlé de Violeta, que había corrido mi silla para que pudiera sentarme. Ella chasqueo la lengua.

-Solo lo he hecho porque tienes una pierna menos. No te acostumbres. - me aclaró. Yo hice un quejido fingido.

Fuimos interrumpidas por una mujer morena con un delantal. Nos hizo el pedido y se fue igual de rápido que como llegó.

-¿Cómo es su nombre?

-¿Eh?

-El nombre del auto.- aclaré. Violeta alejó sus ojos de mí otra vez.

-No tiene nombre.

-No te creo.

-Que si, ya calla.- me respondió, cansada. Estiré una mano sobre la mesa, intentando alcanzar la suya. No lo logré.

-No me reiré, lo juro.- le dije, dándole confianza. Ella me miró con los ojos entrecerrados.

-Herbie.- dijo en un susurro tan bajo que casi no lo escuché. Mi boca se abrió dos metros.

-No lo puedo creer.- me dije a mi misma, incrédula mientras la miraba. Violeta observaba mi reacción avergonzada. -¡Como en la peli!- exclamé un segundo después, comenzando a reírme. No paré hasta que mi estómago dolió.- Que bueno, por Dios.- seguí burlándome de ella mientras me secaba las lágrimas producto de la risa. Ella seguía mirándome pero con una mirada distinta que no supe identificar. -¿Te gusta mucho la peli, o qué?.-

Tras tus ojos (kivi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora