Capítulo 30

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-Escuchad todos.- Ruslana llamó nuestra atención con palmadas. Cuando volteé a verla, estaba sobre un banco.

-¿Qué haces ahí arriba, payasa?- habló Paul en una risa que todos seguimos. Ella sacó la lengua en respuesta.

-Me veo en la obligación de comunicar las recomendaciones debido a errores del pasado.- comenzó ella como si estuviera dando un discurso.- Primera recomendación: los desconocidos pueden resultar ladrones que desvalijen la cabaña. Mucho cuidado al elegir compañía de noche.- una carcajada escapó de mis labios recordando el incidente.

-¿Quién ha sido?- preguntó la Mari al tiempo que reía.

-A mi no me miréis.- comenté sin poder parar de reír.

Hacíamos este viaje en cada cumpleaños de Ruslana, cuando éramos más pequeños en compañía de sus padres, pero a partir del año pasado comenzamos a hacerlo solos, ya que Paul tenía su licencia. En una de las noches del año pasado luego de una fiesta, él terminó con una chica en una de las cabañas. Al despertar, la mujer se había llevado todo lo de valor. Aunque fue un gran susto en el momento, ahora lo recordábamos con diversión.

-En mi defensa, no tenía pinta de ladrona.- me tomé el estómago que ya comenzaba a doler al oír a Paul.

-Casi lo había olvidado, Dios.- quité las lágrimas de mis ojos. Ruslana volvió a llamar nuestra atención con pequeñas palmadas.

-Segunda recomendación, no es época en el año para meterse desnudos en el agua, no importa que tan buena idea parezca bajo los efectos de cualquier sustancia.- me estremecí ante el recuerdo del frío y la posterior gripe. Asentí con seriedad junto con Paul.

También había pasado el año pasado. Paul había probado unos brownies locos y la idea solo apareció en su mente, y yo estaba demasiado ebria como para notar el frío que hacía. Nos costó horas volver a sentir los pies.

-No lo puedo creer.- comentó Tana en una risa.

-Tercera y última, pero no menos importante, nada de fumar dentro. Paul, esta también va por ti.- agregó con una sonrisa. Mi amigo levantó los hombros en respuesta.- Muy bien, tenemos a nuestra disposición tres cabañas, de una habitación con tres camas.- levantó las llaves y las movió en el aire.- Están una pegada a la otra, por lo que todo se oye. Todo.- agregó. Sentí la mirada de Tana sobre mi, pero la ignoré.- Comemos todos juntos en una, para evitar líos. Pueden dividirse como quieran, sinceramente me da igual.

-¿Tres y tres, no?- declaró Violeta con rapidez.- Y dejamos una libre para todo aquél que consiga compañía.

-Pero...- intenté rebatir.

-No era una pregunta en realidad.- pasó por mi espalda con una sonrisa, tomó una de las llaves que Ruslana le tendía y comenzó a caminar arrastrando su equipaje.

-Lo siento mucho, amiga.- comentó la Mari con una sonrisa de pena y diversión al mismo tiempo. Me dio una palmadita en la espalda y la siguió.

Observé a Tana, que tenía la misma expresión que la mía con la mirada clavada en su hermana. Levanté las cejas notando lo que sucedía; no era la única saboteada con la decisión.

-Lo siento mucho, cuñi.- palmeé su espalda de igual manera que María había hecho conmigo y comencé a caminar. Todos me siguieron.- ¡Tú y yo vamos a hablar!- le grité a Violeta mientras traspasaba su puerta, pegada a la mía.

-¡Qué miedo tengo!- dijo con ironía y una sonrisa en la boca.

-Volverás suplicando perdón...- grité ingresando a mi correspondiente cabaña. Todo estaba como lo recordaba. Entré en la habitación y dejé mi bolso sobre la cama del extremo derecho, pensando en si realmente la usaría. Esperaba que no. Mis amigos se acomodaron al igual que yo.

Tras tus ojos (kivi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora